La fragilidad en la calidad del empleo es un lunar sin corregir
La situación laboral en Colombia sigue marcada por un tránsito incesante entre empleos formales e informales que, lejos de ser un fenómeno reciente, se ha convertido en una constante de la economía nacional que mantiene en el medio a miles de colombianos que no logran una estabilidad real que los impulse a una mejor calidad de vida
La situación laboral en Colombia sigue marcada por un tránsito incesante entre empleos formales e informales que, lejos de ser un fenómeno reciente, se ha convertido en una constante de la economía nacional que mantiene en el medio a miles de colombianos que no logran una estabilidad real que los impulse a una mejor calidad de vida. Así quedó en evidencia en los recientes datos revelados por Anif, que advierte que aunque el país ha logrado registrar una reducción del desempleo, este avance convive con una fragilidad profunda en la calidad de los empleos, donde el autoempleo y la informalidad siguen protagonizando la creación de empleos. José Ignacio López, presidente de Anif, manifestó que gran parte de los nuevos empleos creados en el último año no corresponden a plazas estables y por el contrario, buena parte de ellos son ocupaciones por cuenta propia que no garantizan estabilidad, ingresos constantes ni la posibilidad de realizar aportes regulares a pensión. "La realidad del mercado laboral obliga a muchos trabajadores a moverse entre trabajos eventuales y actividades informales que solo les permiten resolver ingreso inmediato y el punto es que esta puerta giratoria entre la formalidad y la informalidad tiene efectos notorios sobre la seguridad económica de los hogares", indicó López. Aunque se han creado más de 700.000 puestos de trabajo, según los datos de mercado laboral, más del 70% corresponden a trabajo por cuenta propia y no hay que pasar por alto que ese dinamismo, visto desde la óptica macroeconómica, termina diluyéndose cuando se observa que no hay continuidad en los aportes a seguridad social ni en la acumulación de semanas para pensión. El informe también aborda la subocupación femenina e ilustra una dimensión adicional de esta realidad; en la que las mujeres, que enfrentan mayores cargas de cuidado y mayores tasas de inactividad, terminan asumiendo ocupaciones informales o de baja remuneración que agravan la inestabilidad. Ese fenómeno profundiza la brecha de género y "limita la posibilidad de que miles de mujeres consoliden trayectorias laborales continuas". Lo anterior no es un asunto menor si se tiene en cuenta que estas interrupciones permanentes tienen un impacto directo sobre el sistema pensional y aunque gremios como Asofondos han señalado históricamente que la continuidad en la cotización es el elemento más determinante para acceder a una pensión, lo cierto es que la realidad laboral de millones de colombianos va en la dirección contraria. Ese tránsito constante entre empleos formales e informales rompe la posibilidad de complementar semanas y, como muestra el mercado laboral actual, la mayoría no alcanza a completar ni la mitad de los requisitos exigidos; mientras que la inestabilidad no solo afecta la posibilidad futura de pensión, sino que deteriora la capacidad de ahorro de los hogares. "Los ingresos fluctuantes propios de la informalidad o del autoempleo dificultan planear gastos, invertir en educación o capacitarse, reforzando un círculo que obliga a las personas a quedarse en actividades de bajo retorno y sin protección. Esta dinámica alimenta la desigualdad, porque quienes entran a la puerta giratoria con menor capital educativo o económico tienen menos posibilidades de salir de ella", dijeron. La otra cara del fenómeno está en la informalidad persistente, que supera el 50% en muchas regiones y se acerca al 80% en zonas rurales; con lo cual, el mercado laboral sigue caracterizado por una estructura frágil que dificulta la movilidad ascendente.