Lunes, 01 de Diciembre de 2025

Tecnología e infraestructura, la autopista donde no arrancamos

ColombiaEl Tiempo, Colombia 1 de diciembre de 2025

Exviceministra de Infraestructura

Exviceministra de Infraestructura.
Olga Lucía Ramírez Duarte
Hablar de inteligencia artificial, digitalización, sensores, drones o sistemas inteligentes de transporte se ha vuelto común en cualquier conversación. Sin embargo, cuando uno recorre las carreteras del país se encuentra con una realidad evidente: esa revolución tecnológica todavía no aterriza en nuestro pavimento. Colombia mantiene un rezago importante en la incorporación real de tecnología en su infraestructura de transporte, particularmente en sus vías terrestres. Hoy no abordaremos ni puertos, ni aeropuertos ni trenes. El pasado 5 de noviembre, el Invías realizó el Primer Foro de Innovación Tecnológica para la Infraestructura de Transporte, un espacio que reunió a expertos, academia, sector privado y entidades públicas para reflexionar sobre el papel de la tecnología en la construcción, mantenimiento y gestión de nuestras vías. La conclusión fue clara: la tecnología no es un lujo, es una necesidad; no es una opción, es el camino. Pero también quedó en evidencia que seguimos lejos de convertirla en política pública, línea base técnica y práctica cotidiana. La invitación es a dejar el discurso y construir una hoja de ruta que permita acelerar su adopción. Esta revolución tecnológica es distinta: no gira en torno a una sola innovación, sino a múltiples soluciones que avanzan con velocidad y exigen actuar ya. Las obras transforman territorios, pero vemos cómo muchas se quedan a medio camino, atrapadas en la burocracia, en la insuficiente planeación o en la ausencia de herramientas tecnológicas que permitirían anticipar fallas. Por eso, cuando se habla de innovación en el sector, surge una mezcla inevitable de ilusión y escepticismo: es un discurso necesario, pero que sigue sin traducirse en un estándar de trabajo, salvo iniciativas aisladas que algunos hemos logrado impulsar. Mientras el mundo avanza hacia sensores que monitorean el pavimento en tiempo real, modelos predictivos que anticipan congestiones, plataformas digitales de gestión de activos o sistemas integrados de información para la toma de decisiones, en Colombia todavía se planifican mantenimientos y se priorizan obras con base en reportes manuales, visitas ocasionales y percepciones subjetivas. Seguimos reparando cuando el daño ya está hecho, en lugar de anticiparnos. Ese modelo cuesta más, toma más tiempo y genera deterioro acumulado. Urge, entonces, una hoja de ruta nacional que adopte la tecnología como una aliada estratégica para planificar, construir, supervisar y mantener infraestructura de manera mucho más eficiente, transparente y sostenible. En los países que han incorporado tecnología de forma estructural, los datos son el nuevo cemento. Con sensores se monitorean pavimentos; con drones se inspeccionan obras; con modelos predictivos se decide dónde invertir; y con sistemas integrados se evitan improvisaciones, sobrecostos y retrasos. Según el BID, el uso de tecnologías como BIM o la digitalización de contratos puede ahorrar hasta un 15 % del costo total de una obra y reducir un tercio los tiempos de ejecución. A pesar de ello, en Colombia su implementación sigue siendo voluntaria, dispersa y, en muchos casos, simbólica. Durante el foro, varios expertos insistieron en que la adopción tecnológica no se limita al uso de maquinaria sofisticada. Implica desarrollar sistemas integrados de información que gestionen el ciclo completo de una obra: diseño, construcción, operación y mantenimiento. El Building Information Modeling (BIM), ampliamente utilizado en el mundo, permite detectar errores antes de construir, reducir sobrecostos, mejorar la coordinación entre actores y garantizar que todos trabajen con la misma información. Aun así, en Colombia su adopción ha sido más voluntaria que normativa. Aunque el país cuenta con la red de fibra óptica más grande de la región, la brecha digital sigue siendo un obstáculo para desplegar tecnologías en infraestructura y transporte. En 2024, las inversiones previstas en infraestructura alcanzaron los 13,2 billones de pesos, un monto significativo que evidencia la urgencia de modernizar la forma en que planeamos y ejecutamos esas obras. Pero la brecha no es solo tecnológica: también es cultural. La resistencia al cambio, la falta de formación técnica, la rotación de personal y la fragmentación institucional dificultan cualquier intento de modernización; no basta con comprar tecnología: hay que saber usarla, mantenerla, alimentarla y actualizarla. Integrar tecnología a la infraestructura no es una moda ni una aspiración futurista. Es una oportunidad concreta para transformar la manera en que se planifica e invierte. Con inteligencia artificial aplicada a movilidad, drones para inspección remota, sistemas inteligentes de transporte y plataformas de análisis, Colombia podría reducir tiempos de obra, optimizar recursos, priorizar mejor y mejorar la seguridad vial. Los datos pueden ser el nuevo asfalto sobre el cual construir decisiones más inteligentes. Por eso, el llamado es a pasar del foro a la acción. El evento puso el tema sobre la mesa, visibilizó esfuerzos locales y mostró que hay capacidad instalada. Pero aún falta convertir esa visión en una política nacional de innovación en infraestructura que incentive la adopción tecnológica, financie pilotos escalables, establezca estándares mínimos y fomente interoperabilidad entre entidades. El reto del país no es solo construir más vías, sino lograr que cada kilómetro construido pueda comunicar su estado, medir deterioros, anticipar riesgos y aprender. En Colombia no falta talento ni pasión: falta conectar, literal y digitalmente, las piezas de un sistema que sigue operando con planos viejos. La infraestructura del futuro no se hace solo con concreto, sino con conocimiento. Y en eso, todavía estamos en los cimientos.
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