Jueves, 18 de Septiembre de 2025

Del aula al trabajo: el sistema educativo alemán

ArgentinaLa Nación, Argentina 16 de septiembre de 2025

Meses atrás, en este mismo espacio presenté a los lectores cinco propuestas para comenzar a revertir la tremenda realidad educativa que vive nuestro país

Meses atrás, en este mismo espacio presenté a los lectores cinco propuestas para comenzar a revertir la tremenda realidad educativa que vive nuestro país. Hoy quiero detenerme en una de ellas: el sistema de educación dual alemán.

Veamos los hechos. La Argentina convive con una paradoja dolorosa: mientras millones de jóvenes transitan la escuela secundaria sin encontrar motivación para concluirla, otros tantos, habiendo finalizado su educación obligatoria, no estudian ni trabajan. Al mismo tiempo, muchas empresas señalan que no logran cubrir puestos de trabajo por falta de preparación adecuada en la población disponible.

Esta brecha entre el mundo educativo y el productivo no sólo condena a los jóvenes a la frustración y a la exclusión social, sino que además limita la competitividad de nuestro país. Frente a esta realidad, resulta imprescindible mirar experiencias internacionales que han demostrado eficacia para articular escuela y empleo. Entre ellas, el sistema de educación dual, originario de Alemania y replicado con variantes en diversos países, se presenta como una referencia ineludible.

Durante mayo 2018, invitado por la Fundación Friedrich Naumann, tuve la oportunidad de visitar varias ciudades alemanas y comprobar in situ las virtudes de su particular sistema de educación. El corazón del mismo consiste en la alternancia entre formación en instituciones educativas y aprendizaje en empresas. No se trata de pasantías ocasionales ni de un mero complemento, sino de un entramado sistemático en el que los jóvenes dividen su tiempo entre el aula y el lugar de trabajo. Durante los últimos años de la escuela secundaria, los estudiantes que optan por este sistema adquieren competencias prácticas mientras consolidan conocimientos teóricos, conforme avanzan los años aumenta el tiempo en la empresa respecto del dedicado al aula. El Estado financia y regula la parte escolar; las empresas asumen la responsabilidad de entrenar, remunerar y acompañar a los aprendices; y ambos comparten estándares de calidad.

Alemania cuenta con alrededor de 350 profesiones reconocidas dentro del sistema, con programas de entre dos y tres años y medio. Los aprendices perciben durante ese período un salario cercano a un tercio del que recibe un trabajador al inicio de su carrera. El 80% de las firmas que participan son privadas y cuentan con incentivos fiscales. El esquema se encuentra reglamentado por la Ley de Formación Profesional y respaldado por los sindicatos, lo que ha permitido formar técnicos altamente calificados y sostener niveles bajos de desempleo juvenil, incluso en tiempos de crisis.

El modelo alemán descansa en pilares que van desde la cooperación estrecha entre Estado y empresas hasta la certificación rigurosa de competencias, la capacitación de tutores, la flexibilidad sectorial y, sobre todo, la aceptación social de la educación técnica como una opción prestigiosa. Sin ese reconocimiento cultural, difícilmente pueda funcionar.

El atractivo del sistema dual se ha extendido más allá de Alemania: Austria, Luxemburgo, Suiza y otros países europeos lo aplican con variantes, mientras que miembros de la Unión Europea como España, Italia o Portugal lo adoptaron para enfrentar altos niveles de desempleo juvenil.

A modo de ilustración veamos la experiencia de la Comunidad de Madrid, donde en 2012 se estableció el sistema. Un trabajo de Samuel Bentolila, Antonio Cabrales y Marcel Jansen, 2017, reporta que los egresados de las primeras cohortes que cursaron en la modalidad dual trabajaron un 27% más días equivalentes a jornada completa en el primer año tras la graduación y percibieron ingresos un 32% superiores respecto de quienes siguieron la vía tradicional. Por cierto, también lograron empleos más estables y con mayor potencial de convertirse en contratos indefinidos.

Más allá de Europa, el interés por el dual se ha expandido a China, India, Rusia y Vietnam, que firmaron acuerdos de cooperación con Alemania. En Estados Unidos, el Estado de Minnesota aprobó en 2014 la legislación conocida como Pipeline, inspirada en este modelo, donde las compañías crean puestos de aprendices, pagan salarios y el Estado financia la educación de los jóvenes.

La necesidad de un esquema similar en nuestro país es evidente. En agosto de 2021, Toyota Argentina no logró contratar apenas 200 operarios con secundario completo en Zárate-Campana, pese a ofrecer salarios superiores al promedio del mercado. Como señalaba Mariano Narodowski, en un informe del Observatorio Argentinos por la Educación, en 2021: "El problema es que muchos de los jóvenes de la zona directamente no terminan la escuela secundaria". Ese hecho ilustra de manera concreta la brecha que un sistema dual podría ayudar a cerrar: jóvenes que egresen con un título secundario y, al mismo tiempo, con calificaciones laborales concretas

La Academia Nacional de Educación reconoció la relevancia del dual para nuestro país en su declaración del 5 de junio de 2023 titulada "La Educación es una Prioridad", donde incluyó entre sus once propuestas la necesidad de "vincular el nivel secundario con el mundo laboral y desarrollar un sistema de educación dual de intensa formación práctica para una rápida inserción laboral de los jóvenes que así lo deseen".

El sistema dual ofrece un poderoso incentivo: convertir a la escuela en un puente hacia un empleo real, en lugar de una etapa sin horizonte. Es claro que no se trata de una solución cosmética. El dual es una estrategia que requiere la cooperación estrecha entre Estado, empresas y sistema educativo, junto con un compromiso de largo plazo. Alemania lo consolidó a lo largo de décadas, pero el principio es universal: la educación debe estar conectada con la realidad del mundo del trabajo.

Adaptar el sistema a nuestra realidad es uno de los pasos más transformadores que podríamos emprender, pues brindar a un joven la posibilidad de aprender haciendo no es un recurso menor. Es, en definitiva, la diferencia entre perpetuar la dependencia o abrir un camino de autonomía, entre un futuro incierto o la dignidad de valerse por sí mismo.

Miembro de la Academia Nacional de Educación y Rector de la Universidad del CEMA
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