Martes, 22 de Julio de 2025

Diez años de "Desayunos Informales": el secreto de un equipo que no se cansa de madrugar (y de reinventarse)

UruguayEl País, Uruguay 22 de julio de 2025

El ciclo de La Tele celebró 10 años al aire, y parte del equipo del magazine matutino de Canal 12 charló con El País sobre los desafíos, la vigencia y el cariño del público.

El estudio de Desayunos Informales casi nunca está tan lleno. Pero el pasado viernes, mientras las cámaras de Canal 12 encuadraban los festejos por los 10 años del magazine, había más de 40 personas en el set. Parte del equipo, técnicos, productores y hasta espectadores se reunieron para celebrar la década de un ciclo que, más allá de su vigencia en pantalla, ha sabido convertirse en un lugar dicen sus protagonistas de compañerismo y confianza.

Desde el 13 de julio de 2015, cuando debutó al aire con Victoria Zangaro y Alejandro Figueredo (quien luego dejaría su lugar a Coco Echagüe), la segunda mañana de Desayunos fue ganando lugar en la pantalla chica uruguaya con una fórmula que puede parecer simple actualidad, entrevistas, cocina, humor, pero que esconde una maquinaria finamente aceitada por la producción, el trabajo colectivo y, sobre todo, la química entre los comunicadores.


Hasta entonces, las mañanas del canal estaban ocupadas por Día perfecto, un ciclo de varias horas que combinaba actualidad y entretenimiento. La llegada de Desayunos Informales marcó un cambio de tono y estructura.

"En 2015 decidimos que el espacio estuviera dividido en dos partes, porque las mañanas del 12 se han consagrado como distendidas, entretenidas y que sorprenden. La mañana de La Tele viene liderando desde hace 10 años, es la que eligen los uruguayos, y la primera mañana, a nivel periodístico, es referencia", Ana Laura González, quien durante varios años fue productora del programa, antes de asumir en la gerencia del canal. La primera parte del envío, esa que señala como referencia, hoy la integran Nicolás Batalla, Paula Scorza, Leonardo Haberkorn y Ana Matyszczyk.


Con Zangaro que venía de Día a día, de VTV como cara visible desde el inicio, Desayunos Informales construyó un lenguaje propio: cercano, dinámico, ágil y capaz de pasar de un bloque de humor a una entrevista o una columna sin que se note el cambio. Quizás ese sea uno de los secretos de su permanencia.

"El otro día lo dije al aire: cumplimos 10 años, y es un programa de lunes a viernes, todos los días, con un nivel de exigencia altísimo. Hay que estar, incluso cuando uno no está en su mejor momento. Pero lo que tiene este equipo es el aguante, y esa contención diaria que tenemos, ese abrazo que nos damos cuando llegamos, es parte de lo que hace que esto funcione", dice Zangaro a El País.

La celebración del viernes, que debió postergarse unos días por un viaje de Coco Echagüe, reunió también a Lucía Rodríguez, Nadia Fumeiro, Diego Jokas, Lucía Brocal y Marcel Keoroglian, parte significativa de este recorrido. También enviaron saludos figuras como Camila Rajchman, Camila Cibils, Inés Pereyra y otros que pasaron por el programa y dejaron su marca.

"El desafío es todos los días", dice Zangaro. "Porque puede que no estemos siempre de buen humor, porque nos pasan cosas. Y sin embargo, siempre hay aguante".

Dice que la "previa" es el verdadero inicio del programa. Muchos aluden a ese momento con cariño: un momento que incluye charlas de vestuario, café en la cantina y alguna que otra sesión de terapia grupal improvisada.

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Códigos, humor y espontaneidad

Coco Echagüe recuerda cómo llegó al programa, casi por accidente: "Yo venía de hacer Me resbala, y cuando Gustavo Landívar me propuso entrar a Desayunos, no me veía en el formato. Vine por dos meses para cubrir a Figueredo, y cuando me fui me costó. Me encantó. Cuando Figue se fue a vivir a Estados Unidos y me ofrecieron volver, dije que sí sin pensarlo".

Lo mismo le pasó a Diego Jokas, quien venía del periodismo deportivo: "Pensé que la gente te encasilla, que si sos periodista deportivo no podés hacer otra cosa. Pero cada uno tiene su rol en el programa, y eso se respeta".

Uno de los pilares del programa es el humor. Y ahí, la presencia diaria de Marcel Keoroglian como Montelongo es fundamental. "Cuando me sumé, todos los especialistas me decían que estaba loco, que hacer humor todos los días era imposible. Pero acá no hay presión. Traigo un material y automáticamente se convierte en algo de todos. Los demás interactúan, aportan. A veces me queman los chistes, pero prefiero eso a que todo sea estructurado. Si nos reímos todos, el objetivo se cumplió".

Las bromas entre los integrantes también son habituales. Keoroglian se divierte con Zangaro, Lucía Rodríguez se queja entre risas de que Jokas nunca está de buen humor, y todos saben que si lo que pasa en los cortes saliera al aire, probablemente el programa no duraría ni una semana. La espontaneidad es un sello del ciclo.


Esa libertad es algo que el equipo valora mucho. Jokas explica: "Acá puedo decir un disparate y nadie me va a venir a decir 'no podés usar esa palabra'. Y eso no es común en televisión". Lo mismo sucede con la posibilidad de ser vulnerables: "Si un día estamos sensibles, lo podemos decir. Nos permitimos mostrar nuestras emociones, con aciertos o errores, pero siempre siendo nosotros mismos", agrega Zangaro.

Más allá de las cámaras, Carla Costa, productora del programa, destaca la sinergia entre los que están delante y detrás de cámaras. "Hay un cuidado para con cada uno. Ya sea un camarógrafo, un utilero o un asistente de piso: todos son parte. Además, las nuevas generaciones que se han sumado nos han aggiornado en muchos temas, y eso alimenta el espíritu del programa".

Rodríguez confiesa que cuando se sumó no tenía idea cómo se hacía un magazine, y que pocas cosas odia más que madrugar. "Si no fuera por la generosidad de todos, no hubiera funcionado. Acá te dan lugar, te impulsan, te dicen 'hacé tu gracia'. Y eso habla muy bien del equipo".

Una década con todo en la mañana de Canal 12

Desayunos informales ha atravesado momentos complejos: desde la pandemia, cuando adaptaron el contenido para acompañar desde la distancia, hasta tener que cubrir en vivo noticias de impacto como la explosión en el edificio de Punta Carretas, en 2022. El formato ha sabido adaptarse sin perder el tono ni el vínculo con la audiencia.

"Cuando explotó el edificio en Punta Carretas cambiamos todo al instante", recuerda Coco. "Nos pusimos en modo cobertura y salimos. Porque también podemos hacer eso. Y eso se logra porque hay confianza".

"Hay un guion que se puede romper, pero el guion está", resume Carla Costa. "Y eso permite que no haya una mañana igual a la otra".

"Cada mañana es como jugar un partido", dice Keoroglian. "Y aunque lo hacemos hace 10 años, no te acostumbrás. Siempre hay algo que nos renueva".

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Es que para quienes hacen Desayunos, lo importante no es solo el resultado al aire, sino lo que se construye cada mañana detrás de cámaras. Eso que se compone del café en la cantina, las conversaciones, el apoyo mutuo en días difíciles, la libertad para crear y para reírse, el equivocarse, el volver a intentarlo.

"Hoy somos la suma de todos los que pasaron", dice Zangaro. "Todos dejaron algo, un granito de arena. Es como una receta a la que le vas sumando ingredientes hasta formar este programa, que sigue creciendo y sorprendiendo".

Si el secreto de la longevidad televisiva está en no repetirse, en mantenerse vivo, Desayunos informales parece haberlo conseguido a fuerza de trabajo, pero sobre todo, de afecto. Abrazando lo espontáneo y, diez años después, poniéndole buena cara y buen humor a cada mañana.

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