El Comercio, Perú
26 de octubre de 2025
Por Presidente editor del diario ?El Nacional?
A esta hora, Nicolás Maduro Moros vigila a Diosdado Cabello, a Vladimir Padrino y a los hermanos Rodríguez
Por Presidente editor del diario ?El Nacional?
A esta hora, Nicolás Maduro Moros vigila a Diosdado Cabello, a Vladimir Padrino y a los hermanos Rodríguez. Cabello vigila a Maduro, a Padrino López y a los Rodríguez. Padrino López vigila a todos, a Johan Hernández Lárez y Domingo Hernández Lárez, feroces generales que tienen bajo su mando las armas y los soldados de la narcodictadura.
Se espían unos a otros. Estudian los movimientos y palabras de cada quien. La sospecha se ha instalado en la atmósfera de despachos y oficinas. En el Sebin, en la Dgcim, en la Policía Nacional Bolivariana, todos sospechan de todos.
Preguntas sobre la traición, preparativos para la huida, escondites y guaridas. Varios se enfrentan con dificultad: dónde guardar maletas de dólares, joyas, lingotes de oro, documentos de propiedades. Cómo desaparecer cuando estalle la crisis que todos ven venir.
En el alto mando de la narcodictadura pasa lo mismo que en Iraq en el 2003: los jefazos militares de Saddam Hussein simularon preparar resistencia cuando en realidad preparaban su huida. Las tropas estadounidenses encontraron una resistencia desorganizada. Los jefes se habían esfumado antes del primer disparo.
Todos quieren huir, asilarse de inmediato y no pueden. Atrapados por sus delitos, por sus expedientes, por las ataduras de unos mafiosos con otros. Están encerrados en una jaula de la que no pueden salir; aquel optimismo con el que decían ?Trump no hará nada? se ha fracturado.
Maduro está atrapado en su jaula de fieras, amarrado en su propio búnker, porque ha ido destruyendo cada una de las puertas de salida.
Abusó de la estrategia de diálogo con la única finalidad de ganar tiempo. La agotó de forma tan extrema, que acabó por liquidar cualquier posibilidad de una instancia internacional que pudiese propiciar algún acuerdo. No hay ningún país dispuesto a intermediar con un narcorrégimen que ha mostrado su desprecio por cualquier acuerdo.
Ha empeorado la práctica del secuestro, desaparición, encarcelamiento y tortura de ciudadanos. Se ha negado a liberar a los presos políticos. Semana a semana aumenta el número de detenidos.
Como jefe del cártel de los Soles, Maduro no ha detenido las operaciones de envío de drogas. Investigaciones policiales, confesiones de narcosocios capturados y testimonios han aportado pruebas que demuestran los vínculos sistémicos entre el Estado venezolano y las redes de narcotráfico.
El 28 de julio del 2024, asaltó el poder y estableció una dictadura sin disimulos. Perdió importantes aliados, fue desconocido por decenas de países, adquirió la categoría de paria internacional, símbolo del dictador cruento e infame, capaz de cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder.
Maduro ha cerrado todas sus puertas de salida y ha tirado las llaves al alcantarillado. Sus opciones se han reducido. Ha escogido el peor de los caminos: como el delincuente que, atrapado y rodeado, en vez de rendirse, desenfunda un arma.
?Glosado y editado?