Miércoles, 05 de Noviembre de 2025

Gracias, Pilar Quintana

ColombiaEl Tiempo, Colombia 5 de noviembre de 2025

Una mujer entre la ingobernable naturaleza de la selva del Pacífico y el maldito mandato de una masculinidad amenazante

Una mujer entre la ingobernable naturaleza de la selva del Pacífico y el maldito mandato de una masculinidad amenazante. Esto es lo que nos cuenta Pilar Quintana en su última novela, Noche negra (Alfaguara, 2025). Ya me había fascinado La perra , que nos había iniciado en la vida de unas mujeres en un pequeño pueblo del Pacífico al ritmo de las reflexiones de Damaris sobre la maternidad. Pero las noches oscuras de Rosa en medio de la selva intensifican mi admiración por la escritura de Pilar. Y sí, ella con esta novela no nos deja respirar ni un minuto, logrando traducir de manera conmovedora lo que significa para una mujer estar atrapada entre una soledad anunciada en medio de un ambiente selvático que no logra entender ni domar y que se confunde con ese implacable temor de haber nacido mujer en un mundo amenazante de hombres, que parecen vigilarla. Y se instala una rutina obligada y despiadada del diario vivir de Rosa, por una parte, contra la soledad a la espera del regreso del irlandés, aun cuando ella en el fondo -como todas sus lectoras- sabe desde el principio que Gene no volverá y, por otra, contra lo que significan las amenazas de la selva con sus tarántulas, comejenes, hormigas gigantes, iguanas, boas constrictoras, cangrejos y murciélagos, pero sobre todo con su negrura y los ruidos que anuncian visitas de los hombres que "la vigilan". Y claro, leyéndola me pregunté muchas veces si realmente había vivido en ese acantilado selvático del Pacífico que cuenta de manera tan precisa: desde su piel, sus miedos y también desde su fragilidad. Hoy ya sé que sí. Una gran novela. No obstante, mi admiración por esta gran escritora colombiana no se queda ahí, porque la conocí hace unos años como coordinadora de la Biblioteca de Escritoras Colombianas en el seno de la Biblioteca Nacional (un interesante proyecto del Ministerio de las Culturas). Siempre me he apasionado por la aún tímida historia de tantas mujeres, escritoras, músicas, escultoras (acuérdense de la vida de Camille Claudel) poetas o pintoras, negadas, ocultadas, pero sobre todo silenciadas durante tanto tiempo por una inapelable cultura patriarcal no dispuesta a escuchar a mujeres cultas que podrían opacar las voces de los hombres. Hoy sabemos, en gran parte gracias a ese trabajo de Pilar Quintana, que son centenares de mujeres, o mejor miles de mujeres cultas, desde la Colonia hasta la primera mitad del siglo XX, quienes sospechaban que escribir era la única manera de empezar a existir, mujeres que de alguna manera habían entendido que su liberación pasaba por el lenguaje y por la escritura. Y ya podemos nombrar algunas porque hoy se ha vuelto imposible negar esta historia, una historia que está al alcance de todas y todos en la Biblioteca de Escritoras Colombianas. Citaré solo algunas como la monja Francisca Josefa del Castillo, pero también Soledad Acosta de Samper, Sofía Ospina de Navarro, Emilia Pardo Umaña, Elisa Mujica, Meira Delmar, Maruja Vieira, María Mercedes Carranza y Albalucía Ángel, entre muchas otras. Sí, son muchas más y sus obras ya están disponibles. Solo falta que aparezcan en librerías y que hagan parte de los programas de literatura colombiana en los colegios. Ojalá también se puedan rescatar mujeres músicas, escultoras y pintoras de siglos pasados. Todas estas mujeres silenciadas durante tanto tiempo forjaron la historia de Colombia. Gracias, Pilar, por mostrarnos que sí se puede y gracias por tu manera de contarnos la historia del país. * Coordinadora del grupo

Mujer y Sociedad
‘Noche negra’
Florence Thomas*
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