Las maneras
Todos hemos tenido alguna vez -y más de una vez- diferencias con alguien
Todos hemos tenido alguna vez -y más de una vez- diferencias con alguien. De opinión, de intereses, de cálculo, de enfoque. Y casi todos, o muchos, hemos tratado siempre de acercar posiciones, resolver las asperezas o, si no hay solución, hemos cerrado el roce en buenos términos, "como la gente", sin bullicio ni escándalo.
Hay quienes, en cambio, no resisten los intentos de conciliar. Todas sus posiciones parecen completamente intransables y no hay argumentos ni arbitrajes que permitan acercar posiciones. No conocen otra estrategia que el ataque constante, la sordera ante todo argumento y la convicción de que quien lo contradice es un enemigo. No aceptan un empate satisfactorio para ambas partes, consideran el acuerdo como una debilidad.
El fútbol es un escenario que muestra claramente esas dos maneras de encarar las diferencias.
De la primera manera es el caso de la partida del joven arquero Thomas Gillier (21 años), que no renovó con los de San Carlos el contrato que venció el lunes de esta semana. Se va al Bologna, que lo enviará a préstamo al Montreal de la MLS.
La UC no quería que se fuera. "No nos gusta", dijo Juan Tagle. "Lo tomamos con dolor". Gillier era una buena carta. Hizo un buen campeonato el año pasado y su carrera cruzada solo fue interrumpida por una lesión en su codo izquierdo. El dolor de la UC radica en que nunca se recibió una contrapropuesta del jugador.
Lo que le queda al club es lo que recibirá por derechos de formación y una despedida amistosa: "Me toca despedirme del club donde me tocó crecer desde los 11 años, como jugador, pero sobre todo como persona... Quiero agradecer a todos los trabajadores del club (...), a todos quienes me ayudaron a crecer y a mejorar". "Intenté trasladar todo ese cariño, pasión y amor que (los hinchas) tienen por la Franja a la cancha, con responsabilidad, compromiso y respeto".
Versallesca despedida, si usted quiere. Es posible que en la intimidad de la situación haya algo menos amable, alguna palabra o reflexión dura, pero si la hubo no alcanzó a ser pronunciada para el público. Es decir, fue una despedida "como la gente".
¿Se imagina usted un episodio así, por ejemplo, en Colo Colo? No creo. Los ha habido en su historia, pero no hoy. Hay que recordar que don Ernesto Blake (era "don" y así lo llamaban) decía en 1937 que "ser socio de Colo Colo será motivo de orgullo y distinción, dando al portador de su insignia el calificativo de hombre honesto y bueno".
Hoy basta la más mínima diferencia para que estalle el escándalo. Hay una que es realmente escandalosa: dos veces ha sido rechazado el balance presentado por la directiva de Blanco y Negro. Si hay un tercer rechazo, deben cesar en sus cargos los dirigentes que lo aprobaron, empezando por Aníbal Mosa.
Eso no es portarse "como la gente".