Jara, en el lugar ninguno
Sabe que esa es exactamente su situación, que su "lugar" electoral no debe ser ni el gobierno y ni siquiera su propio partido.
Los partidos oficialistas se metieron en un callejón sin salida al llevar a su primaria como las cartas más competitivas a sendas exministras de su gobierno. Una, Tohá, había tenido la seguridad ciudadana bajo su jurisdicción durante gran parte de su trabajo y, no lo duda nadie sensato, había fracasado; la otra, Jara, cargaba con la pesada mochila de su larga militancia comunista (una mochila llena de piedras, en sentido literal, para ser oportunamente lanzadas contra el sistema).
¿No midieron los partidos de gobierno el lastre de esas dos situaciones para la futura campaña, o su mesianismo los hizo llevar adelante esas postulaciones contra todos los consejos que les anunciaban el alto rechazo que esas dos candidaturas iban a suscitar, fuese cual fuese la triunfadora en la primaria?
Por cierto, existe una tercera posibilidad, y es que la "crónica de una derrota anunciada" haya actualizado la vieja convicción marxista de que deben extremarse las contradicciones para obtener la victoria final. Tohá y Jara habrían sido consideradas, en esa perspectiva, como los necesarios polos para enfrentarse al "sistema neoliberal" y, desde la derrota de cualquiera de ellas, iniciar la construcción de una resistencia global al nuevo gobierno, mediante un "octubrismo rejuvenecido". Suena ridículo, pero es que las tesis marxistas simplemente lo son. Cuando Artés anuncia una sublevación, desde las izquierdas oficialistas fluye una silenciosa gratitud hacia quien dice lo que también estas piensan, pero que no creen conveniente afirmar en público.
A pocos días de que los números dejen de ser preguntas y pasen a ser respuestas, las encuestas nos revelan que Jeannette Jara obtiene un porcentaje de preferencias cercano -y con frecuencia, algo inferior- al que se expresa como aprobación al gobierno del Presidente Boric, ya que este último se mueve en torno al 35% de respaldo. Quizás sea esa baja adhesión la que ha llevado al líder del Frente Amplio a moderar su entusiasmo por la candidatura Jara, incluso, omitiéndose con frecuencia. Boric, buen lector, probablemente conoce aquel señero texto de Alberto Edwards: "Si un Presidente que termina su período rodeado del descontento y del menosprecio público recomienda como su sucesor a un determinado candidato, lejos de favorecerlo, le perjudica: la opinión juzgará del recomendado por quien lo recomienda".
Y seguramente Jeannette Jara, aunque no haya leído el texto de Edwards, sabe que esa es exactamente su situación, que su "lugar" electoral no debe ser ni el gobierno y ni siquiera su propio partido (el que tiene, a su vez, porcentajes de aprobación realmente paupérrimos). Jara busca distinguirse de los criterios de Boric cada vez que puede (y lo seguirá haciendo) y, además, anuncia que seguramente congelará su militancia (y quizás lo concrete muy pronto).
Pero, ¿pueden rendirle frutos esas distancias, esas desafiliaciones? Bien podría especular Jara que parte importante de la votación de Parisi se traslade a ella en la segunda vuelta; bien podría pensar que tiene asegurados en esa instancia los escuálidos aportes de ME-O y de Artés..., ¿pero no es precisamente el desplazamiento de la comunista hacia el centro lo que la puede terminar desperfilando con su propia gente? Nunca antes ni Recabarren, ni Lafertte, ni Marín se habían presentado ante el electorado como "comunistas en reflexión sobre su propia identidad". Jara, sí.
Eso la coloca, ante su partido, ante su coalición, ante su gobierno y ante los electores, en "el lugar ninguno". Si desde cierta derecha se ha intentado ese movimiento hacia el centro con resultados negativos, ¿no irá a suceder lo mismo con Jara?