Sábado, 23 de Agosto de 2025

Ritos contra un sesgo nefasto

ArgentinaLa Nación, Argentina 19 de agosto de 2025

Acaso el amor y el tiempo están hechos de la misma materia misteriosa e inabordable Tal vez damos por sentadas demasiadas cosas y demasiadas personas

Acaso el amor y el tiempo están hechos de la misma materia misteriosa e inabordable



Tal vez damos por sentadas demasiadas cosas y demasiadas personas. No es un juicio de valor. Me pasa lo mismo. Nos pasa a todos. Harper Lee escribió algo tan cierto que duele, en Matar a un Ruiseñor : "Uno no ama respirar". Es complicado traducir, especialmente sin contexto. Así que ahí va. Lee dice: "Hasta que temí perderlo, nunca me gustó leer. Uno no ama respirar."

Damos por sentada desde esta buena salud que tenemos hoy (sentirse bien es como no sentir nada) hasta esa persona que nos acompaña, parecería, desde siempre.

Está bien, concedido; es un sesgo sin el que nos resultaría muy difícil vivir. Bastante tenemos ya con lo que nos falta para, además, preocuparnos por lo que sí tenemos. Pero como todo sesgo, tiene un lado oscuro. Varios, en realidad.

De todas las cosas que damos por sentadas, la más intangible y transparente es el tiempo. Todos creemos tener tiempo. Nos conmueven las historias que demuestran el error colosal de olvidar que el tiempo huye, pero casi de inmediato archivamos el asunto. No tenemos tiempo para pensar en el tiempo; y pensar en el tiempo lleva tiempo.

¿Cuál es el sentido, además? No solo no podemos controlarlo, sino que, como para añadirle suspenso, nadie sabe cuántas horas le tocarán en suerte. Importa poco cuál sea nuestra estrategia al respecto. El tiempo de todos modos es transparente. Me gusta pasar mucho tiempo sin hacer nada, porque es ahí cuando se me ocurren ideas, pero cada cual hace lo que puede con este dilema. En general, lo desactivamos, que es una forma más o menos sabia de lidiar con los conflictos que nos exceden.

Pero hay una diferencia sutil entre desactivar y dar por sentado. El tiempo, cuando menos, tiene una ventaja. No le importa. No sabemos con exactitud qué es. Aprendimos a medirlo. Y sabemos que es impasible.

El escenario cambia por completo cuando dos personas se conocen y establecen un vínculo. Si esa relación prospera, y dentro de ciertos parámetros de salud mental, va a prosperar si se hacen bien mutuamente, más tarde o más temprano cometerán el error de convertir al otro en parte del inventario. Pasa con la salud, pasa con tus seres queridos. Por eso, quizás, aquello de tener un millón de amigos no solo es una hipérbole inofensiva, sino también una metáfora de la forma en que a veces nos vinculamos. Nos adocenamos, más bien.

Como nos pasa con todo lo que damos por sentado, se nos haría muy cuesta arriba sostener cualquier relación, sobre todo las más íntimas, si fuéramos siempre conscientes de que nada es del todo seguro y que esa persona que parece que siempre va a estar podría un buen día retirarse sin más.

Pero tiene, el amor (cualquier forma del amor), algo de mágico y algo de contradictorio. Como con el tiempo, no lo controlamos. Esto es algo que deberíamos asumir de una vez. Podemos hacer un montón de cosas, pero no sentir algo que no sentimos ni conseguir que el otro sienta algo que no siente. O dejar de sentir eso que sentimos. O lograr que el otro deje de sentirlo. Estamos a merced del amor del mismo modo que estamos sometidos al tiempo. Acaso están hechos, ambos, de la misma materia misteriosa e inabordable.

Pero tenemos los ritos. Si la fe es un antídoto contra la tiranía implacable del tiempo, los pequeños ritos amorosos tienen el poder de mantener bajo control este sesgo nefasto de que el otro siempre va a estar. Estos son algunos de mis favoritos. Nunca irse a dormir enfadados. Saludarse siempre con un beso, que no somos colegas. Brindar cada noche, incluso cuando no haya sido un buen día. Y reservar un rato de cada jornada, aunque sean solo diez minutos, para descansar de las batallas cotidianas, repantigados en el sofá o donde sea. Sin motivo, o simplemente porque de todas las personas del mundo, no hay ninguna otra con quien sintamos toda esa paz.
La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela