A dos décadas del estreno de "Uruguayos campeones", sus protagonistas repasan historias del hito audiovisual que revolucionó el Cerro, mezcló fútbol con ficción y se vio en Canal 4.
Un barrio montevideano convertido en set de grabación. Un elenco de 16 actores transformados en futbolistas de Rampla durante un semestre. Tenían preparador físico, entrenaban y jugaban partidos en serio, con hinchada real, en el Estadio Olímpico, donde llegaron a rendir más que los equipos de la C a los que enfrentaban. Todo en nombre de la verosimilitud.
Así era la tónica que imprimía Adrián Caetano como director de Uruguayos campeones, la serie que emitió Canal 4 en 2004 e hizo historia como laúnica ficción nacional con estreno mundial el 3 de junio de 2005 por The Film Zone, bajo el nombre Fútbol Club.
Filmada en el Cerro natal de Caetano, esta comedia impregnada de realismo mezcló pasión por el fútbol, espíritu barrial y una identidad bien charrúa. Los actores coinciden: la mirada "amorosa" del director, su trabajo a nivel humano y el espacio para improvisar marcaron un producto del que se habla hasta hoy, pese a que no puede verse en ningún lado.
Algunos capítulos sobreviven en YouTube, pero en The Film Zone desapareció y hay versiones encontradas en cuanto a la producción que estuvo a cargo de Detaquito Films, promotora de la ficción nacional con tiras como Constructores y Mañana será otro día, y que ya no existe y su posterior distribución.
Caetano, que venía de hacer Tumberos en Argentina, aceptó el proyecto en el auge de su carrera por el deseo de filmar en su barrio y con el fútbol como protagonista "ni por asomo por motivos económicos", aclara a El País, guarda un sabor "agridulce" de la experiencia.
"Es una serie que adoro, pero no hay donde verla. Netflix y Amazon quisieron comprarla hace 10 años, pero Canal 4 y los productores no mostraron voluntad", dice. Asegura que llegó a reunirse con los involucrados y que hay un "secretismo raro" respecto al material. Hasta hace poco siguió en esa "quijotada" de intentar recuperarla.
Oscar Estévez, guionista y productor de la serie, también sueña con reeditarla para que nuevas generaciones la disfruten.
https://www.youtube.com/watch?v=d6TcidvTCqU&t=1481s Muchos protagonistas coinciden en que reeditarla sería la mejor forma de hacer justicia con una serie que no tuvo la difusión que merecía. Los más realistas, como plan B, proponen un picado en el Olímpico y la proyección de algún capítulo.
Casting, fútbol y un barrio movilizado
La invitación original a Caetano fue para dirigir uno de los unitarios de 8X8 (Canal 4), y en ese proceso recuerda Estévez comenzó a gestarse la serie. La idea era contar al Uruguay a través de un club venido a menos y se logró. El casting fue multitudinario y algunos roles se definieron por destrezas en la cancha.
Jorge Temponi, que interpretaba a uno de los arqueros, recuerda entre risas cómo los insultos de la hinchada lo ayudaban a entrar en personaje: "Sufría lo que los jugadores profesionales: el encono irracional a veces, racional otras, de la tribuna".
El Motoneta, un lateral con limitaciones cognitivas y adorado por la afición, marcó un quiebre en la carrera de Rogelio Gracia. "Es uno de los personajes más queribles que me tocó", dice. Se emociona al evocar aquellas primeras tomas, cuando la hinchada de Rampla con el equipo desafiliado, lo que permitió filmar en el Olímpico copaba las tribunas con las bombas brasileras: "Había que hacer fuerza para no desconcentrarse con las emotivas bienvenidas".
Para Gustaf, Iván Vladimir López número 9, padre soltero y vendedor de libros en los ómnibus fue su mejor trabajo actoral, porque no se limitaba al humor.
Un encontronazo en un partido le dejó fractura de nariz y hubo que operarlo: "Rogué que me la dejaran con la ondulación de perfil rumano que me caracteriza y no me la 'normalizaran' como galán de telenovela", cuenta.
Álvaro Armand Ugón, que era el 5 del cuadro, se hizo un esguince de rodilla en un trancazo con Fernando Dianesi y filmó toda la serie lesionado. "Fue una tortura. Las jugadas conmigo las grababan de la cintura para arriba", relata.
En ese intercambio diario con vecinos, María Medive recuerda que un hincha se le acercó para pedir ayuda con una medicación para su hijo: "Fuimos con Margarita Musto a visitarlo a la casa y le llevamos algo".
Realismo en su máxima expresión
La mezcla entre la realidad y la ficción fue una constante en el proceso. Rampla, al igual que en la serie, peleaba por ascender, e increíblemente, fue lo que sucedió ese año.
El personaje de Gustavo Antúnez, villano y mano derecha del rol de Roberto Jones, llevaba el nombre de un familiar de Caetano (Jesús Cancela), cuenta el actor.
La precaria situación del club, dice Álvaro Ahunchain, era idéntica a la de la producción. El actor, cuyo personaje en la serie aseguraba que la plata iba a estar pese a las deudas del club, como productor prometía lo mismo con los sueldos.
A Caetano le consta que a la mayoría de los actores les quedaron debiendo dinero, y una de las consultadas para esta nota no quiso participar por ese motivo. Detaquito Films se fundió tras hacer Uruguayos campeones.
El grado de realismo era tal que Ahunchain, que interpretaba al cura de la iglesia de Cerro, vivió una escena memorable: un hincha se le acercó y dijo: "Tengo un problema de fe, quiero hablar con usted". "Con enorme vergüenza aclaré que era un simple actor", cuenta.
Otra situación insólita: tras la lesión de un actor, al director se le ocurrió la demencia de sumar al hijo de Ahunchain, que terminó interpretando al hijo no reconocido del cura.
La impronta de Caetano fue otro sello. La idea original de Estévez era que el cura fuera bueno y solidario, pero el director lo convirtió en un ser siniestro: "Se juntaba con barrabravas, fumaba porro e iba armado", describe el actor que lo encarnó.
Caetano fomentaba la improvisación porque varias veces no le quedaba otra ante los flojos guiones que recibía: "Se ajustaba sobre la marcha, pero había un rumbo claro", justifica.
Un ejemplo: una mañana Antúnez fue citado a grabar en La Casa Violeta, pero no encontraba su escena en el guion. Caetano la escribió a mano ahí mismo y se la dio. Iba creando la historia de forma auténtica, en una vorágine brutal", resume.
Gabriela Iribarren celebra esa efervescencia: "Filmaba lo que le venía como inspiración. Hacía que todo pareciera un caos que se acomodaba y fluía".
Gustaf asegura trabajar con Caetano lo hizo crecer como actor y anhela repetir la experiencia: "Su forma naturalista de inducir al intérprete al conflicto de la escena fue un hábitat perfecto. Es lo mejor para llegar a la verdad de un personaje".
El lado B de la historia
Entre tantos logros, también hubo desprolijidades. "Es una de las mejores cosas que hice para televisión, pero no quedó como quería", admite Caetano, que solo editó cinco de los 12 capítulos. Se bajó del proyecto porque "no se dieron las condiciones de trabajo".
Está convencido de que The Film Zone compró el producto "a ciegas" por su nombre, tras el furor de Tumberos, pero insiste: "Lo que se vio al aire no tuvo mi supervisión".
El plan original era que América TV emitiera la serie, pero no sucedió. "América pedía revisar los capítulos, pero no hubo cintura ni inteligencia, y perdimos tremendo socio", se lamenta.
Los actores coinciden en que Uruguayos campeones no tuvo la difusión que merecía y sueñan con una revancha. Caetano, en cambio, ya tiró la chancleta.
Le queda la felicidad de haber filmado en su barrio, de haber abordado el fútbol y trabajado con un elenco increíble: "Uno mejor que el otro". No duda de que este hito fue posible gracias a un equipo joven, talentoso y apasionado que "traccionó para sacarlo adelante". Más allá de las sombras, quién les quita lo jugado.