Microbiota intestinal: los límites de los test disponibles y cómo tomar decisiones sensatas sobre probióticos y hábitos
La microbiota intestinal es un ecosistema dinámico que cambia según la dieta, el estrés, el sueño y el uso de medicamentos
En los últimos años la microbiota intestinal , el ecosistema formado por billones de microorganismos que viven en nuestro intestino, se convirtió en una de las grandes protagonistas de la conversación sobre salud
La microbiota intestinal es un ecosistema dinámico que cambia según la dieta, el estrés, el sueño y el uso de medicamentos
En los últimos años la microbiota intestinal , el ecosistema formado por billones de microorganismos que viven en nuestro intestino, se convirtió en una de las grandes protagonistas de la conversación sobre salud . La promesa es atractiva: conocer qué bacterias habitan, descubrir si el intestino está "equilibrado" y recibir indicaciones personalizadas para mejorar la digestión, regular la inflamación o incluso modular el sistema inmune.
Pero en la práctica, ¿qué tan factible es estudiar el microbioma? ¿Y hasta qué punto esos resultados sirven para tomar decisiones clínicas o elegir probióticos?
En la Argentina, la oferta comercial de estudios de microbiota se multiplicó . Muchas personas reciben informes con gráficos coloridos, índices de diversidad y nombres de bacterias. Sin embargo, la interpretación no es sencilla. "Hoy se ofrecen principalmente estudios basados en secuenciación del gen 16S rRNA", explica la gastroenteróloga Sofía María Navar , del Hospital Alemán.
Esta técnica permite identificar qué grupos bacterianos están presentes en una muestra de materia fecal y estimar su diversidad. "Es una fotografía del ecosistema en un momento puntual, pero no es un estudio diagnóstico", aclara. Los estudios comerciales solo ofrecen una foto parcial del microbioma y no permiten diagnosticar enfermedades digestivas
La advertencia es clave: los perfiles de microbiota varían enormemente. "La microbiota puede diferir hasta un 80% entre dos personas sanas", señala Navar.
Esa variabilidad no implica enfermedad, ni permite construir un patrón universal de "microbiota normal". Además, factores cotidianos como dieta, sueño, estrés, enfermedades agudas o incluso cuatro días de cambio alimentario pueden modificar la composición del microbioma en un mismo individuo. Por eso, los resultados deben leerse con prudencia y siempre en contexto.
El microbiólogo e ingeniero Gianfranco Grompone coincide. Describe el proceso técnico de los test disponibles: se toma una muestra de materia fecal, se extrae el ADN total y se secuencia una región que permite identificar grandes grupos de bacterias. "El problema es que la tecnología 16S no permite identificar especies ni cepas. Da una idea general, pero no permite saber exactamente qué bacterias están presentes y ausentes ni cómo se asocian a salud o enfermedad".
Además, advierte que no existe una suerte de estandarización entre laboratorios, lo que hace que los resultados varíen y que las comparaciones sean poco confiables.
Ambos especialistas enfatizan que estos análisis no sirven por sí solos para diagnosticar síndromes o patologías digestivas. "No diagnostican intestino irritable, enfermedad inflamatoria, celiaquía ni intolerancias", remarca Navar.
Grompone agrega que, incluso cuando se observan asociaciones entre ciertas bacterias y enfermedades, "hasta ahora son correlaciones, no causalidades". Es decir, no se puede afirmar que un perfil microbiano genere una enfermedad ni que corregir ese perfil la resuelva. Dos personas sanas pueden tener perfiles bacterianos completamente distintos sin que eso indique un problema
Entonces, ¿qué utilidad real tienen hoy estos estudios? Según Navar, pueden brindar información orientativa: niveles generales de diversidad, presencia de grupos bacterianos considerados beneficiosos o señales que permitan conversar sobre hábitos. "Pueden ser un punto de partida para hablar de fibra, alimentación y cambios recientes", comenta.
Pero subraya: "No deben guiar decisiones terapéuticas por sí solos".
Grompone aporta otra mirada complementaria. Los estudios son valiosos en investigación, especialmente cuando se repiten de manera longitudinal, varias veces al año y en el mismo laboratorio. "Eso puede ser representativo para investigación", sostiene, "pero como diagnóstico todavía no".
La clave está en la repetición y la consistencia técnica, algo que la mayoría de los test comerciales no contempla.
Información incompleta
Una de las preguntas más frecuentes de los pacientes es cómo actuar cuando un informe parece confuso, contradictorio o alarmante. "Lo ideal es evaluarlo junto a un profesional capacitado para evitar conclusiones erróneas", recomienda Navar.
Independientemente del resultado, hay intervenciones que siempre son beneficiosas porque tienen evidencia sólida: aumentar la fibra, mejorar la calidad del sueño, manejar el estrés, realizar actividad física regular y priorizar alimentos reales por sobre ultraprocesados.
"La fibra es el principal nutriente de la microbiota", explica Navar. Cuando llega al colon, las bacterias producen ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato y butirato) esenciales para la energía del colon, la regulación de la inflamación y la integridad de la barrera intestinal. Esta es una de las intervenciones con mejor sustento científico. Los test actuales describen grandes grupos de bacterias, pero no identifican especies ni cepas con precisión clínica
Otra duda frecuente es si un test puede indicar qué probiótico tomar. Sobre esto, Grompone es categórico: "Para decidir qué probióticos utilizar, lo importante es verificar que tengan evidencia clínica en la indicación específica y a nivel de cepa. Un test de microbiota que da información incompleta, parcial o errónea no ayuda a elegir un probiótico".
En otras palabras: la elección debe basarse en estudios clínicos, no en la lectura literal de un informe.
Navar coincide y advierte sobre las decisiones que deben evitarse, como suspender medicaciones por un resultado, iniciar dietas restrictivas sin indicación médica o comprar suplementos personalizados sin respaldo científico. "La verdadera intervención terapéutica está en los hábitos, no en el resultado de un análisis", resume.
¿Qué se puede esperar del futuro?
Tanto Grompone como Navar coinciden en que la metagenómica completa, que es mucho más precisa y compleja que los test comerciales, es una herramienta poderosa que podría transformar la medicina en los próximos años. "La idea es que en el futuro estos estudios permitan identificar patrones asociados a enfermedades", señala Grompone. "Pero eso todavía no está definido".
Hasta entonces, la recomendación es clara: los estudios disponibles pueden servir como introducción al tema, como una foto interesante del ecosistema intestinal y como disparador de conversaciones sobre estilo de vida. Pero no son diagnósticos ni pueden reemplazar la evaluación clínica. Cuidar la microbiota sigue siendo, sobre todo, una cuestión de hábitos saludables sostenidos en el tiempo.