El índice TIGER de octubre 2025 revela una economía mundial resiliente pero inestable. Crecen las grietas por aranceles, deuda e incertidumbre política en EE. UU. y China, pese al optimismo de los mercados por la IA.
Aunque la economía mundial ha demostrado ser sorprendentemente resistente ante la guerra arancelaria del presidente estadounidense Donald Trump y otros desafíos severos, comienzan a aparecer grietas en sus cimientos. La actualización de octubre de 2025 del Brookings-FT TIGER (Índices de Seguimiento para la Recuperación Económica Global) revela un panorama económico que parece benigno en algunos aspectos, pero inestable en otros, con la confianza de los hogares y las empresas afectada por la incertidumbre sobre la política comercial, los trastornos políticos en muchos países y la volatilidad geopolítica.
Las economías avanzadas están lidiando con el aumento de la deuda, el envejecimiento de la población y la parálisis política, mientras que las economías de mercados emergentes, aunque se han beneficiado en cierta medida de un dólar más débil (que alivia las presiones de financiamiento), muestran señales de tensión.
Los aranceles de Trump, y las tendencias proteccionistas que han desencadenado, se están propagando por los mercados laborales y debilitando la demanda de los consumidores en todo el mundo, agravando las debilidades estructurales de las economías dependientes del comercio. Mientras tanto, los mercados financieros, que al principio se mostraron nerviosos ante las políticas comerciales erráticas de Estados Unidos, siguen avanzando, con los índices bursátiles de todo el mundo alcanzando nuevos máximos incluso cuando las perspectivas de crecimiento se debilitan. En Estados Unidos, los precios de las acciones se han visto impulsados por el entusiasmo en torno a los posibles beneficios de la inteligencia artificial (IA).
Aun así, la expansión económica estadounidense está perdiendo impulso, ya que las políticas económicas erráticas de la administración Trump, las duras tácticas de control migratorio y los recortes en el gasto social están afectando el crecimiento y el empleo. Aunque la probabilidad de una recesión en Estados Unidos sigue siendo baja, los indicadores agregados del mercado laboral (algunos de los cuales habían ocultado la debilidad del sector manufacturero) ahora se ven menos sólidos que hace un par de meses. La inflación sigue controlada, por ahora, pero eso cambiará cuando las empresas ya no puedan absorber el costo de los aranceles de Trump y se vean obligadas a trasladarlo a los consumidores. El margen de maniobra de la Reserva Federal de Estados Unidos se está reduciendo debido al reciente aumento de la inflación, el debilitamiento del mercado laboral y las presiones políticas explícitas para reducir las tasas de interés.
En la zona euro, las economías centrales están tambaleándose, y Alemania enfrenta la posibilidad de un tercer año consecutivo de contracción económica. La economía alemana afronta una pérdida de competitividad manufacturera y escasez de mano de obra calificada, y el repunte en la producción industrial ha hecho poco para revertir la caída en el empleo o estimular el gasto privado. Mientras tanto, Francia está al borde de una crisis fiscal provocada por el gasto público excesivo, con la agitación política obstaculizando las reformas necesarias.
Hay algunos puntos brillantes. Los países del sur de Europa, especialmente Italia, España y Grecia, han seguido mejorando su posición fiscal y se benefician de un sólido desempeño del sector servicios y del crecimiento salarial.
En otros lugares, el crecimiento del Reino Unido se ha estancado, mientras un gobierno laborista debilitado lucha por afrontar el alto costo de vida y los servicios públicos sobrecargados, lo que ha reducido la confianza. En Japón, el aumento de la inflación ha provocado un giro hacia una política monetaria más restrictiva, a pesar del peligro de una caída en la demanda global y de los riesgos que la incertidumbre arancelaria plantea a su economía orientada a la exportación. Corea del Sur ya enfrenta una débil demanda doméstica de los hogares, y su crecimiento exportador podría verse afectado si los altos aranceles golpean sus exportaciones de automóviles y microchips.
La economía china ha mantenido un crecimiento agregado estable, pero la expansión se ha vuelto cada vez más desequilibrada. La débil demanda de los hogares y la competencia empresarial feroz ("involución") han generado presiones deflacionarias persistentes, incluso cuando las exportaciones a mercados no estadounidenses siguen creciendo rápidamente. Aunque la campaña del gobierno chino contra la involución busca limitar la competencia destructiva para las ganancias corporativas, no ha estado acompañada de un estímulo o reformas que impulsen la demanda de consumo. Los mercados bursátiles chinos han aumentado, impulsados por el auge de la IA y por medidas gubernamentales que alientan la participación de los inversionistas minoristas. Sin embargo, el mercado inmobiliario sigue en declive y continúa lastrando la confianza del sector privado.
La economía de India sigue mostrando un crecimiento sólido, impulsado por una base urbana de consumidores resistente y altos niveles de inversión manufacturera. La caída de la inflación y una política fiscal disciplinada han creado espacio para un relajamiento monetario, si fuera necesario, para sostener el crecimiento. Sin embargo, el desafío de crear empleo para su joven y creciente fuerza laboral se ha intensificado tras la agitación repentina e inesperada en las relaciones económicas entre Estados Unidos e India. Con este giro, India puede haber perdido parte de su atractivo como destino para los inversionistas extranjeros.
Al mismo tiempo, el aumento del gasto militar y la caída de los precios de la energía han frenado las perspectivas de crecimiento de Rusia, luego de varios años en los que su economía había resistido con éxito las sanciones occidentales. Y los mercados emergentes de América Latina siguen enfrentándose a un bajo crecimiento y grandes déficits en cuenta corriente. La economía de Brasil se está desacelerando debido al menor consumo de los hogares y a la caída de la inversión, mientras que México ha tenido un mejor desempeño, con exportaciones resistentes y una inflación moderada que apoyan una expansión modesta. Dicho esto, la débil inversión, la incertidumbre política y la exposición a los riesgos de los aranceles estadounidenses han limitado el impulso del crecimiento.
En resumen, a pesar del aumento del riesgo geopolítico y la enorme incertidumbre, el crecimiento económico ha sido sorprendentemente estable en la mayor parte del mundo. Pero a medida que el crecimiento se desacelera, incluso de forma moderada, los problemas estructurales que han estado latentes se volverán más difíciles de ignorar. Por ahora, sin embargo, la divergencia entre las perspectivas de crecimiento y el desempeño de los mercados bursátiles sugiere una visión más optimista, tal vez impulsada por el potencial transformador de la IA y la esperanza de una menor incertidumbre comercial, incluso si las barreras arancelarias se estabilizan en un nivel más alto que el del período anterior a Trump.
Los responsables de la formulación de políticas deben aprovechar este período de relativa calma para avanzar con reformas y políticas disciplinadas. Hacerlo mejorará la resiliencia de sus economías ante una mayor volatilidad derivada del colapso del orden basado en reglas.
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El autor es profesor de Economía en la Universidad de Cornell y miembro sénior de la Institución Brookings.Caroline Smiltneks es estudiante de pregrado en la Universidad de Cornell.