Seguridad energética y regulación
Julián López Murcia
Aunque la transición energética está siendo cuestionada -como expuso Juan Benavides en un reciente foro de Naturgas y el Externado-, hay una realidad innegable: Colombia tiene que diversificar sus fuentes de generación para tener seguridad energética
Julián López Murcia
Aunque la transición energética está siendo cuestionada -como expuso Juan Benavides en un reciente foro de Naturgas y el Externado-, hay una realidad innegable: Colombia tiene que diversificar sus fuentes de generación para tener seguridad energética. Y para alcanzar este objetivo, la buena regulación es fundamental. Según XM, en el 2024 el 65,4% de nuestra capacidad instalada provenía de generación hidroeléctrica, mientras la solar representaba apenas el 3,8% y la eólica el 1,4%. Cuando tenemos "El Niño" el factor de disponibilidad promedio de las hidroeléctricas cae de 86,97% a 55% (Benavides y Cabrales, 2024). En esos períodos, la generación térmica nos salva de los racionamientos. Explica Fedesarrollo que el principal problema de nuestro sistema no son sus emisiones -con intensidad promedio de 176,6 gCO2/kWh estamos por debajo del promedio mundial de 450 gCO2/kWh- sino nuestra vulnerabilidad ante choques climáticos. La capacidad total de generación (20.949 MW) fue construida progresivamente durante más de100 años. Sin embargo, uno de los escenarios analizados por XM contempla incorporar 16.182 MW de FNCER en 6 años. Advierte Fedesarrollo que esto nos llevaría de la fase 1 de adopción -sin impacto significativo- a las fases 4 y 5 donde la intermitencia determina la operación del sistema, sin curva de aprendizaje, con los riesgos sistémicos que esto conlleva. El estudio plantea este dilema: un ingreso prudente de FNCER ayudaría a diversificar el riesgo de suministro por su correlación negativa con la hidrología. Sin embargo, una adopción acelerada y masiva que busque sustituir el parque térmico aumentaría el riesgo sistémico, sustituyendo los riesgos climáticos de las tecnologías convencionales por los riesgos de intermitencia. En este contexto, la regulación tiene 4 roles críticos: planeación basada en experticia que identifique, por ejemplo, los umbrales óptimos de penetración de FNCER; garantía de participación para todos los actores impactados por cambios en la matriz energética; creación de incentivos que promuevan inversión balanceada entre fuentes; e impulso decidido a la resiliencia del sistema. Necesitamos reguladores que sepan equilibrar compromiso creíble e innovación regulatoria. Sin embargo, los últimos años se han caracterizado por limitada innovación y aumento significativo de riesgos regulatorios. Particularmente, tres tipos de riesgos: ruptura del consenso sobre cómo avanzar hacia la seguridad energética -por señales de largo plazo confusas que desalientan la inversión-; serios problemas en el funcionamiento y comunicación entre reguladores del sector; y trámites que tienen parados más de la mitad de los proyectos. ¿Cuánto nos costará no corregir el rumbo?
DPhil Director de Nalanda Analytica