Miércoles, 10 de Septiembre de 2025

Creer y no creer

ColombiaEl Tiempo, Colombia 10 de septiembre de 2025


Miguel Gómez Martínez
Envejecer tiene el encanto de dejar de creer en cosas


Miguel Gómez Martínez
Envejecer tiene el encanto de dejar de creer en cosas. El paso del tiempo trae una perspectiva que permite decantar muchos de los errores de la juventud. Apasionado por los temas económicos, hoy soy consciente que estaba equivocado y abracé causas que no eran las correctas. Por ejemplo, estudié en la época en que proliferaban los monopolios públicos. Mi reacción contra su ineficiencia y corrupción me hizo creer que la libertad de empresa era lo fundamental. Con el tiempo me di cuenta de que lo más importante es la libertad de los mercados y la competencia. Por eso, de paso, dejé de creer en los gremios, que defienden empresas y no mercados competitivos. Tampoco creo en la "mano invisible" que transforma egoísmo individual en bienestar colectivo. Hoy creo que el oligopolio, la forma más característica del capitalismo moderno, es el modelo más imperfecto y peligroso de mercado. El "capitalismo de amiguetes" es peor que los monopolios públicos que aborrecía en mi juventud. Dejé de creer en las pomposas "políticas públicas". Entendí que son diseñadas por burócratas- nacionales y extranjeros- que poco saben de la realidad y que se empeñan en imponer una visión ideológica- por lo general obsoleta- de lo que el país supuestamente necesita. Detrás de cada una de ellas hay billones de pesos en expertos, asesores, contratistas y políticos que se lucran de iniciativas que nunca llegan al ciudadano ni cambian gran cosa. Con el paso del tiempo entendí que no hay substituto para el crecimiento y para ello hay que ser productivo y competitivo. Estos son dos conceptos que los empresarios poco entienden y que les incomodan porque desnudan sus ineficiencias. Por ello les gustan tanto los subsidios y los controles de precio. Un país sólo puede crecer y crear empleo en la medida en que compita con productividad, algo de lo que muy poco hablamos. Creo que el impacto redistributivo del gasto público es marginal porque su eficiencia es muy baja. No creo que gastar más en educación de pésima calidad mejore el bienestar y pienso que nuestro modelo de educación pública es un colosal fracaso. Estoy convencido que la Universidad actual- pública y privada- es parte esencial del problema nacional y no de la solución. Todavía hay cosas que creía y hoy creo. Por ejemplo, que se "exporta para importar" y me gusta el libre comercio. La mejor política económica es la que mantiene los desequilibrios fiscales y el endeudamiento bajo control. Quiero un sistema tributario que estimule la inversión y el ahorro, que son dos caras de la misma moneda. Creo que la inversión de hoy son los empleos del mañana. Me gusta la independencia del Banco Central y pienso que todo subsidio permanente es malo. Lo bueno de envejecer no es creer en certezas; es dejar de creer en tantas cosas que deslumbran en la juventud. *** Coletilla: ¡Qué mediocridad sacar pecho porque logramos clasificar al Mundial derrotando a Bolivia!
Consultor empresarial migomahu@gmail.com @miguel.gomez.m
La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela