Tentación argentina: pendiente peligrosa
Douglas Viloria
Hablar de argentinización no es un recurso fácil ni una exageración
Douglas Viloria
Hablar de argentinización no es un recurso fácil ni una exageración. Es una alerta: un proceso gradual que comienza con gasto desbordado, sostenido con prácticas fiscales cada vez más riesgosas, y debilitando instituciones. No ocurre de un día para otro: es una pendiente resbaladiza. Y Colombia muestra síntomas que hemos visto antes en países que creyeron que "eso allá no pasa". El punto de partida es el mismo de siempre: el gasto público. El recaudo no crece al ritmo necesario y, en vez de reformas que reduzcan el gasto, surgen mecanismos cada vez más insostenibles para financiar déficits: endeudamiento creciente y más costoso, nuevos impuestos sacados con tirabuzón que exprimen lo que queda, y contabilidad creativa para suavizar las cifras. El apetito por gastar no desaparece; la capacidad de financiarlo sanamente, sí. Lo urgente desplaza a lo importante, y cada parche suma presión fiscal. En este contexto, el BanRepública ha sido uno de los pocos guardianes que resiste. La presión política por recortar tasas ha sido constante, pero la independencia persiste. Esa resistencia vale oro: basta mirar a la Argentina para entender lo que pasa cuando la política monetaria se subordina al Ejecutivo. La inflación se vuelve la válvula de escape, y recuperar la credibilidad cuesta décadas. La credibilidad también se juega en cómo se reportan los datos. En semanas recientes surgieron alertas sobre posibles cambios metodológicos en el Dane para maquillar indicadores de pobreza. Es un desliz peligroso. Así empezó Argentina: ajustando estadísticas -como la inflación- no solo para aparentar mejoras de corto plazo, sino también para reducir pagos de bonos indexados, lo que derivó en una censura del FMI por manipulación de datos. Una vez se abre esa puerta, cerrarla es casi imposible. Otro riesgo es el uso político del ahorro privado. La presión para que los fondos de pensiones repatríen recursos recuerda a Argentina en 2008, cuando se justificó la estatización con un discurso de solidaridad. Desde entonces, el ahorro dejó de ser de los afiliados y se convirtió en una caja más del gobierno, con restricciones que anteponen lo político al retorno financiero. Estas señales resuenan en los mercados internacionales. La operación en francos suizos recuerda a los swaps de Grecia a comienzos de siglo: inicialmente dieron oxígeno, pero a costa de compromisos más onerosos. La sofisticación financiera no elimina los riesgos; los multiplica si se usa para ocultar la realidad. Y aunque algunos celebran la creatividad fiscal, lo cierto es que cada atajo mina la confianza y deja al siguiente gobierno sin margen para ordenar la casa. La historia de Macri en Argentina es otro espejo: un gobierno que llegó con mandato de cambio y discurso pro-mercado, pero sin margen político para hacer las reformas difíciles. El apoyo se esfumó, las reformas quedaron a medias y el país terminó más vulnerable. La pregunta, entonces, no es si ya somos Argentina. Es si vamos en camino. Y si tenemos el coraje de frenar a tiempo.
Macro Portfolio Manager.