Las bravatas de Petro
Enfrentarse con Trump es una forma de salvar una gestión interna poco exitosa.
Molesto por meses de tensiones con Donald Trump y su gobierno, el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, usó artillería pesada contra el estadounidense en su discurso ante la Asamblea General de la ONU. Lo calificó de "cómplice de un genocidio", el de Gaza; de usar la guerra contra las drogas para dominar América Latina, y exigió abrir un "proceso penal" en contra de quien ordenó los ataques contra botes en el Caribe ("incluido el funcionario mayor que dio la orden, el Presidente Trump"), cuyos tripulantes, aseguró, no son más que "pobres" que buscan emigrar. En el último año de su gobierno, sin poder reelegirse y con pocas posibilidades de ser sucedido por alguien de su sector, Petro representó en Nueva York el papel del líder revolucionario que se atreve a todo, incluso a llamar a la insubordinación a los soldados norteamericanos (aunque esto lo hizo en la calle, fuera del edificio del organismo multilateral). La respuesta fue rápida: el Departamento de Estado le revocó su visa para entrar a EE.UU., por "sus acciones imprudentes e incendiarias". Él contestó que no la necesita, porque tiene un pasaporte italiano, y pidió sacar la sede de la ONU de Nueva York.
Las controversias entre Bogotá y Washington empezaron apenas Trump volvió a la Casa Blanca. Primero fue por los inmigrantes repatriados en dos vuelos que fueron rechazados por Petro, por las condiciones "indignas" en que viajaban. Trump amenazó con 25 por ciento de aranceles, Petro retrucó con la misma tasa y Trump impuso restricciones a los visados, pero el asunto se resolvió por vía diplomática y Colombia envió aviones a buscarlos. Más tarde fueron declaraciones de la asesora de Seguridad Nacional, que relacionó a Petro con el Tren de Aragua. En mayo, el colombiano denunció una conspiración en la que supuestamente estaban involucrados políticos norteamericanos. Ante ello, Washington llamó a consultas a su jefe de misión. En septiembre, Petro rechazó el despliegue de buques norteamericanos en el Caribe, y la tensión alcanzó un nuevo nivel hace 15 días, cuando Estados Unidos le quitó a Colombia la certificación como colaborador en la lucha antinarcóticos. Este es un golpe duro para el gobierno del exguerrillero, porque no solo podría eventualmente afectar la ayuda económica que recibe, sino que puede derivar en otras sanciones, incluidas restricciones a la compra de equipo militar y para la obtención de créditos del FMI. El discurso del colombiano en la ONU, entonces, adquiere un significado más allá de las palabras, y tiene que ver con su molestia por la relación de dependencia de su país con EE.UU.
Las bravatas de Petro contra Trump se entienden en el contexto de un mandatario que está en camino de salida, que ha tenido un gobierno con escaso éxito político, mediocre gestión económica y fracaso total en una de sus políticas estrella, la "paz total" que pretendió alcanzar en diálogos con todos los grupos armados, incluidos criminales y narcos. Buscar el enfrentamiento con Trump es una manera de posicionarse como estadista internacional, en oposición a su escaso lucimiento como gobernante local. Eso se suma al esfuerzo que hace para reafirmar su liderazgo en su sector y en la selección de un candidato que una a los partidos de izquierda para mejorar sus opciones en las presidenciales de mayo próximo.