Trump y Putin: manipuladores sin límites
El mundo, para vivir en paz, está dependiendo de dos ególatras.
Putin y Trump tienen al menos una gran coincidencia. Ambos buscan atemorizar al adversario para lograr sus cometidos. Uno con su terrorífico poder nuclear, otro con una economía cerca de cinco veces superior a la rusa, además de su formidable capacidad bélica. Para los dos, amenazar es fundamental. Probablemente ninguno ha leído a Maquiavelo, aunque para gobernar practican su lema: por amor o por temor.
Finalmente, uno y otro dan susto, son manipuladores, en lo que Putin es excelente. El líder de Rusia, durante 25 años, se ha impuesto a los presidentes de Estados Unidos. Obama fue el más ingenuo y asustadizo. En 2014, paralizado por la anexión de Crimea, eludió que Putin estaba sometiendo a prueba la reacción de Estados Unidos frente al precedente de incorporar a Ucrania a la esfera de influencia rusa, como lo fuera durante la Unión Soviética. Meses después afirmaría ante la Asamblea General de Naciones Unidas que "ninguna nación debería tratar de dominar a otra nación". Sin más prevención, tal declaración sería esperable en una candidata a Miss Universo y no en el líder de la primera potencia del mundo, amagada por Putin.
También habría que recordar cómo Putin -con su experiencia de jefe de la KGB, la terrorífica policía secreta soviética- logró aterrorizar a Ángela Merkel en su primera entrevista en el Kremlin. Conocedor de que la Canciller alemana les tenía pavor a los perros, por haber sido mordida en su juventud, permitió que se incorporara sorpresivamente a su mascota, un labrador negro, que saltó a la falda de Merkel. Fue en esa cita cuando Merkel se comprometió a vetar el ingreso de Ucrania a la OTAN.
Impactante fue la recepción de Trump a Putin en Alaska, aplaudiéndolo y abrazándolo efusivamente. A pesar de la acogida, el Presidente ruso no cedió en lo más mínimo: volvió a rechazar el cese del fuego y sigue bombardeando a los ucranianos mientras no se acceda a sus pretensiones territoriales, y se convenga formalmente dejar a Ucrania fuera de la OTAN y privada de garantías para su seguridad e independencia.
Reveladora es la imagen de esta semana en que Trump aparece sentado detrás de su escritorio en su despacho en la Casa Blanca, rodeado de sus aliados europeos, dando estos la impresión de estar sometidos a sus monsergas. Seguramente los mandatarios están conscientes de que Trump puede imponerles nuevas tarifas o restarse a defender a Europa ante otra agresión de Putin. En cambio, Zelenski y el heroico pueblo ucraniano no ceden a la adversidad. Con su resistencia sorprendieron a Putin y forzaron el apoyo europeo
Lo verdaderamente terrible es que el mundo, para vivir en paz, está dependiendo de dos ególatras, con escasos límites externos en el uso de su poder y ninguno para desencadenar una guerra nuclear: les basta con apretar un botón.