Vida espiritual y milagro
La vida espiritual, con lo que ello signifique, no está separada de los asuntos terrenos que le suceden al hombre, sino más bien los reafirma
La vida espiritual, con lo que ello signifique, no está separada de los asuntos terrenos que le suceden al hombre, sino más bien los reafirma. Es decir, incluye todas las dimensiones coyunturales y biográficas que conforman el entramado existencial de cada uno. De alguna manera, entonces, más que desvincular, hay que comprender todos los aspectos de la historia personal a la luz de una realidad superior y trascendente que aparece habitualmente algo encubierta en el transcurrir cotidiano, pero que se intuye y se vislumbra tantas veces cuando la plegaria y ciertos fenómenos de arrobamiento místico dan cuenta al sujeto de que verdaderamente el mundo sensible y temporal no es lo único ni lo definitivo.
Albert Einstein señaló lo siguiente: "Solo hay dos maneras de vivir la vida. Una es como si nada fuera un milagro. La otra es como si todo fuera un milagro". Situar la propia vida en la segunda categoría posibilita ser más agradecido, pues despierta la conciencia de que la vida es el primer don recibido, don que es el sendero para todo lo demás y que la misma conciencia intuye como algo de lo que también deberá responder. En una síntesis muy simple, suponer la vida como milagro es ser capaz de ver el milagro de toda vida. Tal conciencia es quizás el núcleo de la dimensión espiritual humana.