La Nación, Costa Rica
2 de noviembre de 2025
Gustavo Herrera, delantero del Deportivo Saprissa, anotó el primer gol y dijo que quiere muchos más.
Más de uno dijo que Gustavo Herrera, delantero panameño del Deportivo Saprissa, lloró como un niño al anotar su primer gol con los morados. Pero Gustavo es un niño: apenas tiene 19 años, solo que en la cancha se ha comportado como un verdadero hombre.
Enfrentó las críticas y cuestionamientos de frente, pidiendo la pelota, buscando el espacio, esforzándose sin dejarse caer. Juego a juego ha dado la cara, sin importar que hayan pasado 15 partidos para poder anotar: 11 del certamen nacional y 4 de la Copa Centroamericana de la Concacaf.
Gustavo Herrera nunca se dobló, no bajó los brazos y quizá por eso lloró: porque le ha costado, porque ha peleado, porque muchos lo han maltratado y él siempre ha buscado anotar y demostrar que posee condiciones.
"Sí hubo lágrimas, me sentía muy emocionado y a seguir trabajando por más", dijo Gustavo Herrera al finalizar el partido contra Guadalupe, tras marcar el tercer tanto saprissista al minuto 81, su primera conquista como profesional.
"Debo darle gracias a Dios por el resultado y por el gol, es algo que he venido buscando", opinó Herrera en Futv.
A "Tavitín", como le dicen a Gustavo, no le hicieron mella las críticas: solo luchó y tuvo su recompensa con la conquista y el favor de los aficionados, quienes corearon su apellido. "Herrera, Herrera, Herrera", se escuchó en el Colleya Fonseca.
"He venido trabajando en silencio, con humildad, esforzándome cada día y le doy gracias a Dios por este gol", destacó Gustavo, quien quiere más y no se va a conformar con solo uno.
"Estoy feliz por esto, porque quiero hacer más, hacer goles y darle alegrías a la afición, a mí mismo, a mi familia, y voy a seguir esforzándome, a trabajar por más", comentó Gustavo Herrera.
En Saprissa todos estaban felices con el tanto de Gustavo; sus compañeros en la banca se metieron a la cancha para celebrar con él. Mariano Torres sonreía, Vladimir Quesada lo felicitó y aseguró que el fútbol premió al joven panameño.
Fidel Escobar, su compatriota, añadió que no importa cómo fue el gol, lo importante es que lo marcó.
"Estoy muy feliz por Gustavo, la celebración fue muy emotiva de todos los compañeros, porque él siempre quiere hacer el gol. Lo conozco muy bien y, al final, se le dio como sea: es delantero y estoy feliz por Gustavo", resaltó Fidel Escobar.
Pasaron 97 días, 15 partidos, 710 minutos para que, al fin, Gustavo Herrera hiciera un gol con Saprissa.
A él, la estadística no le importa: su preocupación era trabajar y buscar la anotación, no alejarse del marco. Al fin y al cabo, el marco no se le niega a un delantero; se le puede cerrar, pero no se le niega una eternidad y cuando se abre, lo hace de par en par. Siempre cuesta que llegue el primero y, cuando se presenta, por lo general, los demás van seguidos.
¿Será que el fútbol le tiene preparadas más alegrías a Gustavo Herrera, momentos de felicidad? Probablemente. Al final de cuentas, "marcar un gol es como hacer el amor", llegó a decir Alfredo Di Stéfano.
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