La pregunta del ahorro
Hay ahorro privado y no hay dónde ponerlo. ¿Qué indica esto de la situación económica del país?
Esta columna versa generalmente sobre temas políticos pero, en realidad, quiere ser una observación y reflexión sobre lo que pasa en el país, sobre cómo es el Uruguay.
En los últimos meses -fines del año pasado y lo que va de este- se ha destapado una situación escandalosa que, de acuerdo a lo que se va sabiendo, ha afectado a muchos compatriotas. Me refiero a los sonados casos de fondos de inversión ganadera que han quebrado: no aparecen ni los fondos ni las vacas.
Se trata de un tema económico, disciplina que me es ajena y trato con el respeto distante y desconfiado con que se trata lo arcano.
Sobre esa seguidilla de episodios de default de las empresas captadoras de ahorro se ha escrito y hablado mucho pero siempre desde lo que podría llamarse el lado penal, el engaño, la estafa, la promesa sospechosa. No es por ahí donde quiero entrar al tema.
Sin perjuicio de que, en ese nivel, hay mucho para decir porque hay todavía mucha cosa tapada y se está tramitando en los juzgados, ese paquete, esa situación, indica un dato que no figura en los comentarios periodísticos o en las conversaciones de entendidos: me refiero a lo que muestra sobre la capacidad de ahorro de los uruguayos.
Si se suman los distintos fondos ganaderos -dentro de la imprecisión u oscuridad que rodea todo- estamos hablando de una suma cercana a los mil millones de dólares. Si a eso se le agrega el default casi contemporáneo (año pasado) de un estudio contable de la ciudad vieja, la suma casi se duplica y como también hay que agregar a Balsa y asociados, el total es enorme. Lo que me lleva a constatar que, en las circunstancias económicas actuales de nuestro país, existe capacidad de ahorro. Además, siempre según lo que trasciende, no se trata de media docena de millonarios inversores sino de mucha gente con colocaciones de algunas decenas de miles de dólares.
Otra observación: los sistemas tradicionales de captación del ahorro (bancos, colocaciones financieras, etc.) están pintados, como dirían los muchachos. Colocar allí los ahorros no solo no genera nada (4%) sino que se lo come la inflación, sea que coloque en pesos sea que prefiera dólares. Antes esta realidad alguien puede hacer algún comentario moralista sobre la codicia, pero la realidad es que actualmente no hay dónde colocar los ahorros. Hay ahorro privado y no hay dónde ponerlo. ¿Qué indica esto de la situación económica del país?
Otra cifra interesante, colateralmente vinculada: el año pasado se vendieron 60.000 autos nuevos. Póngale Ud. el precio que quiera y no baja de mil millones de dólares invertidos allí solo el año pasado. Eso también habla de la capacidad de ahorro y, a la vez, de no haber lu- gar para aplicarlo en forma más rendidora.
Estas son las perplejidades de un profano en la materia. Los economistas tendrán sus explicaciones. Mi padre, catedrático de Economía Política y de gran sentido del humor, decía: los economistas son los que te explican detalladamente cómo funciona la economía y después te explican detalladamente por qué las cosas no salieron así.