Viernes, 21 de Noviembre de 2025

Wicked por siempre expande el universo de Oz con más política, oscuridad, nuevas canciones y la misma magia

UruguayEl País, Uruguay 21 de noviembre de 2025

Cynthia Erivo, Ariana Grande, Jeff Goldblum y Jonathan Bailey protagonizan la segunda parte del musical de Jon M. Chu basado en el espectáculo de Broadway creado por Winnie Holzman y Stephen Schwartz.

Es la segunda parte de una misma historia y por lo tanto ya no hay necesidad de explicar quién es quien: Wicked: Por siempre arranca exactamente donde terminó la primera.

Eso es con la bruja verde Elphaba (Cynthia Erivo) empoderada y decidida a revelar la verdad sobre el Mago (Jeff Goldblum) a los habitantes de Oz. Mientras su amiga Glinda (Ariana Grande) se debate entre seguir a su amiga y ser la cara alegre y querible del reino que cada vez deja en más evidencia sus rasgos fascistas.


Con la misma potencia visual y despliegue técnico de la primera (lo que es lógico ya que se filmaron juntas y el músculo técnico estaba en plena forma), esta vez la apuesta va por un camino más arriesgado. La historia se corre hacia lo político: el marginado como una amenaza, el enemigo señalado a dedo y el poder moldeando a las masas con un discurso que tiene tufos a autoritarismo.

Desde las altas torres de Ciudad Esmeralda, un ejército de soldados tira folletos en contra de Elphaba, ahora llamada "La malvada bruja del Oeste". Las fake news que disemina el gobierno no demoran en entrar a la mente de la gente que busca linchar a la bruja de piel verde y cuyo único pecado fue conocer la verdad: el mago de Oz es una farsa.

Hay un guiño clarísimo a El gran dictador de Chaplin, lo que funciona perfecto con el tono buscado para esta segunda parte del musical que nació en Broadway y se convirtió en uno de los títulos más emblemáticos del teatro musical.

https://youtu.be/MsJLHgRykOU?list=RDMsJLHgRykOU
Wicked siempre intentó mostrar el lado B de El mago de Oz, tanto de la novela de Frank L. Baum como de la película que protagonizó Judy Garland, y en esta segunda parte cruza escenas con la película 1939, mostrando parte de la trama desde otra óptica, reforzando la idea de un mundo que siempre tuvo grietas, solo que nadie quería verlas.

Y lo cierto es que Jon M. Chu logra con éxito expandir un universo conocido en todos los frentes y, encima, hacerlo más denso, más político y hasta más doloroso. Porque el corazón de Wicked siempre ha sido la amistad entre Elphaba y Glinda, la cual ahora se pone a prueba.

Así, si en la primera parte había mucho color y todo tenía un aura de encantamiento, ahora ese brillo casi ingenuo se terminó, como la inocencia de sus protagonistas. Y la Ciudad Esmeralda ya no es ese lugar idílico, como de postal, sino un sitio donde la desconfianza es ley y nadie parece estar seguro.

El Mago, que siempre vendió humo como un campeón, continúa siendo un dictador carismático, mientras los ciudadanos de a pie y los animales parlantes pagan el precio, por no estar alineados en su visión de Oz.

Es así que Elphaba, la única en todo el reino que de verdad tiene magia, queda plantada como la única capaz de desafiar a ese sistema que aplasta a cualquiera que piense y respire distinto.


Desde el arranque la película deja claro hacia dónde va: la joven que busca justicia mientras que los líderes intentan mantener el poder que tienen, a cualquier precio.

La primera escena, cuando Elphaba libera a los animales explotados que construyen el camino de ladrillos amarillos, muestra cómo la bruja no se queda solo con ese grito de guerra de "Defying Gravity" que ofició como mojón en su vida, se hace cargo de su rol en la liberación de Oz, encontrando aliados en el camino.

El guion de Winnie Holzman y Dana Fox encuentra su fuerza en esta atmósfera de estado de sitio. Porque en Oz nadie es libre. Y en eso es clave el trabajo de la directora de fotografía Alice Brooks que cambia por completo el lenguaje visual: donde antes había brillo ahora hay una oscuridad que se vuelve siniestra.

En lo musical, hay que bajar las expectativas: ya que "Popular" y "Defying Gravity", dos de las canciones más conocidas del musical, pertenecen a la primera entrega. Igualmente, la banda sonora lo sabe y se acomoda con muy buenos números musicales, como "No Good Deeds" y canciones originales, una para cada una de las protagonistas.

Y si bien ya no hay hits demoledores ni gritos que rompen la garganta, tampoco se extrañan; sigue siendo un musical cantado de inicio a fin con el foco más puesto en narrativa que en pirotecnia vocal. Que la hay y es igual de magnífica porque Erivo y Grande son muy buenas en ese aspecto.

También, al tener menos números musicales potentes o recordados por el público, hay posibilidad de crear escenas nuevas, muy bien logradas. Como la escena de la canción "The Girl in the Bubble" que interpreta Grande que recuerda el juego de espejos de Robert Zemeckis en Contacto, como si la película tuviera su propio truco de magia.


En cuanto a la trama, y si bien todo el tiempo había referencias, ahora se cuenta quiénes son El Hombre de Hojalata, El Espantapájaros y el León Cobarde que acompañan a Dorothy -cuyo rostro nunca se muestra- para cumplir su misión: matar a la malvada bruja, para volver a Kansas.

En la primera parte de Wicked era Elphaba el personaje que se transformaba frente a la pantalla, y en esta segunda entrega es Glinda quien tiene un cambio al conocer los vericuetos del poder, y su responsabilidad en la historia. Nuevamente Ariana Grande está enorme, aunque ahora su personaje gana espesor, deja atrás el molde de la "rubia encantadora" y se muestra más disidente al régimen. El vestuario de Paul Tazewell (ganó el Oscar por la primera entrega) va oscureciendo a Glinda alejándola del rosa casi chillón de la primera parte, a tonos violaceos.

Por su parte, Erivo le aporta el ingenio, ternura y humanidad a un personaje que siempre fue unidimensional: la bruja que es mala sin motivos. Aquí se revela qué ocurrió para que se convierta en una justiciera de Oz, y en uno de los personajes más emblemáticos del teatro musical.

Wicked: Por Siempre es una secuela que no vive de lo conseguido con su predecesora, sino que usa la nostalgia para cuestionar lo sabido y empuja la historia para abordar temas que son de nuestro tiempo y nuestro mundo. Y si bien hay menos grandilocuencia musical, gana en su mirada política. Además cuenta con un par de momentos visuales que deslumbran. Tal vez por eso cuando llegan los créditos, queda la sensación de que este mundo todavía tiene una magia como para seguir andando.

La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela