Primero, los pícaros peluches Labubu. Ahora, un programa de TV y parques temáticos
Pop Mart, fabricante de los populares juguetes, quiere convertirseen el Disney de China.
Antes de la fiebre por las Labubu, pocos habían oído hablar de Pop Mart, la empresa china creadora de estos peluches de sonrisa traviesa. Con consumidores en todo el mundo haciendo fila para conseguir uno, la firma -cuyas ventas se dispararon 245% interanual entre julio y septiembre- tiene encantados a los inversionistas.
De manera aparentemente súbita, Pop Mart se ha convertido en la juguetera de mayor valor bursátil del mundo: su capitalización de mercado, de US$ 38.000 millones, supera por más del triple a la de Sanrio, la compañía japonesa detrás de Hello Kitty, y es casi siete veces la de Mattel, fabricante estadounidense de Barbie. Sus tiendas han aparecido en casi 40 países. Cerca de dos quintos de sus ventas provienen del extranjero, principalmente en países ricos, un mercado donde las marcas chinas de consumo han tenido dificultades para posicionarse. ¿Cuánto más puede crecer la compañía?
Un número creciente de inversionistas teme que el ascenso extraordinario de Pop Mart esté cerca de tocar techo. Las acciones de la firma, que cotiza en Hong Kong, han caído un tercio desde su máximo en agosto. Una razón del pesimismo es el descenso en el precio de reventa de los Labubu, lo que podría indicar una demanda en enfriamiento. Los nuevos muñecos se venden en "cajas sorpresa": el comprador no sabe cuál personaje obtendrá hasta abrir el paquete. Coleccionistas que buscan versiones raras han estado dispuestos a pagar sumas altísimas. El precio de segunda mano de Chestnut Cocoa, una escasa criatura de pelaje café, llegó a 1.500 yuanes (unos US$ 210) en junio, pero recientemente cayó a 780 yuanes.
Esto se debe principalmente al aumento en la oferta más que a una menor demanda. Durante meses, las tiendas de Pop Mart no han tenido suficientes muñecos para satisfacer al público. Los compradores debían escanear códigos QR y unirse a filas digitales que podían durar semanas. Aunque esto aumentó el entusiasmo, fue ante todo consecuencia de dificultades de producción que limitaron la capacidad de la empresa para capitalizar la popularidad de los Labubu. Algunos revendedores comenzaron a acapararlos y venderlos a precios inflados. También ha surgido un mercado floreciente de imitaciones -las llamadas "Lafufu".
En respuesta, la compañía ha estado aumentando la producción. Para fin de año, su capacidad manufacturera habrá crecido diez veces respecto de enero, según cálculos del banco HSBC. La mayor oferta ya está impactando el mercado secundario y empujando a la baja los precios de ediciones antiguas. Aun así, se dice que las nuevas series se agotan casi de inmediato, lo que sugiere que la demanda sigue siendo febril.
La gran interrogante es si Pop Mart puede expandirse más allá de los peluches. Los Labubu, creados por un artista hongkonés en 2015, comenzaron a dispararse en popularidad cuando una estrella del K-pop fue vista con uno en abril del año pasado. La empresa está intentando crear su próximo gran éxito. Hasta mediados de septiembre había lanzado 29 nuevos productos en 2025, y solo una quinta parte correspondía a Labubu. Entre los recién llegados destaca Skullpanda, una línea de personajes de apariencia más adorable.
Pop Mart también busca convertirse en algo más que una juguetera. Disney, el gigante estadounidense del entretenimiento, ha demostrado el poder de las franquicias que abarcan productos, cine y experiencias presenciales. Mattel, que convirtió a Barbie en un éxito de taquilla en 2023, también ha probado que los juguetes populares pueden ser el punto de partida para ese tipo de universos.
Pop Mart está experimentando en esa dirección. Pop Land, el parque temático que abrió en Beijing en 2023, permite a los visitantes interactuar con personajes como los Labubu. Podría abrir más. La empresa también planea lanzar una serie animada de Labubu y en junio creó su propio estudio de cine. Hasta ahora, la capacidad de Pop Mart para ganar dinero fuera de la venta directa de juguetes sigue siendo limitada: menos de una décima parte de sus ingresos proviene de licencias, según Jeff Zhang, de Morningstar. Pero esa proporción probablemente aumentará a medida que la firma desarrolle sus franquicias.
Sin embargo, el éxito suele atraer escrutinio político, especialmente en China. El Partido Comunista, que ha puesto más énfasis en promover la manufactura avanzada que en desarrollar marcas de consumo, se ha mostrado fascinado recientemente por el fenómeno Labubu. Su departamento de propaganda se ha reunido con ejecutivos de Pop Mart y ha preguntado por qué los juguetes no son más "chinos" en su estética. La empresa se ha visto obligada a explicar que los productos demasiado marcados como chinos no se venden bien en el extranjero, según una persona al tanto de esas conversaciones. A medida que Pop Mart siga creciendo, puede resultar difícil para el gobierno resistir la tentación de intervenir.