Lunes, 18 de Agosto de 2025

El niño, la rosa y los medios

ColombiaEl Tiempo, Colombia 18 de agosto de 2025

Crecí en la década de Caroline y "John John", los hijos del presidente Kennedy, y, a pesar de haber nacido en este país, con tantos niños huérfanos por las violencias -la mayoría sin nombres ni apellidos-, la imagen de orfandad que recuerdo está ligada a ese pequeño niño, vestido con un abriguito impensable para estas latitudes, haciendo un saludo militar frente al féretro del padre-presidente asesinado, al lado de su hermana mayor y de su bella madre, Jackie

Crecí en la década de Caroline y "John John", los hijos del presidente Kennedy, y, a pesar de haber nacido en este país, con tantos niños huérfanos por las violencias -la mayoría sin nombres ni apellidos-, la imagen de orfandad que recuerdo está ligada a ese pequeño niño, vestido con un abriguito impensable para estas latitudes, haciendo un saludo militar frente al féretro del padre-presidente asesinado, al lado de su hermana mayor y de su bella madre, Jackie. Aquella toma en blanco y negro que asocio con el pánico infantil de ver por primera vez la muerte del padre en las noticias conserva, sin embargo, un raro toque de glamur, en medio del dolor. Cada generación tiene sus imágenes grabadas en la memoria colectiva, y tiene también sus noticieros, sus revistas del corazón y sus crónicas rojas… o rosadas. El costo lo pagan esos "personajes" despojados de su complejidad y de su agencia, que fueron convertidos en símbolos tempranos, y se vieron obligados a repetir libretos de salvación relacionados con un episodio doloroso, repetido casi al infinito por los medios. Al ver las transmisiones del funeral de Miguel Uribe Turbay, con la alusión continua a la repetición de la tragedia que amarra al padre con el hijo, me parece imperativo insistir en la responsabilidad de los medios de comunicación de este siglo XXI frente al cubrimiento de esas noticias en las que los niños son víctimas de violencias, como el caso de este niño de cuatro años que asiste al funeral del padre. Su presencia en esa ceremonia, que es ineludible para atravesar un proceso de duelo, merece un respeto pleno, difícil de garantizar en semejantes circunstancias mediáticas, y es justamente en esa línea tenue entre el derecho a informar y el respeto por la intimidad y la identidad de los menores donde debe invocarse el interés superior de los niños y la prevalencia de sus derechos, consagrados en la Constitución Política de 1991 y en el Código de Infancia y Adolescencia de 2006. En el Artículo 33 del Código citado se expone claramente "la protección (del niño) contra toda injerencia arbitraria o ilegal en su vida privada, la de su familia, domicilio y correspondencia…", y ese artículo se complementa con el 47, que trata de "las responsabilidades especiales de los medios". En ese artículo se exige "abstenerse de entrevistar, dar el nombre, divulgar datos que identifiquen o que puedan conducir a la identificación de niños, niñas y adolescentes que hayan sido víctimas, autores o testigos de hechos delictivos", y no podemos olvidar que ese niño al que todos hemos visto de cerca, con una rosa blanca, y sin ninguno de los mecanismos para difuminar o pixelar la cara, es una víctima, como lo son tantos niños y niñas, tantas veces anónimos, y tantas veces explotados por los medios, con fines diversos. Todos necesitan reelaborar y transformar sus historias, poco a poco, y armar, con las historias que les cuenten (y se cuenten), otros significados para cambiar el curso de la fatalidad o, al menos, para darle significado. Puesto que todos los niños y las niñas que han sido víctimas de la vulneración de sus derechos son más que figuras públicas, o símbolos de reflexión o llamados a la acción o representantes de una clase social o de una ideología, conviene tener en cuenta las consecuencias presentes y futuras de esa sobreexposición mediática en el desarrollo emocional y en el proyecto vital de cada uno. En estos tiempos de redes sociales, con cifras de engagement que premian con likes esas historias con tintes entre el rosa y el rojo, los medios necesitan una alfabetización básica sobre las consecuencias, presentes y futuras, de grabar la historia de un niño, con tanto todavía por inventar, para ganar audiencias.
Habitación propia
Yolanda Reyes
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