Por Alejandro FallaSocio de Bullard Falla Ezcurra+
En las fiestas infantiles de mi infancia se repartían globos
Por Alejandro FallaSocio de Bullard Falla Ezcurra+
En las fiestas infantiles de mi infancia se repartían globos. Recuerdo la felicidad de que te entregaran uno. No era necesario nada más para pasarla bien. Pero siempre había uno o dos niños cuya diversión era reventar los globos del resto. Por alguna razón que nunca llegué a entender, disfrutaban arruinándoles la fiesta a otros. Eran los pinchaglobos.
Ese es el clima que hemos vivido durante las últimas semanas con ocasión de la inauguración del nuevo aeropuerto Jorge Chávez. Mientras algunos solo querían disfrutar de un evento largamente esperado (y necesitado), otros se encargaban de arruinarles el momento. Tal ha sido el nivel de los pinchazos, que más de uno se ha visto inhibido de revelar su satisfacción solo por el temor al apaleo público.
Se han levantado críticas de todo calibre al nuevo aeropuerto. Algunas críticas cuentan con respaldo objetivo (problemas de coordinación en abastecimiento de combustibles, filtraciones de agua en algunas oficinas, falta de señalización, etc.). Al igual que con los zapatos nuevos, probablemente algunos de estos desperfectos se superen con el uso. Si hay incumplimientos del concesionario, ya lo determinarán las autoridades.
Pero otras críticas son más bien subjetivas. El techo ha sido el foco preferido de los ataques (?galpón para pollos?, ?almacén ferretero?, ?techo de mercado?, etc.). Las alegaciones sobre el ?mal gusto? del diseño y las comparaciones con aeropuertos extranjeros se parecen mucho a los diálogos de la China Tudela de Rafo León.
Tal ha sido el nivel de las críticas que rápidamente nos hemos olvidado de dónde hemos salido. Ya nadie se acuerda de lo congestionado del antiguo Jorge Chávez, de sus problemas de acceso, de las colas en Migraciones o controles de seguridad, del mercado de ?voceadores? en las salidas o de su falta de servicios para los pasajeros.
Nos hemos olvidado también de la desastrosa administración de los aeropuertos por parte del Estado. Al punto que el aeropuerto de Cusco ?bajo administración de Córpac? pareciera un dechado de virtudes. Nadie se ha acordado que los aeropuertos de Jauja y Jaén (puerta de ingreso para los turistas extranjeros a Kuélap), también bajo administración de Córpac, aún se mantienen cerrados por problemas en la pista de aterrizaje. ¡El techo del Jorge Chávez parece más importante!
Siempre habrá pinchaglobos en las fiestas. No podemos evitarlo. Pero podemos elegir la forma de vivir la fiesta. Cuando se anunció al Papa chiclayano, los pinchaglobos salieron a recordar los huecos de sus calles. Mis paisanos no se dejaron robar la fiesta. Inundaron las redes con un simple mensaje: ?¡Mi Chiclayo no tendrá pistas, pero tiene Papa, carajo!?.
No dejemos que los pinchaglobos nos roben esta fiesta. No todos los años se inaugura un aeropuerto para el servicio de la gente. Yo elijo quedarme con la imagen feliz de mi hija frente a Kroa, figura instalada en el nuevo aeropuerto que rinde homenaje a la riqueza amazónica. Nunca antes me había mandado una foto desde el Jorge Chávez. ¿Usted qué elige?