¿Guerra civil?
En la puja chino-estadounidense nuestro bando está bien claro, es el del Estado de Derecho, los derechos humanos, y las libertades.
El optimismo que campeó por el planeta luego de la caída del muro de Berlín se ha disipado hace rato.
Los atentados contra las Torres Gemelas, el avasallamiento de las libertades individuales y el relativismo impuesto por la izquierda woke, sumados a la voracidad China, la beligerancia rusa, los narco-estados como Venezuela y Cuba, y el avance sostenido del Islam han puesto a Occidente en un brete. El de mirarse en el espejo, reconocerse, y volver a sus raíces judeo-cristianas, defendiéndolas con determinación y sin complejos.
Perfectamente podemos sostener que este mundo globalizado se encuentra hoy sumergido en una suerte de guerra civil con distintos focos, siendo los más preocupantes los que afectan a Ucrania, a Israel, y la situación en Asia y el estrecho de Taiwan.
Ahora bien, ¿con que óptica podemos analizar esto desde Occidente?
Lo primero es que todas las democracias occidentales deberían estar firmemente alineadas detrás de Israel. Si a Israel no le va bien en la guerra contra el terrorismo islámico y el avance del fanatismo religioso, será mal augurio para Occidente. Lo segundo es que hay que sostener a Ucrania, y cuidar a Polonia, y a todos los países limítrofes con Rusia.
Lo tercero es que la Unión Europea debería abandonar de una vez sus nefastas políticas migratorias, de tímida defensa, y de ñoñería ambiental, para ponerse los pantalones, asegurar sus fronteras, garantizar su bienestar y seguridad y suministros. Europa se debe una revisión de sus mecanismos de toma de decisiones, de su política económica e industrial, y requiere de una fortísima inversión en defensa.
Lo cuarto, en la puja chino-estadounidense nuestro bando está bien claro, es el del Estado de Derecho, los derechos humanos, y las libertades individuales. Por ende, el apoyo de los países occidentales a Estados Unidos y Europa debe ser sin fisuras.
Quinto, hay que ser conscientes que, ante el anquilosamiento del multilateralismo, fundamentalmente de la inoperancia relativa de la ONU, el mundo ni siquiera esta asistiendo a otra conferencia de Yalta como han sostenido algunos. Estamos presenciando una vuelta a los postulados de Westfalia (1648) y del Congreso de Viena (1815), es decir: a- respeto de la soberanía de cada Estado dentro de sus fronteras, b- no injerencia, y c- evitar las hegemonías de las potencias con equilibrios de poder.
Con este escenario de un mundo que se ha consolidado en bloques resulta imposible para cualquier nación flotar a la deriva sin rumbo.
Europa debería ayudar a solucionar y consolidar la situación en Ucrania, para liberar a Estados Unidos de forma que este pueda focalizar sus recursos en Taiwan.
Mantener nuestro modelo de convivencia y nuestra forma de vida, exige hoy ver más allá de intereses comerciales, hay intereses políticos fundamentales que atender.
Debemos adaptarnos a esta realidad. No hacerlo por cargas ideológicas es además de una falta de responsabilidad, una gran idiotez.
Un país debe seguir siempre sus intereses prioritarios. El nuestro es el de sobrevivir en un mundo de gigantes. Y eso solo se hace apoyando a quienes llevan la razón: Ucrania, Israel, una Europa fuerte, y a Estados Unidos.