Jorge Martínez: "El pádel no se trata de pegar más fuerte, sino de entender mejor el juego"
Jorge Martínez, un especialista de un deporte que goza de una expansión mundial, tras su boom inicial
Después del fenómeno del pádel de los años 90, el mundo asiste hoy a un renacer de este deporte que no deja de crecer
Jorge Martínez, un especialista de un deporte que goza de una expansión mundial, tras su boom inicial
Después del fenómeno del pádel de los años 90, el mundo asiste hoy a un renacer de este deporte que no deja de crecer. Con millones de jugadores y espectadores en todo el planeta, el pádel se convirtió en la disciplina de mayor expansión global después del fútbol, combinando espectáculo, estrategia y una sociabilidad única dentro y fuera de la cancha.
En ese contexto, el español Jorge Martínez es una de las figuras más influyentes del circuito profesional. Entrenador del español Alejandro Galán y el argentino Federico Chingotto , la pareja número dos del ranking mundial, es además el líder e inspirador de M3 Padel Academy , una escuela de referencia internacional que combina metodología, tecnología y valores humanos para formar jugadores de elite.
Desde su visión técnica y pedagógica, Martínez defiende un principio clave: antes que aprender a golpear, hay que aprender a jugar. El pádel, dice, se entiende desde la táctica, desde la lectura inteligente del punto y desde la capacidad de trabajar en equipo. "Nosotros entrenamos desde el juego hacia la técnica", resume. "Si hacés una volea perfecta fuera de contexto, no sirve de nada".
En diálogo con LA NACION , el entrenador analiza las transformaciones del pádel de esta era, el papel de los materiales, la televisión y las redes en su expansión global, y reflexiona sobre el futuro de este deporte, cada vez más profesional y global. "El pádel es un espectáculo imparable", afirma. "Y su mejor cara está aún por venir".
- Es entrenador de una de las parejas top del momento, Alejandro Galán y Federico Chingotto. que son dos jugadores con características muy diferentes. ¿Cuál es el aspecto positivo de esa particularidad?
- A veces las parejas se dan por determinadas circunstancias, por momentos del circuito o por necesidades de los jugadores. En este caso, efectivamente, son dos jugadores con características distintas, pero muy complementarias. Yo creo que Ale le da definición y potencia al juego, tiene una tasa física impresionante, un golpe muy agresivo, una pegada que genera desequilibrio. Y Chingo, sin desmerecer su potencia -porque también es un jugador rápido y fuerte-, le da algo que es muy valioso hoy en el pádel: pausa. Tiene una enorme capacidad defensiva, una recuperación extraordinaria en la parte más retrasada de la pista, y un sentido táctico muy fino. Eso, sumado a que a nivel de comunicación y de carácter son dos jugadores que encajan a la perfección, hace que el resultado sea muy bueno. Se entienden, se acompañan, se respetan mucho. Esa unión es lo que termina generando una pareja sólida, compenetrada, que puede ganar torneos y mantenerse en la élite mundial. Lo que se ve en ellos es un equilibrio muy trabajado: potencia con inteligencia, agresividad con control. Estamos muy contentos con el rendimiento y con la madurez que han alcanzado juntos. El argentino Federico Chingotto y el español de Alejandro Galán, la pareja 2 del mundo que dirige técnicamente Jorge Martínez
- ¿Y qué es lo primero que observa en una pareja de pádel profesional cuando empieza a trabajar con ellos? ¿Cuáles son esos consejos que ofrece al comienzo?
- Es una muy buena pregunta y, la verdad, bastante difícil de responder, porque cada pareja es un mundo y hay que valorar muchas cosas. En primer lugar, la compatibilidad técnica y táctica. Hay parejas que son parecidas en su estilo de juego y otras que se complementan mejor por sus diferencias. El punto de partida es siempre analizar si esos dos jugadores pueden desarrollar un sistema de juego coherente con sus habilidades. A partir de ahí, el entrenador tiene que diseñar una estructura que se adapte a las piezas que tiene. No puedo plantear el mismo tipo de juego para Galán y (Juan) Lebrón, por ejemplo, o para Galán y (Arturo) Coello: cada combinación requiere una táctica diferente. Entonces, una vez elegido el compañero, hay que construir un modelo de juego que los dos entiendan y puedan interpretar bien. Ese es el primer paso: saber qué queremos hacer y si tenemos los recursos para hacerlo. Y después hay un aspecto mental que para mí es fundamental: el compromiso. Una pareja profesional debe tener compromiso con el proyecto, saber que habrá momentos buenos y malos, que los torneos no siempre se ganan, que habrá derrotas y frustraciones. Lo importante es mantenerse unidos, con actitud positiva. Cuando eso se logra, cuando los dos confían en el proceso, se forma un verdadero equipo. Y ahí es cuando la pareja encuentra su personalidad.
El pádel es un deporte maravilloso para socializar, para hacer amigos, para pasar un buen rato. Es saludable, tiene bajo riesgo de lesiones y te deja una sensación de bienestar
- En la élite actual del pádel, ¿qué pesa más: la técnica o la táctica?
- Las dos cosas van de la mano. No puedo elaborar una táctica si mis jugadores no tienen los recursos técnicos para ejecutarla. Cuando planteo un partido, necesito saber que ellos pueden hacerlo. Si le pido a Chingotto que pegue todas desde la línea como lo hace Tapia, no tendría sentido, porque no es su estilo ni su fortaleza. Tenemos que diseñar estrategias que se adapten a sus características reales. Pero sí es cierto que, cuando todo está muy igualado en el circuito, la táctica gana peso. Porque el detalle táctico, el punto jugado en el momento justo, es lo que marca la diferencia. En el fondo, la táctica no es tan complicada: se trata de colocar tus jugadas exitosas más veces que tu rival y saber neutralizar las suyas. Esa proporción -cuántas veces impongo mi juego frente al del otro- es lo que define los partidos. En la elite, cuando todos tienen una técnica brillante, lo que diferencia a los campeones es la inteligencia táctica, la capacidad de leer el punto y repetir lo que funciona.
- M3 Padel Academy es una referencia internacional. ¿Qué distingue su método de formación?
- Es mi pasión, es el proyecto de mi vida. Es un poco como un hijo que vimos crecer hasta convertirse en un adulto responsable, capaz de afrontar cualquier reto. Para nosotros, no es solo una academia, es una filosofía. Una forma de entender el pádel y de vivirlo. Creemos que el pádel es un deporte de equipo, incluso cuando solo hay dos en pista. Y eso se aplica tanto dentro como fuera de la cancha. En M3 trabajamos con una estructura colectiva: los jugadores se entrenan juntos, se ayudan mutuamente, se empujan unos a otros. A veces uno está mejor en el ranking y ayuda a los demás; otras veces es al revés. Esa simbiosis genera crecimiento para todos. También colaboramos en equipo a nivel técnico. Si yo estoy viajando con Galán y Chingotto, los entrenadores que se quedan en la academia siguen con la misma línea, la misma metodología, los mismos criterios. La información fluye. Si yo no estoy, no pasa nada. Si Alberto, que es el director de la academia, no está, lo reemplazan Ángel o Fernando Poggi. Esa estructura colaborativa es clave. Y luego hay algo más: nosotros entrenamos desde el juego hacia la técnica. Por supuesto que la técnica es importante, pero entender el juego es vital. Siempre pongo el ejemplo del fútbol: lo primero es entender que hay que meter goles. En el pádel, muchas veces se prioriza el golpeo, cómo pegarle a la pelota, antes que entender qué hacer con ella. Cuando comprendés el juego, todo cobra sentido. Una gran volea fuera de contexto no sirve. Por eso, en M3 entrenamos el pensamiento, la lectura del punto, la táctica. Esa es nuestra diferencia. Una de las catedrales del tenis, el estadio Philippe Chatrier de Roland Garros, es la sede del Major de París, uno de los torneos grandes de la Premier Padel
- Si tuviera que definir los grandes cambios que vivió el pádel en los últimos años, ¿cuáles serían?
- Han sido muchos. Primero, los materiales. Las palas son mucho mejores, más sofisticadas. Las moquetas, las canchas, todo ha evolucionado. Eso hace que el espectáculo sea más rápido, más visual, más atractivo para el público. En segundo lugar, el aspecto físico: los jugadores actuales están en un nivel atlético impresionante. No es que los de antes fueran peores, sino que ahora la preparación es más científica, hay más conocimiento sobre cómo optimizar el rendimiento. Entrenan con métodos modernos, con tecnología, con seguimiento médico. Y un tercer factor muy importante es la globalización. Hoy podés ver pádel cada fin de semana desde tu casa, por televisión o por streaming, en YouTube o en canales de los patrocinadores del circuito. Eso lo ha convertido en un fenómeno mundial. La gente se engancha, lo entiende, lo sigue. El pádel siempre fue un deporte social, de amigos, de cervezas después del partido. Eso sigue ahí. Pero ahora se sumó el espectáculo: la velocidad, la precisión, los golpes imposibles. Y esa combinación es irresistible. Por eso digo que el pádel es un espectáculo imparable. Martínez en una sesión de entrenamiento con Galán y Chingotto. Gentileza: M3 Pádel Academy
- ¿Por qué dijo que el argentino Chingotto es "un MVP de la vida"?
- Fede es un luchador nato, una persona con una capacidad de superación enorme. Cada obstáculo que se le presenta, lo enfrenta y lo supera con nota. Tiene una resiliencia fuera de lo común. Y eso, en un deportista profesional, vale oro. Como entrenador, sabés que siempre va a darlo todo. Puede tener un mal día, puede no jugar bien, pero jamás deja de intentarlo. Se vacía en cada entrenamiento, en cada partido. Y lo hace siempre con una sonrisa, con un comentario positivo, transmitiendo energía al grupo. Eso te alegra el trabajo. Además, su historia personal lo explica: viene de una familia humilde, trabajó muchísimo para llegar hasta donde está, y no se olvida de eso. Valora cada momento, cada logro, cada entrenamiento. Tiene los pies en la tierra. Por eso digo que no es solo un MVP del pádel, sino de la vida. Es un ejemplo de esfuerzo, humildad y alegría. Y como entrenador, tener un jugador así es un regalo.
En la elite, cuando todos tienen una técnica brillante, lo que diferencia a los campeones es la inteligencia táctica, la capacidad de leer el punto y repetir lo que funciona
- También colabora con la pareja de Delfina Brea y Gemma Triay. ¿Qué diferencias encuentra entre el circuito masculino y el femenino?
- Estuve muchos años en el pádel femenino, una década con las gemelas Sánchez Alayeto, con quienes llegamos al número uno del mundo. Las diferencias existen, pero no en la entrega ni en la disciplina: las jugadoras trabajan tanto o más que los hombres. La diferencia está en la fisiología. Las mujeres juegan con la misma bola, la misma pala, las mismas canchas, pero tienen una menor capacidad de definición. Eso cambia la táctica. El golpe más usado en el pádel femenino es el globo y la bandeja, mientras que en el masculino predomina la volea de revés. Tiene sentido: en el circuito masculino, tirar un globo es más riesgoso porque el rival define con más potencia. En el femenino, en cambio, es un recurso más seguro y estratégico. Entonces, los planteamientos de partido son distintos. No por nivel ni por inteligencia, sino por lógica de juego. Pero el compromiso, la entrega y la profesionalidad son exactamente iguales. Gemma y Delfi son un ejemplo de eso.
- El pádel ha llegado a escenarios icónicos del tenis, como Roland Garros o Roma. ¿Qué le genera esa suerte de upgrade ?
- Para mí es algo muy especial. Yo vengo del tenis, fui jugador y entrenador de ese deporte. Cuando entro en escenarios como Roland Garros o en el Foro Itálico de Roma, siento una emoción enorme. Al principio, cuando se empezó a jugar allí, las gradas estaban medio vacías. Hoy están llenas. Recuerdo la primera vez que jugamos en la central de Roland Garros: el tercer anillo vacío. Dos años después, lleno total. Y hay algo muy bonito: antes de cada partido, el público se pone de pie y aplaude a los jugadores. Esa ovación, esa energía, te eriza la piel. En Roma pasa lo mismo. Empezamos jugando en la segunda pista central, y ahora llenamos la principal. Es impresionante ver las fotos de Nadal, Federer o Djokovic en los pasillos, y que al lado empiecen a aparecer las de los padelistas. Eso muestra lo lejos que hemos llegado. Me parece un acierto total y una señal de que el pádel ya forma parte de la gran familia del deporte mundial.
- Y muchos sueñan con ver al pádel en los Juegos Olímpicos de Brisbane 2032…
- Sería maravilloso, Todo deportista sueña con que su disciplina sea olímpica. Y creo que el pádel, por trayectoria y expansión, lo merece. Pero también creo que antes de llegar ahí debemos mejorar algunas cosas. No hablo del fair play -porque el pádel tiene un comportamiento ejemplar-, sino de otros valores del olimpismo: la estabilidad, el sentido de pertenencia, la continuidad. No me gusta que haya tantos cambios de pareja. Eso le quita seriedad al circuito. Para ser un deporte olímpico, necesitamos más compromiso y menos volatilidad. De todos modos, si el pádel no llega a ser olímpico, no pasa nada. Va a seguir creciendo igual, porque su base es sólida. Es profesional, atractivo y global. Pero si algún día los cinco anillos llegan, será un reconocimiento merecido a un deporte que no deja de evolucionar.
- ¿Qué mensaje le daría a quienes recién empiezan a jugar al pádel, ya sea por diversión o por aspiración profesional?
- A los veteranos les diría que disfruten. El pádel es un deporte maravilloso para socializar, para hacer amigos, para pasar un buen rato. Es saludable, tiene bajo riesgo de lesiones y te deja una sensación de bienestar. Cuando terminás de jugar, te sentís mejor que antes de entrar. A los más jóvenes, que el pádel enseña valores: respeto, humildad, trabajo en equipo. No se trata solo de ganar, sino de aprender a convivir, a escuchar, a colaborar con tu compañero. Si tenés compromiso, ilusión y ganas de disfrutar del camino, no hay límites. El pádel puede llevarte tan lejos como vos quieras, dentro o fuera de la pista.