Imprecisiones en encuestas
Los resultados sugieren falencias en su capacidad para detectar hechos políticos relevantes y demandan una autocrítica.
El resultado de la primera vuelta presidencial, en lo que se refiere a las dos primeras mayorías, estuvo alineado con la predicción de las encuestas, salvo que las brechas resultaron menores de lo que se proyectaba. Los sondeos también anticiparon razonablemente los magros números de Harold Mayne-Nicholls, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés. Sin embargo, excluyendo una organización (que, en todo caso, sobreestimó a Jeannette Jara y subestimó a José Antonio Kast), ninguna proyectó los resultados de Franco Parisi. En cambio, sugirieron un desempeño de Johannes Kaiser que lo situaba como una amenaza para Kast, fenómeno que estuvo lejos de concretarse y que, mirado en retrospectiva, no tenía ninguna base sólida.
Las encuestadoras rápidamente han divulgado cálculos según los cuales sus errores absolutos promedio no habrían sido tan significativos, pero no es ese el escrutinio principal al que se las debe someter, sino respecto de su capacidad para informar sobre hechos políticos relevantes. Más todavía si se tiene en cuenta que, si bien privadamente, también circularon mediciones hechas pocos días antes del 16 de noviembre y en ninguna se advirtió el desempeño del candidato que terminó ocupando el tercer lugar y obteniendo un quinto de la votación. Esto sugiere que los métodos utilizados para capturar el escenario electoral distan de ser satisfactorios.
Quizás ello se deba a que las tasas de respuesta reportadas tanto en las encuestas telefónicas como en las de panel son muy bajas: del orden de 10%. Si los que responden fueran razonablemente representativos de la población, ello no importaría demasiado. Sin embargo, si hay grupos específicos que sistemáticamente se omiten de responder, se pueden introducir sesgos que no se corrigen con las habituales ponderaciones para edad, género, zona o nivel socioeconómico. Hay buenas razones para no descartar a los votantes de Parisi como pertenecientes a estos grupos. La encuesta CEP, cara a cara y con una tasa de respuesta cercana al 65%, revela que ellos son electores mucho más críticos de la situación del país, desconfían más del Gobierno y evalúan la persona de Gabriel Boric mucho más negativamente que el resto. Asimismo, su apego a los principios democráticos es inferior al de toda la ciudadanía. Es un grupo, entonces, más irritado con el devenir de Chile y, sobre todo, con sus dirigentes políticos. Esto sugiere que tal vez no sean particularmente propensos a responder encuestas políticas. Más aún, no se puede descartar que con voto voluntario hubiesen desistido de concurrir a las urnas.
Así, no es evidente que estos estudios estén hoy dando suficientes garantías de cubrir apropiadamente a la población que vota. El yerro en esta elección sugiere una debilidad de la que las encuestadoras deben hacerse cargo. Es una situación compleja, porque es inevitable que las campañas reaccionen a la información que reciben y actúen en consecuencia. Una mejor representación del desempeño de Parisi, por ejemplo, habría seguramente llevado a los candidatos al Congreso a poner más atención a su lista para la Cámara Baja. Así, los resultados podrían haber sido otros, pero ahora el Partido de la Gente es el cuarto con mayor presencia en la Cámara, restándole representación tanto al oficialismo como, sobre todo, al bloque opositor. Por cierto, es un conglomerado sin una reflexión doctrinaria muy acabada y su comportamiento en el próximo ciclo político resulta, por consiguiente, difícil de anticipar. Además, aunque quizás no tan importante como el fenómeno anterior, el hecho de que el resultado del domingo haya mostrado una menor brecha que la anticipada entre Jara y Kast también está teniendo un efecto político. El desánimo de la campaña presidencial oficialista es la mejor prueba. Todo indica que creyeron en los estudios de opinión pública y no lograron reaccionar a la votación que efectivamente se produjo. Son estos aspectos los que obligan a las encuestas a hacer una autocrítica y revisar apropiadamente sus metodologías hacia el futuro.