Jueves, 18 de Septiembre de 2025

Charlie Kirk, Charlie Hebdo… todos somos Charlie

ArgentinaLa Nación, Argentina 17 de septiembre de 2025

El videojuego Helldivers 2 Los denunciantes seriales de "odio", que a su vez practican ese mismo "odio", se aprovechan del caldo de cultivo impulsado y potenciado por la tecnología

El videojuego Helldivers 2



Los denunciantes seriales de "odio", que a su vez practican ese mismo "odio", se aprovechan del caldo de cultivo impulsado y potenciado por la tecnología. La disyuntiva entre el límite de la libertad de expresión y la ilegalidad es permanente, mientras la espiral creciente de hostilidad no se detiene, tanto en las plataformas más visibles y superficiales como en las más oscuras y clandestinas. Esto resulta especialmente preocupante cuando se trata de usuarios que dan rienda suelta a expresiones que, posteriormente, se convierten en actos en el plano real.

El sospechoso del asesinato de Charlie Kirk utilizó un rifle y cartuchos con inscripciones alusivas a subculturas de internet y de videojuegos, como Helldivers 2, además de frases populares on line que sugieren un profundo conocimiento de los "códigos" de la cultura gamer , muy arraigada en la Generación Z. Helldivers 2 es un juego de disparos en tercera persona, por equipos, donde fuerzas de élite luchan contra sus enemigos por imponerse en un conflicto; sus soldados tienen por misión difundir paz, libertad y democracia. En uno de los casquillos podía leerse: "↑ → ↓↓↓". Los jugadores reconocerán esa secuencia como el comando para activar una de las capacidades más poderosas: un ataque que causa daño masivo y elimina al instante a todos los enemigos.

En redes sociales como TikTok, IG o Facebook, pero especialmente en plataformas como Discord o Reddit, la temática se desbordó en mensajes, memes y lo que se conoce como shitposting (posteos de basura). Cientos de miles de supuestas bromas, expresiones hostiles y discriminatorias circulan en estas comunidades, muchas veces vinculadas al humor negro, la exaltación de terroristas, el supremacismo blanco y las amenazas contra minorías o mujeres. Las subculturas digitales y una larga lista de ideologías extremistas han ido expandiéndose y ganando fuerza en el insondable universo de internet: comunidades virtuales, sitios web, blogs, hilos de redes sociales e influencers, todos unidos en discursos de odio.

Así, tanto en plataformas como 4chan, 8chan, Voat o Gab, como en foros creados específicamente, existe una conexión latente entre el acoso on line por motivos étnicos, de género, ideológicos o religiosos, y los tiroteos masivos, el extremismo y la violencia. A ello se suma un condimento adicional: la extraterritorialidad. Ya no existen fronteras para diseminar "ODIO", y es posible hacerlo las 24 horas, los 7 días de la semana.

La tendencia resulta inquietante y creciente. En 2015, el grupo terrorista ISIS reivindicó la autoría de los atentados en París contra la revista Charlie Hebdo y el teatro Bataclan —que dejaron 129 muertos y más de 350 heridos— mediante un audio y un documento de texto difundidos en foros yihadistas, pero sobre todo a través de Telegram. En ese momento, ISIS operaba en esta plataforma 78 canales en 12 idiomas diferentes, como método para amenazar y sembrar terror. Diez años después, hace apenas unos días, las Brigadas Ezzedine al-Qassam publicaron en Telegram una declaración en la que afirmaban: "Las Brigadas Al-Qassam anuncian su responsabilidad por el ataque a tiros que tuvo lugar ayer por la mañana... en los asentamientos de Ramot, Jerusalén".

La ausencia de ética en la industria tecnológica parece una constante. Día a día, los líderes de este fenómeno "tech" eluden —o directamente reniegan— de la necesidad de implementar medidas razonables de protección, regulación y control. Sin lugar a dudas, las capacidades supraestatales de la tecnología ya son un hecho .

Hoy nos vemos obligados a abordar, por primera vez, un gran desafío: el de pensar en cómo regular un espacio abierto al debate democrático, sin depender de los intereses de quienes operan estas plataformas, demandando nuevas leyes, articulación entre países, monitoreo continuo preventivo y detectivo, autenticación de identidad, terminación del anonimato y medidas para el establecimiento del patrimonio identitario virtual de las personas incluyendo voz, foto y video; deberían componer un futuro irrenunciablemente digital sin entrar en conflicto con el imperioso derecho de libertad de expresión.

Especialista en riesgo tecnológico y negocios
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