El cine iraní sigue brillando y desafiando restricciones
Ese país, en el que se han reactivado los conflictos con Occidente, acaba de triunfar en el Festival de Cine de Cannes con la última película de un cineasta opositor, Jafar Panahi.
En mayo pasado y por primera vez en más de una década, el iraní Jafar Panahi (64) caminó por la alfombra roja del Festival de Cine de Cannes, un certamen en que ha sido una presencia constante durante su ilustre trayectoria de 30 años y que en esta última oportunidad le entregó su primera Palma de Oro, por el thriller "It was just an accident" (que Mubi estrenará en Chile, en salas y streaming , en una fecha aún por anunciar).
Por años, Panahi no pudo dejar su país. Su pública oposición al gobierno le ha valido arrestos, encarcelamientos y una prohibición de filmar que nunca obedeció. El triunfo fue alabado como una reivindicación para el destacado cineasta, pero también es la más reciente demostración de la situación que vive el cine iraní: valorado y aplaudido fuera de sus fronteras, mientras que al interior intenta navegar por las restricciones del régimen islámico.
Fue durante la década de los 90 que el cine iraní comenzó un camino de consolidación mundial, con una autoridad cultural que durante la década anterior había comenzado a relajar algunas reglas en cuanto al contenido, pero que mantuvo una firme vigilancia a lo que catalogaba como "propaganda" antigubernamental. Por eso, cineastas como Abbas Kiarostami o Majid Majidi lograron, por ejemplo, el respaldo para representar al país en la carrera por el Oscar con sus cintas "A través de los olivos" (1994) y "Niños del cielo" (1998), respectivamente. La primera no obtuvo la nominación; la segunda, sí, aunque no ganó la estatuilla.
Kiarostami, que con "El sabor de la cereza" (1997) obtuvo la Palma de Oro en Cannes y el mayor triunfo para el cine iraní en los años 90, fue un director que rara vez hablaba públicamente de política, rompiendo esa regla solo para el estreno de su película "Copia certificada" (2010) en Cannes, donde criticó el arresto de su expupilo Jafar Panahi. Este último y Mohsen Makhmalbaf están entre los más públicos a la hora de cuestionar a su gobierno, pero nunca dejaron de filmar, aunque les significara hacerlo fuera del país, en la clandestinidad o sin la posibilidad de representar a Irán en premios como el Oscar.
Majid Majidi siguió haciendo películas dentro de los márgenes del régimen y estuvieron en la carrera por el Oscar varias veces. El más exitoso, en todo caso, fue Asghar Farhadi. Con "Una separación" (2011) ganó el Oso de Oro en Berlín y el primer Oscar a Mejor Película Extranjera para su país. Volvió a obtenerlo en 2017, con "El vendedor", aunque en ese momento el triunfo se vio más como una respuesta de la industria a las restricciones para entrar a Estados Unidos impuesta por el primer gobierno de Donald Trump a naciones mayoritariamente musulmanas.
En años posteriores, el cine iraní ha continuado moviéndose en su tradicional dicotomía. Ali Abbasi filmó "Holy Spider" (disponible en Mubi) en Jordania, aunque la ficción transcurría en Irán, y representó a Dinamarca (país en el que está radicado) en la carrera por el Oscar.
El cineasta Mohammad Rasoulof tuvo que huir a Alemania para poder asistir a Cannes a presentar, en 2024, "La semilla del fruto sagrado" (también disponible en Mubi) por una condena de cárcel que debía cumplir. Actores del filme también debieron escapar del país.
El filme, que también criticaba al régimen y se inspiraba en las manifestaciones de 2022 en Teherán, terminó representando a Alemania en los Oscar, siendo nominada a Mejor Película Internacional. Por lo mismo, nadie espera que "It was just an accident", de Jafar Panahi, represente a Irán en la carrera de 2026; sino más bien a otro de los países coproductores, como Francia o Luxemburgo.