Nico Vázquez tras el éxito de Rocky: Por primera vez me estoy regalando quererme un poco más y aceptarme

Nico Vázquez interrumpe la entrevista. La moza del hotel donde se hospeda acaba de pasar por la mesa de al lado y él no deja pasar la oportunidad: pide huevos revueltos, palta, café y agua. "Perdón. Tengo que seguir una dieta, y ayer la corté; tampoco pude entrenar... No es fácil", se excusa. El régimen no es un capricho: el actor argentino se enfrenta a un entrenamiento exigente para interpretar a Rocky Balboa en la versión teatral de Rocky, que protagoniza en el teatro Lola Membrives y que, desde su estreno en la calle Corrientes de Buenos Aires, se convirtió en un éxito de crítica y audiencia.

Aunque no puede traerla a Uruguay por sus dimensiones, cruzó el charco para promocionarla. "El público uruguayo siempre me acompaña mucho con cada obra. El año pasado no pude traer Tootsie porque era muy grande, y Rocky es todavía más grande. Sería un halago recibirlos en Argentina", dice Vázquez. Las funciones van de martes a domingo.

Mientras tanto, el público local podrá verlo como director en En otras palabras, la obra protagonizada por su pareja Gimena Accardi y Andrés Gil, que se presenta este viernes y sábado en Enjoy Punta del Este. Las entradas se venden en SuTicket, de 1900 a 2500 pesos.

De las exigencias físicas, las dudas internas y los cambios de rumbo va esta entrevista con El País.

Acabás de ganar el Martín Fierro por Tootsie, y en el discurso mencionaste que hasta hace poco eras "muy inseguro" y te costaba verte como un "artista grande". ¿Cómo fue animarte a decirlo?

Es algo que me salió del corazón. Me estoy empezando a mimar un poco más, y lo que quise dar a entender en el discurso es que puede parecer que soy un actor seguro, pero durante mucho tiempo sentí que se me subestimaba como artista, que no se me reconocía como ahora. Eso me lo dieron Tootsie y Rocky, dos personajes muy distintos a mí, de mucha composición, y no es casualidad. Quise decir eso: quizás un joven estaba escuchando y piensa que lo que le pasa es algo aislado, pero no. Yo tengo 28 años de carrera, y hasta hace poco me sentía sapo de otro pozo. Y tal vez también influye la forma que tengo de ser. Soy tranquilo, trato de no meterme en quilombos... no sé. Pero el discurso me salió del corazón. Creo que por primera vez me estoy regalando quererme un poco más, aceptarme y sentir orgullo de lo que hago, que es lo que más soñé.
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Más allá del premio y del reconocimiento con el público, ¿cuál fue tu confirmación?

Tootsie me hizo confiar, y fue muy difícil hacerlo: tuve que bajar seis kilos de masa muscular para achicar mi estructura, caminar en tacos, trabajar movimientos femeninos. Todo el proceso, que al principio fue espectacular y elogioso, en el segundo año porque no es normal hacer tanto tiempo un personaje se volvió medio enfermizo, porque el espejo me devolvía una imagen que no era yo. Había perdido mi cuerpo de siempre, y me empezó a dar miedo no recuperarlo. Me costaba subir de peso; estaba pelado, maquillado, vestido de mujer, todo afeitado, sin un pelo en la cara. Era demasiado. Ya no quería ponerme un taco más... y eso que estaba haciendo lo que amaba y llenando una sala. Ahora, con Rocky, empecé con mucho tiempo de anticipación para generar lo contrario. Trabajé con mucho cuidado porque ambos personajes requieren un nivel de detalle enorme en la nutrición y la composición. Antes tenía una estructura más pequeña, ahora son ocho kilos más de masa muscular, caminar como Rocky, medio tosco, hablar con un tono cansino. Y eso me parece un desafío: es lo que hace que hoy me sienta más seguro y más contento.

¿Qué sentís cada vez que empezás un proyecto y te lanzás al juego de meterte en otra vida?

La actuación es uno de los trabajos más lindos del mundo, y es increíble tener la posibilidad de no ser uno por un rato. Me ha tocado hacer personajes muy alejados de mí, como en la película Kryptonita, donde además de hacer de un superhéroe basado en un cómic argentino era un pibe de bajos recursos y con poca educación. También hice a un personaje como Javier en El otro lado de la cama, un hombre completamente misógino y machista al que le trataban de explicar que el mundo había cambiado. Después llegó Tootsie, que es lo más alejado a mí que hice en mi vida, y ahora hago a Rocky. Me gusta tener la posibilidad de nadar en zonas que no tienen nada que ver conmigo y explotarlas a través de un personaje.

La transformación que implican tus papeles en Tootsie y Rocky no es solo física, también conlleva un cambio actoral. ¿De dónde surgió la necesidad de reinventarte?

Fue por Gustavo Yankelevich. Estábamos preparando un proyecto que nada que ver, pero me llamó su socio para plantearme que estaba trabajando en Tootsie y que habían pensado en mí para hacerlo. Me animé, fue un éxito rotundo y fue ahí donde empecé a cortar miedos y a darme cuenta de que cuando era más joven era más impulsivo y me mandaba a proyectos. Después, cuando fui creciendo, la mirada del otro y el sentirme juzgado hizo que me metiera más para adentro. Y Tootsie me hizo darme cuenta de que tenía que volver a las bases. Cuando empecé hacía cuatro personajes a la gorra, después trabajé en un bar... Entonces, ¿a qué le tenía miedo? (Sonríe) Me animé y fue un viaje increíble porque... (se interrumpe) no te digo que "volví a actuar", porque es muy fuerte, pero sí que volví a sentir. Me emociona decirlo porque en la vorágine todo se vuelve muy monótono y uno no es consciente de lo que vive.

En Rocky, ¿qué pudiste mostrar que no se había visto antes?

Yo antes hacía comedias muy rápidas que no te daban tiempo para pensar: la idea era que tengas un buen entretenimiento y hacer una especie de Friends en el teatro. Pero con Rocky la historia es completamente distinta porque es parecida a la peli. Es una historia de amor que tiene pausas dramáticas y hace emocionar a la gente. Eso como actor me vuelve loco porque hace muchos años que no transitaba algo así; me reencontré con ese Nico que había mostrado su lado de actor dramático en series y en películas, pero no en teatro. Y eso fue muy llamativo para el público y para la crítica.

Cuando hablaste de la propuesta de hacer Tootsie, mencionaste algo clave: saber aprovechar la oportunidad y animarte al cambio. ¿Qué tan importante ha sido eso en tu camino?

Es todo (se toma un instante). Yo me bajé de la tercera temporada de Casi Ángeles, que fue el éxito más grande de Cris Morena, aunque ella me pedía que me quedara. Pero yo quería hacer comedia y El otro lado de la cama, que al final la terminé haciendo mucho tiempo después. Los primeros dos años fueron muy duros porque no conseguía trabajo; se me habían cerrado las puertas y yo pensaba: "¿Qué hice?". Después, cuando las cosas mejoraron, me di cuenta de que había tomado la decisión correcta. Por eso, a quien esté leyendo esta entrevista le puedo dar este consejo: si sentís que algo te está llamando y que donde estás, por más de que sea un lugar de privilegio, no estás siendo completamente feliz, no está mal preguntarte adónde querés ir.

¿Cuándo lo aprendiste?

En primer año de facultad. Yo quería ser terapeuta ocupacional, que es lo que hace mi hermana ahora, y a la vez estaba estudiando teatro. En un momento le dije a mi viejo que quería dejar de estudiar e inmediatamente su respuesta fue: "La facultad, ¿no? Vos querés ser actor". Cuando le respondí que sí, me dijo: "Bueno, andá a buscar lo que te gusta porque nadie te va a venir a buscar a casa". Y eso me mató, porque si a ese sueño no le ponés trabajo, no va a pasar nada. Hay que salir a buscar oportunidades.