La nueva vida de redes de pesca en desuso y microplástico: desde ropa hasta tablas de surf
Distintos proyectos chilenos recogen desechos marinos y los transforman en nuevos productos para evitar la contaminación de ecosistemas. En algunos casos también se vuelve una herramienta para ayudar a las comunidades locales.
Kina Paoa (24) comenzó a recolectar microplásticos en Rapa Nui, la isla donde nació, cuando cursaba segundo medio. Fue durante un taller de conservación organizado por su profesora de Ciencias, que llevó a sus estudiantes a buscar estos pequeños fragmentos de plástico en la arena de la playa Anakena. Desde entonces, no se detuvo.
Hoy, ese ejercicio escolar se transformó en un emprendimiento (@haka_taha.microplastico en Instagram) que produce y vende colgadores, llaveros, relojes y otros objetos a partir de estos residuos.
"Por temas de ubicación, la isla recibe mucho plástico de diverso tamaño. Pensando en darle una nueva vida, para que no vuelva a ser un desecho en el mar, comencé a recolectarlo. Específicamente los microplásticos. Voy a la costa con coladores y baldes y voy acumulándolos. Luego, en el taller, los lavo y, después de secarse, viene la parte más lenta, que es separar cada microplástico de las piedras y algas", comenta Paoa.
Y agrega: "El problema es que llega una 'ensalada' de diversos tipos de plásticos, por lo que no es tan fácil ni factible utilizar técnicas como el fundido. Por este motivo, yo no trituro nada, lo uso tal cual lo recolecto, relleno moldes con resina y así unifico todo. Los turistas quedan sorprendidos cuando ven la cantidad que recupero".
La idea de Paoa es una de las tantas que han surgido en Chile para enfrentar el impacto de los residuos marinos. En distintas regiones, emprendedores y organizaciones buscan soluciones innovadoras que combinan reciclaje y economía circular para evitar que los desechos sigan acumulándose en los ecosistemas.
Un ejemplo es Bureo (@bureo en Instagram), startup chilena que desarrolló "NetPlus", un material textil elaborado a partir de redes de pesca en desuso.
"Las redes son un material súper durable y técnico, pero hay pocas soluciones de reciclaje y tiene un gran impacto negativo en la fauna marina", explica Manuel Sigren, Global Sourcing Manager de la empresa.
La primera creación de la marca fue una tabla de skate en el año 2013, pero, advierte Sigren, "notamos que había muchas más redes que recolectar que patinetas que se podían vender. Ahí se tomó la decisión de que era mejor recolectar el material, de ciudades como Talcahuano, Coronel y Lota, procesarlo y venderlo a diferentes marcas que tengan sus propios productos", dice.
Actualmente, Bureo colabora con más de 20 compañías, entre ellas Patagonia, quienes utilizan NetPlus para crear lentes de sol, parkas, trajes de baño, repuestos para tablas de surf y más.
"Aquí hemos recolectado 2.500 toneladas de redes de pesca en desuso y sumando otros países de Latinoamérica, la cifra asciende a 7.800 toneladas. La labor también incluye un componente social, ya que trabajamos con pescadores locales y con pesqueras industriales. Con estas últimas tenemos un acuerdo: nos donan las redes de pesca en desuso y nosotros, a cambio, generamos un fondo para apoyar a las comunidades locales. Con esos fondos hemos financiado instalaciones de paneles solares en escuelas y albergues de personas mayores", asegura Sigren.
La magnitud del problema también ha movilizado a otras organizaciones.
Héctor Bacigalupo, gerente general de la Sociedad Nacional de Pesca (Sonapesca F.G.), detalla que mediante el programa de reciclaje de redes "Redes de América" han recolectado "cerca de 12.000 toneladas de redes de pesca en desuso, transformándolas en diversos productos sustentables como juegos de mesa, pisos y mobiliario urbano".
La entidad colabora con diferentes iniciativas y organizaciones en el país, como la marca de moda sostenible Huaman Autor (@huaman.autor en Instagram).
"La marca nace con el propósito de cambiar la manera de producir y consumir moda, una de las industrias más contaminantes del mundo. En ese camino, identificamos que las grandes industrias generan desechos con un alto potencial de reutilización. La industria pesquera nos llamó especialmente la atención, porque las redes son un descarte que posee enorme resistencia y versatilidad. Hoy las transformamos en nuevas materialidades, incorporándolas a nuestras prendas como un recurso innovador", dice Priscilla Huaman, quien junto a Diego Yáñez fundó la firma.
"Para nosotros la economía circular aplicada a desechos marinos es fundamental. No solo permite reducir el impacto ambiental, sino que también abre la posibilidad de repensar los modelos productivos del país", señala la diseñadora textil.
En esta misma línea se encuentra Atando Cabos, una clean tech que recupera redes, cuerdas y boyas del océano.
"Las redes, por ejemplo, se transforman en fibras para fabricar alfombras y todo tipo de telas para textiles. Y las cuerdas y boyas se reutilizan para crear materiales de construcción, minería y logística, tales como cajones, pallets y más. A la fecha llevamos decenas de miles de toneladas de desechos reutilizados", comenta Julio Compagnon, director de la compañía.
A este esfuerzo se suma también RearMar (@rearmarchile en Instagram), proyecto liderado por Bernardita Rojas.
La ingeniera comercial cuenta que era buena con las manualidades y que, en pandemia, decidió tomar clases online con una profesora que le enseñó a hacer cestería con yute. Y se enamoró del oficio.
Actualmente, en su tienda ubicada en el Pueblito Los Dominicos, realiza canastos y otras artesanías con cuerdas plásticas de Atando Cabos.
"Me traigo bolsas gigantes con materia prima que luego cortamos, separamos y limpiamos para crear nuevos productos. Yo también doy trabajo a mujeres privadas de libertad, por lo que semanalmente llevo este material al penal para que ellas también hagan sus propias creaciones que luego se venden en el local. Siempre se comienza con lo pequeño para llegar a algo más grande. Para mí es muy satisfactorio poder aportar un granito de arena a la sociedad y al medio ambiente", señala.