Sábado, 13 de Septiembre de 2025

¿Cómo era la economía de Costa Rica en 1821? El café no era la base de la producción

Costa RicaLa Nación, Costa Rica 13 de septiembre de 2025

El café abrió las puertas de Costa Rica al mercado mundial, pero en 1821 aún era desconocido para la mayoría de la población; le contamos cómo funcionaba entonces la economía.

El 15 de septiembre de 1821 no solo marcó la independencia política de Centroamérica, sino también el inicio de una etapa de transformación económica.

Costa Rica era todavía muy pequeño con apenas 60.000 habitantes, una esperanza de vida de 30 años y una economía que mostraba tanto herencias del periodo colonial como los primeros esfuerzos por abrirse al comercio internacional en medio de monedas españolas y trueques.

Manuel Chacón, docente e investigador del Centro de Investigaciones Históricas de América Central de la Universidad de Costa Rica (UCR), explicó a El Financiero cómo era la economía del país en dicho periodo.

Un imperio en crisis

"La economía de Costa Rica en 1821 no puede entenderse sin el contexto del declive del Imperio español", comentó Chacón.

Durante el siglo XVIII, las reformas borbónicas habían intentado reforzar el control sobre América y limitar la corrupción, pero el esfuerzo llegó tarde. España enfrentaba guerras costosas contra Inglaterra y Francia, además de la invasión napoleónica en 1808, que debilitó aún más a la Corona.

La consecuencia directa fue una presión fiscal creciente sobre las colonias, con préstamos forzosos y restricciones comerciales. Para Costa Rica, esto significó convivir con un sistema desgastado, en el que los productos locales apenas encontraban salida en mercados regionales y el contrabando suplía las carencias de la ruta oficial.

Los primeros productos de exportación

Durante buena parte del siglo XVII y la primera mitad del XVIII, el cacao fue la base económica de la provincia.

Cultivado principalmente en Matina, en la vertiente atlántica, este producto se comercializaba de dos formas: legalmente, bajo las rutas autorizadas por la Corona española, y de manera clandestina a través de contrabando con comerciantes ingleses, franceses y holandeses.

El sistema mercantilista impuesto por España limitaba los puertos autorizados para comerciar, lo que empujaba a muchos productores a recurrir a vías ilegales. Sin embargo, a partir de la década de 1770 el cacao perdió importancia y dio paso al cultivo de tabaco.

En 1782, la Corona otorgó a Costa Rica el monopolio de la producción tabacalera para Centroamérica, administrado por la llamada Factoría de Tabacos ubicada donde ahora está el Banco Central en San José, y que regulaba quién podía sembrar y cómo se debía comercializar la hoja.

Aunque el privilegio fue retirado diez años después por la supuesta baja calidad del producto, dejó una huella que permitió la monetización de la economía al incrementar la circulación de monedas en el territorio.

Así, para 1821 ambos productos ya habían circulado lo suficiente y el país ya se animaba a comercializar más allá. Según Iván Molina y Steven Palmer en su libro Historia de Costa Rica, el palo brasil se convirtió en un artículo de exportación decisivo entre 1800 y 1840.

Este árbol crecía en la costa del Pacífico centroamericano, por lo que rápidamente fue aprovechado por los habitantes y enviado a comerciantes residentes en el Valle Central cuyos clientes eran, principalmente, ingleses.

Durante la colonia, el intercambio de tintes tuvo un papel clave, explicó el periodista, escritor y cuentista Rodolfo González. Del palo brasil se extraía un tinte rojizo, que se convirtió en un recurso estratégico para el mercado textil europeo.

Dicha producción se dio en un contexto donde Europa comenzó a abastecerse de materia prima para tintes desde otras regiones como India y África, pero pronto provocó un desplome del comercio del añil americano. Esta caída generó una crisis económica significativa en toda la región durante los últimos años coloniales y por eso surgió la comercialización del nuevo árbol.

De esa forma, se comenzó a llenar parcialmente el vacío. Aunque no ofrecía el característico color azul del añil, su tinte rojizo permitió que se continuara la producción de telas teñidas.

Sin embargo, no prosperó a largo plazo como se esperaba, pues como Molina y Palmer aseguraron en su escrito, Nicaragua poseía una reserva mucho mayor de los ejemplares. Estos se agotaron rápidamente en Costa Rica y, por otro lado, los árboles sobrevivientes resultaban poco atractivos al mantenerse en terrenos no adecuados para su desarrollo.

Como resultado los comerciantes se vieron en la obligación de buscar un producto más estable, y así vieron en el café la oportunidad perfecta.

Los primeros pasos del café

"Cuando se proclamó la independencia, el café apenas asomaba en la economía costarricense. Existe registro de una primera exportación hacia Panamá en 1820, pero se trataba de un cultivo experimental, sin la magnitud que alcanzaría años después", explicó Chacón.

No fue sino hasta la década de 1830 cuando comenzó a exportarse con cierta regularidad, y hacia la década de 1840 se consolidó como el motor económico del país.

El café abrió definitivamente las puertas de Costa Rica al mercado mundial y transformó la estructura productiva, pero en 1821 aún un cultivo incipiente, desconocido para la mayoría de la población.

En 1821 Costa Rica era una provincia con una economía incipiente y diversificada, pero sin un producto de gran escala que la conectara de forma permanente al comercio internacional. La base todavía agrícola y minera, con fuerte dependencia del tabaco, la caña, la minería de oro y las exportaciones de víveres hacia Panamá.

Minería y primeras monedas

A partir de 1815, con el descubrimiento de yacimientos auríferos en los Montes del Aguacate, la minería comenzó a adquirir un papel relevante. Durante la década de 1820, tras la independencia, el oro se consolidó como un producto de peso para la economía local.

La riqueza minera fue tan significativa que llevó a las autoridades a gestionar la creación de una casa de moneda en Costa Rica. En 1825, bajo la Federación Centroamericana, se acuñaron las primeras monedas en una sede provisional en Alajuela, en el poblado de San José de los Horcones.

Posteriormente, la actividad se trasladó a San José, donde la Casa de Moneda operó de manera más regular.

Panamá y Nicaragua como principales socios comerciales

Uno de los rasgos más llamativos de la economía costarricense de inicios del siglo XIX fue su fuerte vinculación con Panamá. Hacia este territorio se exportaban víveres como maíz, trigo, bizcochos (un derivado del trigo), culantro y chiles.

Nicaragua, por su parte, era uno de los principales compradores del tabaco costarricense, especialmente en los años inmediatos a la independencia.

La relación con Panamá no era nueva: desde finales del siglo XVI Costa Rica había mantenido lazos comerciales con este territorio, primero con el envío de alimentos y luego con exportaciones vinculadas al cacao y el tabaco.

Esta cercanía consolidó a Panamá como un socio estratégico, mientras que Nicaragua complementaba la actividad con la compra de productos agrícolas.

Una economía de subsistencia

Más allá de los productos de exportación, la vida cotidiana de la mayoría de los habitantes se desarrollaba en pequeñas unidades productivas de autoconsumo.

En ellas se cultivaban maíz, frijoles, hortalizas y se criaba algo de ganado en pequeña escala. Estas fincas abastecían a las familias y permitían la subsistencia en un territorio poco integrado y con escasa infraestructura.

En paralelo, existían haciendas más grandes dedicadas al cacao en Matina y, posteriormente, a la caña de azúcar en el Valle Central, donde se concentraban mayor riqueza y estaban vinculadas al comercio regional.

La independencia no supuso un cambio inmediato en este modelo, pero sí abrió el camino a transformaciones más profundas. En las décadas siguientes, el café se consolidaría como el cultivo que marcaría la ruta de desarrollo económico y social del país, integrando a Costa Rica al circuito mundial y definiendo su identidad productiva durante el siglo XIX.

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