El cometa viaja a unos 210.000 km/h, y tras millones de años errando por la Vía Láctea, permanecerá solo unos meses a nuestro alcance antes de volver al espacio profundo. En enero de 2026 se perderá de vista.
Redacción El País Por primera vez en años, un visitante procedente de otro sistema estelar atraviesa nuestro vecindario cósmico. Se llama 3I/ATLAS, y desde que fue detectado el 1° de julio de 2025 por el telescopio ATLAS en Chile, no ha dejado de desconcertar a los astrónomos.
Este cometa -solo el tercer objeto interestelar confirmado que atraviesa el Sistema Solar, después de ?Oumuamua (2017) y Borisov (2019)- está mostrando un comportamiento que nadie esperaba: cambios de color, variaciones de brillo y una aceleración que no encaja del todo con la gravedad solar.
Según la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), 3I/ATLAS alcanzó su punto más cercano al Sol, el perihelio, el 29 de octubre de 2025, y el 19 de diciembre pasará a unos 270 millones de kilómetros de la Tierra, una distancia segura. Pero su trayectoria, su composición y su extraña evolución visual han despertado una mezcla de fascinación y teorías más inquietantes.
Cambios de color
Las primeras imágenes tomadas por el Telescopio Espacial Hubble, el 21 de julio, mostraban un cuerpo envuelto en una brillante nube de polvo. En julio se veía rojizo, en setiembre pareció tornarse verde, y en octubre adquirió un resplandor azulado. Según un artículo de Live Science, esta es la tercera vez que los expertos registran un cambio de color en el cometa. La explicación más probable es que diferentes gases -como dióxido de carbono, cianuro o amoníaco- se estén liberando de su superficie a medida que se calienta.
Las observaciones desde el Atacama Large Millimeter Array (ALMA) revelaron además una aceleración no gravitacional: el cometa se movió más rápido de lo que la gravedad del Sol permitiría. En los cometas comunes, estas pequeñas desviaciones se deben a los chorros de gas que escapan del hielo, pero en este caso el empuje fue inusualmente fuerte.
¿Sonda alienígena?
El físico teórico Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, conocido por su hipótesis de que Oumuamua podría haber sido una nave de origen artificial, volvió al centro del debate. En su blog en Medium, escribió que "la aceleración no gravitacional podría ser la firma tecnológica de un sistema de propulsión interno". Y advirtió: "Si en diciembre no se detecta una nube de gas significativa alrededor del cometa, tal vez debamos considerar la posibilidad de un mecanismo artificial".
La idea parece salida de la ciencia ficción, pero tuvo eco mediático. Elon Musk habló del tema en el podcast The Joe Rogan Experience, especulando con el potencial destructivo que tendría un objeto de ese tamaño si alguna vez estuviera en rumbo de colisión. Incluso Kim Kardashian preguntó en redes sociales "qué pasa con 3I/ATLAS", a lo que la NASA respondió con humor: "No hay amenaza. No hay aliens. Solo ciencia".
Advertencias de Hawking
El furor en torno a 3I/ATLAS reavivó una advertencia que Stephen Hawking hizo más de una década atrás. En 2010, en su serie documental Into the Universe, el físico británico imaginó cómo sería el contacto con civilizaciones extraterrestres. Su conclusión fue tajante: "Si los extraterrestres nos visitan, el resultado podría parecerse a la llegada de Colón a América, que no terminó bien para los pueblos originarios".
Hawking criticó la decisión de enviar sondas con información detallada sobre la Tierra -como las misiones Voyager, que incluyen mapas, sonidos y fotografías- porque podrían revelar nuestra ubicación a civilizaciones hostiles. Su reflexión se alineaba con la llamada "hipótesis del bosque oscuro", desarrollada por el escritor chino Liu Cixin, según la cual las civilizaciones del cosmos permanecen en silencio para no atraer la atención de otras más avanzadas que podrían destruirlas.
La sonda china Tianwen-1 observa el cometa interestelar 3I/Atlas desde la órbita de Marte
Ciencia frente al misterio
A pesar de las especulaciones, tanto la NASA como la ESA reiteraron que no hay ninguna evidencia de tecnología alienígena en 3I/ATLAS. Su comportamiento, aseguran, encaja con el de un cometa natural, aunque sumamente antiguo. De hecho, investigaciones recientes indican que podría tener más de 7 mil millones de años, lo que lo convierte en uno de los objetos más viejos jamás observados en nuestro Sistema Solar.
Los análisis químicos revelan una composición distinta a la de los cometas locales, con una alta proporción de dióxido de carbono y níquel, lo que ofrece pistas sobre el entorno donde se formó: quizá una nube de gas de otro sistema estelar, mucho antes de que naciera el Sol.
La astrónoma Laura Nicole Driessen, de la Universidad de Sídney, escribió en The Conversation que "no saberlo todo no es prueba de vida extraterrestre: simplemente significa que aún tenemos trabajo por hacer". Citando a Carl Sagan, recordó que "afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias".