"Dado que quienes están en el observatorio siguen asociados al ministerio, mis impresiones me las guardo para mí, pero sí puedo decir que considero que el trabajo era muy deficiente", sostuvo el jerarca sobre el modelo anterior que se propuso reformar
Diego Sanjurjo estará al frente de la nueva Área de Estadística y Criminología Aplicada, presentada este martes por el Ministerio del Interior. Insiste en que mejorar la medición de los delitos es la fuente de información para generar "políticas basadas en evidencia". Asegura que hay delitos "mucho más importantes" que algunos que se venían midiendo con el sistema anterior. Su permanencia en el gobierno, a pesar de pertenecer al Partido Colorado, despertó reacciones, pero asegura que "las aguas se calmaron". Entiende que es necesario dejar de lado las "peleitas partidarias" para que el país no se aproxime a un "punto de no retorno" y poder mejorar la situación de seguridad.
¿Qué evaluación hace de los primeros meses de gestión? ¿Hay un cambio o estamos ante una continuidad?
Han sido cuatro meses buenos. Este ya es el cuarto ministro al que asesoro. Siempre que hay un cambio de autoridades, hay también una adaptación. Me animaría a decir que con este debe haber sido de las más cortas, porque Carlos Negro ya tiene una experiencia impresionante en el sistema penal. Para mí la continuidad es algo muy positivo, en cualquier ámbito de política pública, incluyendo la seguridad. Seguramente desde un punto de vista político partidario rinde más poner el énfasis en los cambios. Veo cambios, pero también veo continuidad, y creo que eso es algo muy positivo para el país.
¿Qué descripción haría de la situación actual de Uruguay, principalmente vinculada al crimen organizado?
Uruguay sigue siendo un país con niveles de inseguridad medios o altos, dependiendo con quién nos comparemos. Tenemos una tasa de homicidios que duplica la de nivel mundial. Las personas se sienten inseguras y así lo dicen. Estamos inmersos en la región más peligrosa del mundo, donde el crimen organizado cogobierna junto con los Estados. En ese sentido, Uruguay es de los pocos países que queda en la región que todavía no tiene grupos criminales con altos niveles de organización. Hay muchas razones. Una de ellas es que nuestros mercados ilegales son poco atractivos. No tenemos metales preciosos, no tenemos una biodiversidad que sea atractiva para el tráfico, no tenemos selva tropical. Además, tenemos un mercado chico porque somos pocos uruguayos. El gran punto débil de toda la cadena es el sistema penitenciario. Es el lugar donde todos los organismos internacionales y autoridades de países vecinos nos dicen: "arreglen esto porque es una bomba de tiempo".
¿Cómo surgió la posibilidad de que dirigiera el Observatorio de Violencia y Criminalidad y planteara reforma en este?
Cuando el ministro Negro me propone quedarme en el gobierno, iba a seguir en el rol que tenía antes: el de brindar asesoramiento general. Yo acepté e hice una lista de propuestas que se podrían llevar adelante. Una de ellas era una reforma muy ambiciosa del observatorio. A él le pareció buenísimo. En febrero sancionaron al director y le propuse hacerme cargo de manera interina para llevar adelante esta reforma. Eso terminó ahora con la creación de un Área de Estadística y Criminología Aplicada (AECA), que pasó a ser la unidad de estadística oficial del ministerio.
¿Cómo funcionará AECA y cuántos funcionarios tendrá?
Vamos a tener en principio dos divisiones. Una de estadística criminal, que va a tener unos 15 funcionarios y la idea es que con la Ley de Presupuesto se sumen expertos en estadística y análisis de datos. Luego vamos a abrir una División de Investigación y Evaluación, donde vamos a contratar a cuatro investigadores sociales. La idea es que se vuelva un centro de excelencia en lo que hace a la investigación criminológica, que en Uruguay es muy pobre. Por eso también tenemos otra innovación, que es tener un consejo asesor. En la reunión pasada participaron la ANII, Agesic, el INE, la Udelar, Universidad Católica, Universidad de Montevideo, Universidad ORT, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el BID y DataUy.
El anterior director del observatorio estuvo más de 10 años en el cargo, ¿con qué se encontró al asumir?
El observatorio como unidad estadística tenía problemas de muy larga data. Se decía, ¿por qué se trabajan solamente homicidios, rapiñas, hurtos y abigeato, cuando hay cientos de delitos? Evidentemente hay algunos que son igual o más importantes. Desde la academia también había muchas críticas a la transparencia. El gran problema, creo yo, es que ni el sistema político ni la ciudadanía confían realmente en los datos que ofrece el Ministerio del Interior. Eso es algo a lo que los uruguayos nos hemos acostumbrado, pero no es normal. Dado que quienes están en el observatorio siguen asociados al ministerio, mis impresiones me las guardo para mí, pero sí puedo decir que considero que el trabajo era muy deficiente. Concuerdo con la opinión que tenían los académicos y organismos internacionales de que no se estaba a la altura. Todas esas bases de datos no estaban realmente consolidadas. Toda la metodología que se utiliza en una unidad estadística tiene que estar documentada, tienen que haber protocolos, estándares. Ninguno de los estándares internacionales se estaba cumpliendo. La idea es ponernos a tono y por eso tenemos tantas reformas para hacer
¿Cómo ha mutado el delito en Uruguay y cómo influye al avance de estos indicadores?
Se pueden ver tendencias diferentes dependiendo el fenómeno a estudiar. Las estafas, a veces las extorsiones, los fraudes, los cibercrímenes. En la medida que la tecnología se vuelve un aspecto transversal de nuestras vidas, esto aumenta explosivamente. Lo que más tenemos que cuidar desde el ministerio son los delitos asociados a la presencia del crimen organizado. Esos delitos tienen una complejidad importante para ser medidos, pero tenemos que hacerlo y hablar públicamente. Es mucho más importante la extorsión que el hurto, por ejemplo. Sobre todo porque vemos que en el resto de América Latina se ha instalado en algunos países de manera generalizada. Estábamos midiendo algunos delitos que ya no son los más importantes hace mucho tiempo. Son importantes pero hay otros que lo son mucho más. La estafa, por ejemplo, hoy es el tercer delito más denunciado en Uruguay y sin embargo no se habla de eso. Son todas críticas que hace años que se le vienen haciendo y ahora estamos con una política nueva en AECA que implica ampliar el abanico de indicadores. Si antes eran cinco, en dos semanas vamos a presentar cerca de quince.
¿Cómo se debería medir los delitos vinculados al narcotráfico?
En Uruguay nunca se midieron los mercados ilegales porque se veía como algo difícil de hacer. Lo es, como todo lo que hacemos. Tenemos un indicador de delitos de estupefacientes. La medición no puede ser cuántas bocas de drogas se cierran, porque eso te penaliza cuanto más activo seas. Para que no pase, tenés que trabajar de manera interinstitucional. Yo puedo a lo mejor hacer un indicador que sean llamadas ciudadanas y otro que sea la actividad policial. Pero puedo tener otro que a lo mejor es mucho más certero que es el consumo de drogas, que lo mide la Junta Nacional de Drogas. La idea es también tomar datos de otros institutos y mezclarlos en un análisis integral.
¿Cuál es el dato de los que van a presentar que llama más la atención?
El de estafas, porque, como en todo el mundo, viene aumentando de manera exponencial. En nuestros informes va a aparecer información de las encuestas de victimización del INE, entonces sabemos que sólo el 4% de las estafas se denuncian. Es un delito que ya es el tercero más denunciado y a su vez no se denuncia en absoluto.
El objetivo también es presentar estadísticas penitenciarias, ¿qué van a mostrar y por qué son relevantes?
En algunos módulos hay pocos funcionarios para cientos de presos. La gente tiene que saber cómo se está trabajando. Se tiene que saber cuántas comidas reciben al día, cuántas personas realmente se educan y qué calidad tiene esa educación. Sobre todo porque prácticamente todos los países la gobernanza criminal empieza en las cárceles. En cárceles como las nuestras. Ahí es donde se empiezan a organizar y después toman todo el país. Es una bomba de tiempo que hay que atacar. No me parece que sea coincidencia que Uruguay nunca haya divulgado datos sobre el sistema penitenciario.
¿Qué diferencias nota en el perfil de Negro en comparación con el de su antecesor Nicolás Martinelli?
Los dos por suerte se llevan bien. A Martinelli cualquiera que lo conoce sabe que destaca por la energía de trabajo impresionante que tiene. Logra estar en todo y en todas partes al mismo tiempo, no sé bien cómo lo hace. Negro, por otro lado, sin duda, destaca por su conocimiento en la materia. Es muy superior a cualquier otro ministro del Interior que yo haya conocido, escuchado o leído. Se nota que lleva 40 años en la Fiscalía. Sabe muchísimo y se nota también en su gestión. Tiene muy claro por dónde van los tiros y no tiene que ir aprendiendo las cosas sobre la marcha como todos los anteriores.
Su continuidad en el Ministerio hizo ruido en el Partido Colorado. ¿Cómo es su relación ahora con el partido?
Creo que las aguas se tranquilizaron. Yo tengo una buena relación con todos y sigo participando en la medida de lo posible, por lo menos de las reuniones de mi agrupación. Capaz una participación no tan activa por falta de tiempo, pero el interés está. Dicho eso, yo soy realmente muy consciente de lo que nos estamos jugando como país latinoamericano frente a los mercados ilegales y el crimen organizado. Yo siento que tengo que dejar la política partidaria de lado, si es necesario, porque acá es un tema existencial para el Uruguay. Me preocupa mucho el Partido Colorado y quiero seguir ayudando todo lo que pueda, pero entiendo que hay una prioridad que está por encima.