Sábado, 16 de Agosto de 2025

El secreto de Azucena: en medio de la masacre de Tata Dios, una misteriosa mujer desafía su época

ArgentinaLa Nación, Argentina 13 de agosto de 2025

La nueva novela histórica de Exilart está ambientada en Tandil en 1872 En la madrugada del 1° de enero de 1872, Tandil amaneció con un episodio que marcaría su historia: la matanza conocida como la masacre de Tata Dios

La nueva novela histórica de Exilart está ambientada en Tandil en 1872



En la madrugada del 1° de enero de 1872, Tandil amaneció con un episodio que marcaría su historia: la matanza conocida como la masacre de Tata Dios. Liderados por un curandero y predicador popular, un grupo de hombres asesinó a 36 inmigrantes -en su mayoría vascos e italianos, incluyendo a bebés y niños- en una ola de violencia que, según los relatos, se justificaba con un mensaje "divino" sobre el fin del mundo. Detrás del discurso místico, sin embargo, se escondían otras tensiones: el temor de ciertos sectores criollos ante el creciente poder económico y político de los recién llegados, que traían nuevas formas de trabajar la tierra y competían por los espacios de influencia y de decisión.

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Pese a su magnitud, el hecho quedó un poco relegado en la memoria colectiva y cuenta con escasa bibliografía. Esa ausencia de relato fue la chispa que encendió a Gabriela Exilart , escritora marplatense, para convertirlo en el punto de partida de El secreto de Azucena , su nueva novela. En sus páginas, la autora reconstruye el clima social y político de la época, pero lo hace a través de personajes que atraviesan relaciones amorosas, secretos familiares y redes de solidaridad que tienden las mujeres en medio de un contexto hostil. Gabriela Exilart entrelaza la masacre de Tata Dios con una trama de ficción atravesada por un secreto familiar

La historia llegó a ella de manera fortuita, cuando Juan Basterra le regaló su libro Tata Dios , que narra los hechos en clave de crónica periodística. "Lo guardé sin leerlo —recuerda la autora en diálogo con LA NACION—, hasta que el año pasado lo busqué en la biblioteca. Al terminarlo, pensé: ‘Acá hay una historia para contar, acá hay una novela’. " Ese hallazgo dio inicio a un proceso de escritura e investigación que desarrolló en paralelo, como dice que acostumbra: una primera lectura para orientarse, la búsqueda de material bibliográfico y, en simultáneo, la construcción de la trama.

El desafío, explica Exilart, estuvo en equilibrar la información histórica con la fluidez narrativa. "Hay que dosificar los datos porque el lector busca una historia, no un tratado. Hoy prefiero incorporar esos datos a través de los diálogos, poner la información en boca de los personajes. Eso aligera la lectura. El ajuste fino suele llegar en la corrección: ahí es donde decido qué información dejar y qué quitar para que la historia fluya".

En El secreto de Azucena , las mujeres son las que sostienen la trama. La protagonista, una mujer de temperamento fuerte, debe criar a su sobrina Ani mientras enfrenta revelaciones que sacuden su vida. "No es la típica mujer que asiente y acepta -dice Exilart-. Tiene un costado humano y contradictorio. Quería mostrarla así, sin romantizarla". Esa mirada también alcanza a las redes de contención entre mujeres, fundamentales en un contexto rural y en ese momento inhóspito donde las distancias se medían a caballo o en sulky y la soledad formaba parte del paisaje.

En la novela hay una verdad oculta durante años, que condicionará relaciones y decisiones, y que al hacerse público altera el rumbo de la protagonista principal. La trama del libro gira en torno a ese secreto familiar, que funciona como quiebre narrativo y modifica la vida de Azucena y de quienes la rodean. "El secreto de Azucena" de Gabriela Exilart (Plaza & Janés Editores, $35.999)

"Creo que en todas las familias hay, como mínimo, un secreto: algo que se oculta por el bien de alguien, por vergüenza o por cualquier otra razón. Todos escondemos cosas que, tarde o temprano, salen a la luz. Y cuando eso ocurre, también es sanador y clarificador: ayuda a crecer y a enderezar algunas cuestiones. En el caso de Azucena, el secreto que le ocultan es grave y cambia la vida de muchas personas. Pero en la vida real también suceden estas cosas, y por eso trato de que mis novelas sean lo más cercanas posible a la realidad, con personajes humanos, con virtudes y defectos. Estos enfrentamientos familiares, las decepciones, el descubrir que alguien pudo haber hecho algo atroz y sigue viéndote a los ojos como si nada… eso ocurre en la vida", asegura la escritora.

Ese trasfondo íntimo convive en la novela con un escenario local convulsionado. La masacre de 1872 expone un conflicto social claro: el rechazo de parte de la población criolla hacia inmigrantes que iba ganando peso en la región . "Los criollos, dedicados sobre todo a la ganadería, veían con recelo a los inmigrantes que traían la agricultura y el trabajo de la tierra. Ese cambio económico generó tensiones. A Tata Dios, señalado como autor ideológico, se lo usó un poco como chivo expiatorio. Pero detrás había una manipulación política y un objetivo claro: frenar el ascenso de una clase social que estaba ganando espacio", explica Exilart.

"La novela refleja que el ser humano siempre tropieza con las mismas piedras. En este caso se ve el racismo: un odio hacia una clase inmigrante que crecía en poder económico y político, lo que despertaba miedo y llevó a querer "sacarlos del medio" -dice la escritora-. Es lo mismo que hoy vemos con ciertos discursos racistas. La historia es cíclica".

En ese contexto, Gabriela Exilart optó por combinar personajes ficticios con figuras históricas reales como una manera de anclar el relato a los hechos documentados y, a la vez, rendir homenaje a quienes murieron en aquella jornada.

Aunque E l secreto de Azucena se publicó recientemente, Exilart ya tiene en la cabeza otro proyecto. "Estoy corrigiendo un libro ambientado en la provincia de Buenos Aires, a principios del siglo XX. Hay un juego con personajes de mis novelas anteriores, como Diego Alcorta de Tormentas del pasado . Escribir para mí no es un trabajo: es una necesidad y un disfrute. El día que lo sienta como una obligación, lo dejo".
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