Boric y Bachelet en la ONU
Si bien se ha hablado de esta postulación como un esfuerzo de Estado, no se han dado los pasos para que lo sea, sino todo lo contrario.
En medio de gravísimos conflictos internacionales, se inició el 80° período de sesiones de la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU), con la cuarta participación del Presidente Gabriel Boric.
El mandatario chileno concentró su intervención en el lanzamiento de la candidatura de la expresidenta Michelle Bachelet a la Secretaría General de Naciones Unidas, destacando sus capacidades y experiencia, nacional e internacional, y la necesidad de la inclusión de la mujer y de una representante de América Latina para ese cargo.
Como preámbulo, el Presidente inició su discurso celebrando la notable coincidencia de la fundación de la ONU con el Premio Nobel recibido por Gabriela Mistral, que consideraba que el mayor triunfo sería la leal observancia de los derechos humanos por todas las naciones. Luego pasó a referirse a la flagrante transgresión de los derechos fundamentales en el mundo, apuntando en particular y con fuertes epítetos a las acciones de Israel en Gaza y, nominativamente, al Primer Ministro Benjamín Netanyahu, de quien dijo que esperaba compareciera ante la justicia penal internacional como responsable de crímenes en ese territorio. Inevitable resulta para los chilenos recordar que no es la primera vez que Boric habla de llevar a la justicia a líderes políticos. Durante su campaña presidencial, por ejemplo, aseguró que se perseguiría al presidente Piñera por violaciones a los derechos humanos; ello, aunque luego de la muerte del exmandatario lo homenajeó y calificó como "un demócrata desde la primera hora". Antes, en 2020 y como diputado, el mismo Boric había hablado de su expectativa de que a Donald Trump -entonces en su primer mandato- "como humanidad podamos juzgarlo". Ayer, en tanto, en su crítica evaluación del acontecer internacional también incorporó, con agraviantes calificativos, referencias indirectas, aunque inequívocas, al mismo Presidente Trump. No dan cuenta este tipo de invectivas de una visión de Estado y sugieren, en cambio, una preocupante primacía de la subjetividad al abordar materias que involucran delicados intereses nacionales.
En su discurso de ayer, el mandatario chileno también aprovechó para promover la postulación de Valparaíso como sede para la Secretaría creada por la Convención sobre proyección de la biodiversidad oceánica más allá de las jurisdicciones marítimas nacionales (BBNJ), abogando por la creación de un área marítima protegida en la Antártica, que ha recibido la resistencia de algunos de los países suscriptores del Tratado Antártico de 1959.
Sin embargo, el punto central de su discurso fue ciertamente el anuncio de la postulación de la expresidenta Bachelet a la Secretaría General de la ONU. Correspondería ahora que la candidata y la Cancillería presenten, tanto en Chile como en el exterior, el programa, los apoyos y la evaluación de sus posibilidades para un cargo que debería asumir el 1 de enero de 2027. Se trata de una elección competitiva, en que el derecho preferente de América Latina no está garantizado.
Pero, además, la polémica intervención del Presidente Boric se contrapone con su llamado a la unidad para remediar las graves falencias de la ONU. Y así como podría repercutir negativamente en las trascendentales negociaciones arancelarias en curso con Estados Unidos, también es dudoso que sus agraviantes expresiones en contra de Trump sean un aporte positivo a la candidatura de la expresidenta, que requiere de la indispensable aprobación del gobierno norteamericano.
Por otra parte y aunque no es condición para la postulación, se da por supuesto un amplio respaldo nacional. La forma en que hasta ahora se ha manejado el tema en Chile, sin embargo, dista de asegurar aquello. En efecto, pese al desafío que representa dicha postulación, el asunto no ha sido formalmente conversado ni con la oposición ni con los distintos candidatos presidenciales en carrera, aunque será en el período del próximo gobierno cuando se desarrollará buena parte de la campaña para conseguir los necesarios apoyos internacionales. Más aún cuando el protagonismo que ha mantenido Bachelet en la política interna, incluido su público respaldo a la campaña de Apruebo en el plebiscito constitucional de 2022 -respaldo que entregó, pese a encontrarse desempeñando otro puesto internacional, como Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos- no facilita el que sea percibida a priori como una figura de unidad. Y es que si bien se ha hablado de esta postulación como un esfuerzo de Estado, no se han dado hasta ahora los pasos para que efectivamente lo sea, sino todo lo contrario.