"La pequeña historia de Chile", una alegoría plenamente vigente
Escrita hace más de 30 años, "La pequeña historia de Chile", una de las obras insignes de la prolífica dramaturgia de Marco Antonio de la Parra, vuelve a la escena local sin necesidad alguna de adaptarla al presente
Escrita hace más de 30 años, "La pequeña historia de Chile", una de las obras insignes de la prolífica dramaturgia de Marco Antonio de la Parra, vuelve a la escena local sin necesidad alguna de adaptarla al presente. Su contenido, pese al tiempo transcurrido, sigue siendo muy actual.
Con los recursos de lo onírico, del simbolismo y de la metáfora para plantear una crítica social, como antes el autor lo había hecho a través de "La secreta obscenidad de cada día" y "Lo crudo, lo cocido, lo podrido", aquí son utilizados con un foco en la búsqueda de una identidad nacional como también en la compleja situación del profesorado y su rol en la sociedad.
Bajo una excelente dirección de Francisco Krebs ("Réplica", "Random"), esta delirante pieza, que tuvo dos buenos montajes en 1996 y 2008, recobra su fuerza original, basada fundamentalmente en un texto inteligente, no exento de ironía y humor negro, pese a la trágica realidad que expone.
"La pequeña historia de Chile" muestra a cuatro profesores de Historia, o más bien almas en penas, que pululan por una caótica y vacía sala de clases de un liceo del país, entre sus pupitres y cientos de pruebas en el suelo. Dicen vivir en "plena catástrofe" en este espacio que denota el abandono social del que son objeto.
Los maestros son Sanhueza (Cristián Carvajal), Muñoz (Camila Hirane), Loureiro (Manuela Oyarzún) y Fredes (Mauricio Flores), más la rectora (Paola Volpato), rol que en las otras versiones fue interpretado por hombres: Sergio Aguirre y Víctor Rojas. Estos cinco seres espectrales están decepcionados de la vida y de su quehacer rutinario sin incentivo alguno, salvo Fredes, el más nuevo y, por ende, aún tiene alguna expectativa. Tal es la desesperanza que sufren que llegan a creer que Chile no existe y, como señala uno de ellos, "hasta la muerte es un fraude". Aparece muy bien retratada la rutina docente y sus escasos logros, en un claro reflejo de la educación en el país y su permanente crisis.
El sólido y afiatado elenco encarna muy bien y hace reconocibles algunos de los estereotipos del mundo del magisterio, realzando el delirio colectivo.
La puesta en escena resulta además atractiva visualmente por el diseño integral, a cargo de Pablo de la Fuente, y por la musicalización de Alejandro Miranda.
"La pequeña historia de Chile", de una hora y media de duración, resulta una alegoría plenamente vigente, que deja de manifiesto que esta historia tantas veces vista y vivida parece ser perpetua. Un gran aporte su regreso al escenario.
Teatro Finis Terrae. Funciones jueves y viernes, a las 20:30 horas, y sábados y domingos, a las 19:00. Hasta el 3 de agosto.