Antivetustez
Un fin de semana reciente le propuse un panorama peculiar a mi mujer: hacer un paseo en los scooters eléctricos de renta que se encuentran por doquier en las calles
Un fin de semana reciente le propuse un panorama peculiar a mi mujer: hacer un paseo en los scooters eléctricos de renta que se encuentran por doquier en las calles. Le expuse que el propósito era combatir la vetustez, pues si bien la vejez ya ha llegado a nuestras puertas, no necesariamente debe ir acompañada de lo vetusto, definido por la RAE como arcaico, anticuado, prehistórico, añejo y rancio. Así, para estar al día, debíamos experimentar ese medio de transporte utilizado por los jóvenes.
Ya convencida, y luego de bajar en nuestros celulares la aplicación correspondiente, dimos con dos monopatines en una esquina cercana al parque Américo Vespucio. Después de esforzadas maniobras y ayudados por algunos transeúntes jóvenes que se compadecieron de nuestra torpeza, logramos que se encendiera el motor eléctrico de las patinetas. Seguidamente vino el entrenamiento de aprender cómo manejarlas. Ya medianamente hábiles en su conducción, iniciamos la aventura de desplazarnos por el parque, primero a una velocidad mínima por temor a los porrazos y, luego, a medida que íbamos ganando más seguridad, a una mayor. Y la sensación de desplazarnos raudamente montados en dos ruedas, sintiendo en el rostro el viento y admirando la soberbia vista de una cordillera nevada en todo su esplendor, fue un verdadero gozo. Volvimos renovados, con la sensación de que la vetustez que nos acecha había retrocedido un par de pasos.