Toques de queda solo para menores, la respuesta francesa a la violencia juvenil que inquieta a ciudades
Urbes de tamaño medio y barrios han aplicado la medida, al apuntar a razones de seguridad y protección para los más jóvenes.
Ajustes de cuentas con víctimas fatales, enfrentamientos entre bandas rivales y disturbios violentos con grupos de jóvenes como protagonistas son las razones con las que varias ciudades de Francia justifican una medida que se multiplica en el país: los toques de queda para menores de edad. Con autoridades que señalan supuestos vínculos con el crimen organizado, los recientes hechos de violencia juvenil en urbes de menor tamaño generan inquietud en momentos en que desde el gobierno se habla de criminalidad extendida, aunque expertos cuestionan que este sea el caso.
Conmocionada por una serie de tiroteos en las últimas semanas -uno de ellos a plena luz del día- y el hallazgo del cadáver de un joven de 19 años baleado y parcialmente calcinado, la ciudad de Nimes, al sur del país, fue la última en incorporar el toque de queda para menores. Las autoridades aplicaron la restricción a todos los menores de 16 años, quienes tienen prohibido salir de sus casas entre las 21:00 y las 6:00.
Con esta decisión, la alcaldía busca evitar que los menores se vean "expuestos a la violencia", al acusar a las redes del narcotráfico de una situación "insostenible" que involucra incluso a adolescentes de "12 y 13 años explotados por los narcotraficantes". Bajo esta regulación, quienes incumplan el toque de queda serán multados con hasta 150 euros, mientras que sus padres deberán presentarse ante la policía para dar explicaciones.
Una restricción que se multiplica, pese a las críticas
Medidas similares se aplicaron también en julio en municipios cercanos a París, como Saint-Ouen, Triel-sur-Seine, Dourdan y Villecresnes, con el objetivo de "combatir la delincuencia juvenil", según las autoridades. Las restricciones también apuntan a menores de 16 años y se implementan en medio de las vacaciones de verano (boreal), con el fin de limitar la presencia de jóvenes en las calles.
Pero la efectividad de estas medidas es puesta en duda por organismos como el sindicato policial Un1té, que advirtió que los toques de queda "no detienen" a los "jóvenes que cometen crímenes y disparan armas".
Sebastian Roché, profesor de Sciences Po, Universidad de Grenoble-Alpes, y autor del libro "Policía en democracia", sostiene que, a diferencia de lo que plantean algunas autoridades, "no hay una tendencia al alza del crimen juvenil en Francia", sino que, en general, ha descendido en los últimos años. Y aunque la imposición de toques de queda suele seguir a brotes de violencia juvenil, este tipo de medidas "no prueban su eficiencia contra el crimen. Son complejas y costosas. ¿Entonces por qué los alcaldes las promueven? Porque buscan presentarse como decididos a luchar contra el crimen por todos los medios, pero no realmente en encontrar soluciones efectivas", explica el experto.
El propio alcalde de Limoges (suroeste de Francia), Émile Roger Lombertie, también puso en duda la efectividad de los toques de queda para menores, pese a que él mismo había impuesto uno en varias zonas de la ciudad entre julio y septiembre. En las últimas semanas, Limoges registró incidentes en los que grandes grupos de jóvenes prendieron fuego a autos y barricadas para luego emboscar a bomberos y policías.
El momento más tenso se vivió a fines de julio, cuando cerca de 100 encapuchados -entre ellos varios menores de edad, según las autoridades- se enfrentaron con palos, piedras y cócteles Molotov contra la policía durante varias horas. "Si no tenemos suficiente policía para hacer cumplir un toque de queda, es inútil", aseguró Lombertie, al señalar que la ciudad solo cuenta con dos patrullas móviles.
Entre vínculos con el narco y la marginación
En Béziers, donde en marzo se amplió un toque de queda previo a los menores de 15 años, se vivió una situación similar cuando un grupo de unos 50 jóvenes emboscó a agentes de policía y los atacó con fuegos artificiales, en un hecho que dejó a un agente herido y provocó el incendio de un departamento cercano. La fiscalía de la ciudad vinculó el ataque con una operación antidrogas realizada días antes en esa zona, en la que se incautaron grandes cantidades de droga.
Ese presunto vínculo con el narcotráfico, también señalado en Nimes y otras ciudades para justificar los toques de queda, se da en medio de lo que autoridades francesas describen como una intensificación de la violencia relacionada con las drogas en todo el país. Durante años concentrada en zonas calientes del crimen organizado como Marsella, ahora son las ciudades de tamaño medio las que se ven afectadas por una "oleada de cocaína" y de violencia, según el gobierno.
"El narcotráfico se dirige hoy con mayor intensidad hacia Europa, y Francia es un país de entrada privilegiado, con 5.500 km de costa (...) Los traficantes buscan nuevos mercados para controlar en un país con alto consumo de drogas, a menudo mediante una violencia intensa, lo que podría explicar su expansión a estas zonas", explica Renée Zauberman, directora emérita de investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica y responsable del Observatorio Científico del Crimen y la Justicia.
A eso se suman diversos reportes que apuntan a que, al igual que en Marsella, en estas ciudades de menor tamaño los jóvenes son reclutados por bandas criminales para cumplir diversas funciones, algo que las autoridades buscarían combatir con los toques de queda.
Roché señala, sin embargo, otros factores más allá de las drogas, al recordar que en las tres ciudades que más llamaron la atención por episodios recientes de violencia juvenil -Nimes, Limoges y Béziers- el punto en común es que "ocurrieron en los barrios más desfavorecidos del país". "La concentración de pobreza, la falta de servicios públicos de calidad y educación, y una relación históricamente hostil con la policía incitan a los jóvenes a adoptar un estilo de vida criminal", concluye.
NarcotráficoLas autoridades advierten una expansión del narcotráfico hacia ciudades de menor tamaño, lo que ha aumentado la violencia juvenil.