Domingo, 17 de Agosto de 2025

Fracking: ¿vuelve y juega?

ColombiaEl Tiempo, Colombia 17 de agosto de 2025

Basta tener presente que una de las principales causas del mediocre desempeño del Producto Interno Bruto durante el segundo trimestre anunciado el viernes, está explicado por el mal comportamiento de la minería

Basta tener presente que una de las principales causas del mediocre desempeño del Producto Interno Bruto durante el segundo trimestre anunciado el viernes, está explicado por el mal comportamiento de la minería.
RICARDO ÁVILA - ESPECIAL PARA EL TIEMPO @RAVILAPINTO
ANALISTA SÉNIOR
El dedo en la llaga lo puso nada menos que César Loza, el presidente de la Unión Sindical Obrera que agremia a los trabajadores de la industria petrolera. Durante una entrevista con la W, concedida la semana pasada, planteó que es necesario reabrir en el país el debate sobre el uso de las técnicas no convencionales para la explotación de hidrocarburos. "Este no tiene que ser un tema que se lleve netamente a un plano ideológico sino a un plano pragmático y de necesidad de garantizar la autosuficiencia energética del país", afirmó. Sin mencionarlo específicamente con ese nombre, el dirigente hizo referencia al conocido fracking, el método mediante el cual se inyectan a alta presión fluidos, arena y químicos para liberar depósitos de petróleo y gas atrapados en formaciones rocosas en el subsuelo. Aunque formalmente su uso está permitido en Colombia, en la práctica el procedimiento se encuentra suspendido hasta nuevo aviso. De hecho, proscribirlo definitivamente fue una de las banderas de la campaña que llevó a Gustavo Petro al poder en 2022. A lo largo de los últimos años el Gobierno ha presentado tres proyectos de Ley en ese sentido, pero es claro que en el Congreso hay opiniones divergentes. El mayor avance de la iniciativa tuvo lugar en la primera mitad de 2023 cuando fue aprobada por la plenaria del Senado, antes de acabar hundiéndose por falta de tiempo. A pesar de la postura oficial que busca cerrarle la puerta para siempre a este sistema, parecería que el viento está cambiando de dirección dentro y fuera de Colombia. Sin ir muy lejos, a comienzos de agosto la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum sorprendió a la opinión cuando aceptó que la compañía estatal Pemex impulsaría un par de proyectos piloto para evaluar la práctica. No pasó mucho tiempo antes de que varios colectivos ambientalistas acusaran a la mandataria de "traición". Más allá de las críticas, numerosos comentaristas resaltan que avanzar en ese frente es urgente. No solo se trata de que la producción de crudo de México está cayendo sino de la elevada dependencia de los Estados Unidos a la hora de suplir las necesidades energéticas internas. Pensar que Donald Trump podría utilizar dicha ventaja para arrodillar a su vecino del sur no suena nada descabellado, por lo cual está en juego la propia seguridad nacional. Además, las pesquisas realizadas muestran un potencial de recursos energéticos considerables que garantizarían la autosuficiencia, impulsarían la economía mexicana y aumentarían los recaudos fiscales. La urgencia Aunque en el caso colombiano no hay crisis a la vista asociadas con la geopolítica, las preocupaciones también están a la orden del día. Sin duda lo más urgente es la caída en las reservas de gas, algo que se ha traducido en importaciones crecientes. Por ejemplo, en junio las compras externas del combustible ascendieron a 187 millones de pies cúbicos diarios, lo cual equivale a una sexta parte del consumo. Tal como van las cosas, esa suma no hará más que aumentar en el futuro cercano. Es verdad que hay un importante yacimiento identificado bajo la superficie del Caribe, frente a la Sierra Nevada de Santa Marta, pero el desarrollo del campo tomará varios años. En el entretanto, serán necesarias mayores adquisiciones a un costo que apunta a superar con creces el del gas nacional, una cuenta que deberá ser asumida por los usuarios. Sobre el papel, el déficit se podría reducir si hay un cambio de postura en el Ejecutivo. En una primera etapa se trataría de permitir la explotación del metano que hay en mantos de carbón tanto en el Cesar como en la Guajira, en lo cual está interesada la empresa Drummond. Dadas las características del depósito, aquí no habría que hacer uso de técnicas no convencionales, si bien se requerirían los permisos del caso. Sin embargo, ante el declive de la producción nacional de hidrocarburos -pues la de petróleo continúa en descenso, así sea a un ritmo más lento- suenan con más volumen las voces de quienes afirmar que hay que ir más allá. Por ejemplo, la gran mayoría de los precandidatos presidenciales tanto en la derecha como en el centro -aparte de los cercanos al Pacto Histórico- han anunciado que le darían luz verde al fracking en caso de llegar a la Casa de Nariño. Esas opiniones posiblemente resucitarán la polémica de antes. Cuando en la década pasada se expidieron una serie de normas que habilitaban el desarrollo de la fracturación hidráulica en el sector extractivo los ataques se centraron en la contaminación de los acuíferos, la sismicidad y la contaminación por gases vertidos a la atmósfera que esta generaría. Uno de los mensajes más efectivos para mover la opinión fue el de plantear la disyuntiva entre petróleo y agua o pronosticar terremotos de gran magnitud. Algunos críticos tomaron ejemplos de otras latitudes para hacer advertencias, aunque la mayoría simplemente replicó las mentiras que se propagaron por las redes sociales para pintar un panorama apocalíptico. Pocos resaltaron que, tan solo en Estados Unidos, se han perforado más de un millón de pozos sin que se haya documentado el desastre que tantos predijeron. Según el experto Juan Benavides los aprendizajes han sido sucesivos. "La más reciente generación del fracking es la 4.0 que integra tecnologías avanzadas para optimizar la extracción y reducir impactos ambientales", sostiene. Agrega que "los tres principales progresos tienen que ver con la perforación mediante sistemas automatizados que usan sensores en tiempo real; el remplazo del agua con fluidos alternativos para reducir su consumo; y el monitoreo digital para predecir fallas y fracturas mediante la utilización de réplicas virtuales de los yacimientos". Dentro de los países que más pronto se comprometieron con las técnicas no convencionales en América Latina aparece Argentina. Desde las épocas en las que el peronismo dominaba la política de ese país comenzó la explotación del área de Vaca Muerta, ubicada en la provincia de Neuquén, que ahora es la columna vertebral de una verdadera revolución energética y que recibe inversiones del orden de los 10.000 millones de dólares anuales. Gracias al desarrollo de la zona, a finales del año pasado la producción argentina de petróleo superó a la de Colombia, una diferencia que no ha hecho más que crecer desde entonces y que será mucho mayor en la medida en que los proyectos en marcha avancen. De la mano de esa transformación se han abierto posibilidades adicionales en el campo industrial, fuera de nuevas fuentes de divisas y empleo. Una de las empresas interesadas en ese auge es GeoPark, comandada por el expresidente de Ecopetrol, Felipe Bayón. "Parte de lo que nos llama la atención de estar allá es aprender a ver si podemos aplicar esos conocimientos aquí, cuando las condiciones sean las correctas", dice el ejecutivo. Semejante auge contrasta con lo que sucede en el territorio nacional. Para nadie es un misterio que Gustavo Petro es el principal abanderado en contra de los combustibles fósiles, lo cual incluye haber suspendido la firma de nuevos contratos de exploración desde el inicio de su mandato. Incluso la Casa de Nariño se ha opuesto al desarrollo del gas, a pesar de que es el combustible que usan tres cuartas partes de los hogares colombianos para sus necesidades domésticas. La gran ironía es que, por cuenta de la pérdida de la autosuficiencia, la huella de carbono atribuible al país es mucho mayor. En lugar de suplir sus necesidades internamente, ahora parte de estas llegan en un buque que debe recorrer cientos de kilómetros para llegar de un puerto a otro, tras contribuir a la contaminación de la atmósfera. Eso para no hablar de la cuenta que se paga en materia de divisas, menores recaudos de impuestos y una menor dinámica económica. Basta tener presente que una de las principales causas del mediocre desempeño del Producto Interno Bruto durante el segundo trimestre anunciado el viernes, está explicado por el mal comportamiento de la minería. Segundo intento Frente a un panorama de declive si el país sigue por la senda de los últimos años surge un potencial que no es despreciable. Según estimativos de la Agencia Internacional de Energía, tan solo en el valle del Magdalena Medio habría 4.600 millones de barriles de petróleo (más del doble de las reservas actuales) y 18 terapiés cúbicos de gas, unas nueve veces lo que hay actualmente. Extraer esos recursos tendría toda la lógica en un mundo que seguirá usando los combustibles fósiles durante las décadas que vienen. Sin desconocer que la transición energética está en marcha y que las fuentes alternativas -como la solar o la eólica- vienen ganando espacio, está lejano el día en que se acaben los hidrocarburos. Por lo tanto, existen múltiples razones debido a las cuales Colombia merece retomar el tema del uso de los métodos no convencionales volviendo a la senda que ya estaba definida. Esta incluye el desarrollo de proyectos piloto con el fin de adoptar determinaciones apoyadas en la evidencia y no en las afirmaciones cuestionables. En su momento, el activismo y las posturas ideológicas impidieran contar con la información que era indispensable para definir los siguientes pasos. Como dice el exministro Tomás González "partimos de una premisa sin fundamento. Es como si en la época de la pandemia hubiéramos desechado el uso de las vacunas para prevenir el covid-19 antes de ensayarlas". Reabrir el tema sin duda ocasionará polémicas y llevará a sectores radicales a oponerse tanto en el terreno como en las cortes a cualquier iniciativa, invocando el principio de precaución que equivale al refrán de "ante la duda, abstente". Ante esa eventualidad, González recuerda que se trata de ir paso a paso. "Si tomamos decisiones sin bases objetivas, basándonos en lo que dice quien más ruido haga, el futuro se vuelve muy difícil", agrega. Aun si se logran superar los obstáculos actuales, es importante entender que nada ocurrirá de la noche a la mañana. Aparte de los trámites administrativos y legales que se requieren para perforar los pozos piloto, son necesarios recursos importantes que ascenderían a varias decenas de millones de dólares. Parte de ese dinero sería aportado por Ecopetrol que sin duda debe estar presente, aunque sus finanzas han empeorado por cuenta de estrategias cuestionables. Pero también se requiere la presencia de alguna de las multinacionales con más experiencia en fracturación hidráulica. Aquí el problema es que en los que más saben del asunto optaron por empacar maletas e irse del país. Gigantes como Exxon, Chevron, Conoco-Philips, Shell y Occidental Petroleum vendieron o suspendieron operaciones en Colombia y se concentraron en otras latitudes. Traer a alguna de vuelta exigirá convencerla de que la hostilidad de hoy será remplazada por el ánimo de establecer alianzas de largo plazo. Aparte de lo anterior habrá que superar obstáculos relacionados con ingeniería, disponibilidad de equipos e insumos, logística y manejo de las comunidades. Incluso si los escenarios optimistas se confirman y los hallazgos iniciales son promisorios, crear un ecosistema con múltiples actores que sirva para ganar tracción y abaratar costos, tomará tiempo. Debido a ello, es mejor no subir demasiado las expectativas sobre un auge inminente con el fin de evitar decepciones. Aún así, no exageran quienes dicen que el déficit de hoy en materia de gas podría reducirse con cierta celeridad si el país comienza a enmendar la plana, para luego proceder a algo mucho más ambicioso que lograría cambiar radicalmente el preocupante panorama energético. Pero ello requiere, para comenzar, liderazgo por parte de las autoridades y reglas de juego claras, algo que no pasa actualmente. Arrancar con una página en blanco y empezar a hacer las cosas bien, traería réditos importantes. "El aumento de oferta por fracking aumentará los recursos fiscales del país, eliminará la amenaza de desabastecimiento, reducirá el costo del gas para los hogares y la industria, y puede convertirse en una oportunidad de desarrollo de las regiones productoras", sostiene Juan Benavides. Pero nada de eso sucederá si no se hace la tarea. Por ello es urgente reabrir una discusión pendiente y educar a la ciudadanía a ver si esta vez pesan más la razón y las urgencias que las mentiras y los falsos dilemas.
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