Sábado, 19 de Julio de 2025

Política exterior y afinidades personales

ColombiaEl Tiempo, Colombia 18 de julio de 2025


Rafael Herz
En su segundo mandato, Donald Trump parece decidido a reafirmar una política exterior que privilegia las relaciones personales por encima de las instituciones multilaterales, los compromisos históricos de Estados Unidos y, en muchos casos, los intereses estratégicos de largo plazo


Rafael Herz
En su segundo mandato, Donald Trump parece decidido a reafirmar una política exterior que privilegia las relaciones personales por encima de las instituciones multilaterales, los compromisos históricos de Estados Unidos y, en muchos casos, los intereses estratégicos de largo plazo. Si bien esta tendencia ya era evidente durante su primer mandato, ahora se ha consolidado como un eje estructural de su visión internacional. Y entre los nombres que orbitan la diplomacia de afinidades destacan dos: Jair Bolsonaro y Vladimir Putin. La cercanía de Trump con Bolsonaro, el expresidente brasileño, va más allá de lo ideológico. Ambos líderes comparten una visión nacionalista, conservadora y antiambientalista que los acercó durante sus mandatos paralelos. Aunque Bolsonaro ya no está en el poder, su influencia sobre la derecha brasileña sigue siendo relevante, y Trump parece estar apostando a una resurrección política que le devuelva un aliado leal en América del Sur. Esta afinidad se ha expresado no solo en elogios mutuos, sino recientemente en una carta dirigida al actual presidente, Lula da Silva, en la que amenaza con 50% de sobre aranceles si no se para el proceso contra Bolsonaro por intento de golpe. En un franco y flagrante desconocimiento de la separación de poderes. Más compleja, pero igualmente personalista, es la relación de Trump con Vladimir Putin. Durante su primer mandato, Trump fue criticado por mostrarse indulgente con el líder ruso, incluso frente a actos como la interferencia electoral en 2016 o la anexión de Crimea. Hoy, con Europa sumida en incertidumbres tras la invasión rusa de Ucrania, Trump ha insinuado que pondría fin al apoyo estadounidense a Kiev, una postura que muchos interpretan como una señal de luz verde para Putin. Lejos de la contención tradicional de la Guerra Fría, Trump se comporta con Putin más como socio potencial que como un adversario estratégico. Y, más recientemente ha demostrado su desilusión con su amigo por no aceptar el fin de la guerra que Trump veía como un tema fácil de solucionar "entre amigos". Este tipo de política exterior basada en relaciones personales plantea varios riesgos. En primer lugar, debilita la coherencia de la diplomacia estadounidense, que deja de estar anclada en principios o alianzas duraderas y pasa a depender de simpatías. Además, genera una imagen de imprevisibilidad y oportunismo que mina la credibilidad del país ante sus socios tradicionales. La OTAN, por ejemplo, ha sido blanco de constantes críticas por parte de Trump, lo que ha provocado inquietud en Europa sobre la viabilidad de la alianza en caso de una crisis mayor. Trump defiende este enfoque argumentando que las buenas relaciones personales facilitan acuerdos rápidos y eficaces. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que estas amistades presidenciales rara vez producen resultados sustantivos y sostenibles. El segundo mandato de Trump confirma que su política exterior responde más a afinidades personales que a estrategias institucionales o por valores comunes. Es una apuesta arriesgada en un escenario global que exige justamente lo contrario: coherencia, multilateralismo y liderazgo responsable.
Analista internacional.
La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela