Viernes, 07 de Noviembre de 2025

30 años

ColombiaEl Tiempo, Colombia 5 de noviembre de 2025


Miguel Gómez Martínez
"Este país no será viable mientras sigan existiendo buenos y malos muertos", le escuché decir a uno de los asistentes al homenaje académico organizado por la Universidad Sergio Arboleda para recordar los treinta años del asesinato, a la salida de su clase, de Álvaro Gómez Hurtado


Miguel Gómez Martínez
"Este país no será viable mientras sigan existiendo buenos y malos muertos", le escuché decir a uno de los asistentes al homenaje académico organizado por la Universidad Sergio Arboleda para recordar los treinta años del asesinato, a la salida de su clase, de Álvaro Gómez Hurtado. En medio de la indiferencia nacional se cumplió un año más de ese crimen de estado cuya investigación sigue congelada en la justicia como símbolo del poder del régimen que Gómez tanto denunció. El régimen, esa complicidad de intereses políticos, económicos, judiciales, de clientelas que viven del saquear el Estado y de medios de comunicación que los protegen, que se aliaron con el narcotráfico para elegir a Ernesto Samper, también ha tenido éxito paralizando la búsqueda de la verdad. Pero en todos los magnicidios la pregunta clave sigue siendo: ¿a quién beneficia el crimen? La investigación ha tenido y sigue teniendo todas las desviaciones, zancadillas, inacciones y asesinatos conexos para tapar el complot del régimen. Subsisten personas poderosas que tiemblan cuando la investigación muestra algún mínimo avance. Tan cierto es esto que la última cortina de humo es la de culpar a las Farc como autoras del asesinato para supuestamente vengar un discurso de Gómez, de principios de los años sesenta, contra las "repúblicas independientes" que algunas guerrillas comunistas incipientes intentaban consolidar en varias regiones del país. La JEP, tribunal de la impunidad, fue el lugar escogido para dar las últimas paladas de tierra y enterrar la verdad. Porque en Colombia hay muertos malos como los líderes de la izquierda y los liberales. Gaitán, Galán, Cepeda, Pizarro y tantos otros a los que se les hace homenajes, se les revindica con obras públicas y se exalta como modelos sociales. Y están los buenos muertos, categoría en la que cae Gómez Hurtado. Varias veces en mi infancia escuche la horrible frase "godo bueno es el que se va muriendo", que justificaba la violencia contra contrincantes y reprobaba la de aliados. Una sociedad que aplaude la muerte de algunos mientras llora la de otros es ciertamente inviable. El régimen sigue vigente y poderoso. Ha recibido el aporte de nuevos integrantes provenientes de la izquierda con las mismas mañas, la misma corrupción e idénticas telarañas de intereses cruzados. Con diversos disfraces, sus portaestandartes quieren manipular las próximas elecciones para garantizar, una vez más, su triunfo. Desconfían de los movimientos populares que no controlan ni se pliegan a sus oscuros designios. Les incomoda la independencia, que es una amenaza para el inmovilismo. En la denuncia del régimen, como en otros temas de Estado, Álvaro Gómez tenía razón. *** Coletilla: La mayoría de los moteros encarnan la visión que muchos colombianos tienen de la ley. Los favorece la impunidad y cuando las normas no le sirven, utilizan la fuerza y la violencia para "hacer respetar sus derechos".
Consultor empresarial migomahu@gmail.com @miguel.gomez.m
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