Martes, 18 de Noviembre de 2025

Sin ciencia no hay futuro

PerúEl Comercio, Perú 18 de noviembre de 2025

Fabiola León-Velarde

El 6 de noviembre del 2025 falleció a los 97 años James D. Watson, el biólogo molecular que, junto con Francis Crick, descifró la estructura del ADN, el código fundamental de la vida. Cuando eso ocurrió, tenía solo 25 años; y Crick, 35. Ambos solían reunirse en el pub The Eagle, en Cambridge, para discutir sus ideas. Ahí fue donde Crick anunció un mediodía de 1953 que habían ?descubierto el secreto de la vida?. Hoy, una placa en ese pub recuerda el histórico momento.





Tan solo nueve años después, en 1962, Watson, Crick y Maurice Wilkins recibieron el Premio Nobel de Medicina o Fisiología por su descubrimiento. Ellos vislumbraron un modelo elegantemente simple: dos cadenas unidas por moléculas complementarias que encajan entre sí como las mitades de un cierre, capaces de separarse para copiar fielmente la información genética. Wilkins aportó parte de la evidencia experimental que respaldó la validez del modelo estructural.





Cabe mencionar, sin embargo, que fue una fotografía de gran nitidez del patrón de difracción de rayos X de la molécula de ADN, tomada por Rosalind Franklin, la que dio la información geométrica precisa para revelar la forma en doble hélice del ADN. La evidencia de la célebre Foto 51 fue decisiva para este descubrimiento científico, uno de los más grandes del siglo XX. Franklin, su autora y la única mujer entre los cuatro, nunca recibió en vida el reconocimiento de sus pares, solo el tiempo ha reparado esa deuda histórica.





Watson mantuvo una exitosa carrera científica y fue el primer director del Proyecto del Genoma Humano, iniciado en 1990, pero renunció poco después tras oponerse a los intentos de patentar secuencias de ADN. El proyecto culminó con la lectura completa de nuestro ADN en el 2003, y el tiempo le dio la razón, pues en el 2013 se llegó a un consenso internacional: los fragmentos de ADN humano en su estado natural no pueden patentarse porque se patenta un aporte humano, pero no la naturaleza. Hoy el genoma es patrimonio universal de la humanidad.





En el 2012, Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier demostraron que es posible editar genes como quien corrige un texto usando el sistema bacteriano Crispr/Cas9. Esta herramienta permite cortar, corregir o reemplazar segmentos específicos del ADN con gran precisión. Por este hallazgo recibieron el Premio Nobel de Química en el 2020. Hoy se investiga su uso en el cáncer y enfermedades raras o comunes con componente genético, así como en la agricultura, donde abre un amplio campo de innovación. Nada de esto sería posible sin el descubrimiento de la doble hélice, que inauguró la era del genoma humano y de la edición genética.





A pesar de su extraordinario mérito científico y de la enorme trascendencia de su descubrimiento, junto al genio convivía una sombra difícil de ignorar. Watson sorprendió al mundo con declaraciones racistas sobre la población afrodescendiente, atribuyendo a la inteligencia una base genética. Estas provocaron su destitución como director del Cold Spring Harbor Laboratory, uno de los centros de investigación biomédica más prestigiosos del mundo. Asimismo, varias instituciones científicas y universidades le retiraron sus títulos honoríficos, pues esa postura ?totalmente desmentida hoy por la genética moderna y por el análisis del genoma humano? causó sorpresa e indignación.





El análisis de nuestro genoma demostró que todos los seres humanos compartimos más del 99,9% de nuestro ADN. Las pequeñas diferencias genéticas que existen reflejan adaptaciones ambientales: a la radiación solar, a la dieta o a la altitud, entre otros, pero ninguna se asocia con la inteligencia o las capacidades fundamentales de una persona. La biología moderna ha demostrado que la diversidad humana es una expresión de un mismo patrimonio genético común. Watson, quien supo leer el alfabeto de la vida, no entendió su mensaje más importante: que todos los seres humanos somos esencialmente iguales. ¡Qué paradoja!





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