Avanza restauración de Parque y Casona Arrieta
El conjunto, declarado Monumento Histórico Nacional, hoy alberga la sede de un colegio. Acaba de concluir la primera fase de rescate que incluye sus fachadas.
El Parque Arrieta, en las alturas de Peñalolén, es un remanso de paz. Entre grandes árboles centenarios surge una enorme casona que, a fines del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, fue epicentro de tertulias culturales y, especialmente, musicales.
Eva Flandes, rectora de la Universidad SEK, señala que la Facultad de Patrimonio Cultural de este plantel funcionó en el Parque Arrieta desde 1991 hasta 2015, y durante ese período se intentó recuperar el rico pasado histórico del inmueble a través de una amplia oferta de actividades de extensión.
"Acá vivieron Juan y Mariano Egaña, y de hecho conservamos las cartas entre ambos cuando Mariano Egaña estuvo como representante diplomático de Chile en Londres y fue adquiriendo réplicas de esculturas grecorromanas que aún están presentes en el parque, como la Diana cazadora", apunta Flandes. La autoridad también recuerda que este último trajo valiosas especies de Europa e introdujo en Chile el boj: un arbusto de enorme poder decorativo.
En el siglo XIX la casona y el parque fueron comprados por José Casimiro Arrieta y Perera, un uruguayo que a los 12 años había sido enviado a nuestro país a continuar sus estudios. Casado con la chilena Mercedes Cañas, en su hogar se habilitó una sala de música donde se realizó uno de los primeros conciertos de cámara en Chile.
A mediados del siglo XX se vendieron el parque y la casona y, posteriormente, varios dueños y ocupantes, entre otros Caritas Chile, el grupo musical Los Jaivas y las monjas de Santa Clara, fueron dejando su huella, hasta que fueron adquiridos por la Institución Internacional SEK. La entidad educacional contribuyó a que el inmueble y el parque fueran declarados Monumento Histórico Nacional, en 1991, y hoy todo este paño alberga una de las sedes de los colegios SEK, parte del mismo conglomerado educativo.
"Durante el tiempo en que estuvo ahí nuestra universidad se hicieron algunas restauraciones, sobre todo de esculturas y la balaustrada, pero llegó el terremoto del 2010 y si bien la casa de adobe sobrevivió estupendamente, igual hubo deterioros", explica Eva Flandes. Advierte que los proyectos de restauración son de largo aliento y necesitan la aprobación del Consejo de Monumentos Nacionales. "Después de toda esa tramitación, iniciamos la rehabilitación más importante de la obra. La primera fase ya finalizó e incluyó parte de las fachadas. Quedan pendientes el rescate de la fachada trasera y el jardín posterior, que son magníficos", afirma.
El arquitecto Felipe Ariño, de la oficina Grupo Creativo, junto a Kalam -empresa española especializada a nivel mundial en restauración y recuperación de edificios patrimoniales-, lideró las labores de esta primera fase. Su oficina está emplazada en la misma casona y desde ese privilegiado entorno comenta que desde 2015, cuando se reubicó este campus en Bellavista, hasta 2018, en que se traslada a Peñalolén una sede del Colegio SEK, "la casona y el parque estuvieron en desuso y eso los deterioró bastante, sobre todo a nivel de fachadas". Detalla que las canaletas estaban desprendidas y eso empezó a generar filtraciones, humedad en las maderas y caídas de tablas de los aleros. "Varios marcos de las ventanas estaban podridos y también, al no haber un proceso de mantención como corresponde, a las rejas solo se les colocó capas y capas de pintura".
Después de una limpieza y tras remover estas capas, explica Ariño, comenzaron a aparecer los detalles ornamentales originales del inmueble, "como una flor de metal con una aleación de plomo y antimonio. Lo que hicimos fue rescatar lo que estaba oculto y reparar lo que ya no tenía muchas posibilidades de salvarse".
El arquitecto destaca que se abocaron a rehabilitar las fachadas poniente y norte, y esta última "fue la que tuvo mayores cambios, porque era la más deteriorada, la más expuesta al sol, con un montón de enredaderas y árboles que le estaban afectando sus bases. Se tuvo que volver a hacer un muro de contención, todo un trabajo de reparación estructural y se cambiaron las vigas de roble para volverlas a su forma original".
Mario Hinojosa, director del Colegio SEK Austral de Peñalolén, considera que la conclusión de esta primera fase de restauración "es una obra importante no solo para nuestro establecimiento, sino que también para el país. Esperamos de a poco ir abriendo las puertas a todo el mundo, como ocurría hace algunos años, cuando acá funcionaba la universidad. La idea es terminar las próximas etapas y estar disponibles para el Día de los Patrimonios".