Martes, 02 de Diciembre de 2025

La uruguaya que actuó con Darín, se lució en El Encargado y sueña con estrenar su obra en el Solís

UruguayEl País, Uruguay 2 de diciembre de 2025

La actriz recordada por sus telenovelas vuelve a Montevideo para presentar "La curva del tiempo" antes de seguir girando con la obra. En la previa, repasó su trayectoria con El País y contó sus deseos.

El nombre de Magela Zanotta quizá no resuene de inmediato en la memoria colectiva, pero alcanza con ver su rostro para que cualquier televidente la identifique. Debutó en cine a los 10 años, más tarde fue la hija de Luis Brandoni en la pantalla chica, y desde entonces, no paró de tener roles. Conoció la popularidad con Verano Eterno y de esa época solo recuerda que todo le llevaba más tiempo porque le pedían fotos a cada rato. También que "ligaba" ropa gratis.

La fama no la desvela, pero admite que si fuera mediática conseguiría papeles más importantes en series y cine, un deseo que tiene en el tintero: "Tener un nombre garpa".


Zanotta ha hecho un camino de hormiga, pero se dio el lujo de trabajar con artistas que admira, como Mercedes Morán, Guillermo Francella y Adrián Suar; y de ser dirigida por referentes como Agustín Alezzo, Carlos Rivas y el propio Francella. "Cada vez que alguien de esta calaña te dirige crecés, porque te enseñan", resume. De hecho, aunque le cuesta más acceder al audiovisual, llegó a El Encargado (Disney+) y El robo del siglo por recomendación de Francella. Y aún le cuesta caer.

No todos saben que Zanotta es uruguaya. Vivió en Salinas y guarda recuerdos entrañables de su infancia entre médanos y juegos callejeros.

Buenos Aires es su hogar desde los 10 años. Allá formó su familia e hizo toda su carrera, aunque dice sentirse de ambas orillas. Viaja a Montevideo al menos tres veces al año tiene incluso un apartamento aquí y procura que esas visitas coincidan con el trabajo: hace dos años presentó como directora Lo que queda de nosotros y ahora regresa para cumplir otro sueño, subir al escenario como actriz con La curva del tiempo.

"Es una joyita", adelanta sobre esta obra que enmarca dentro del realismo mágico y que se presenta este viernes, sábado y domingo en la sala Hugo Balzo. Las entradas se compran por Tickantel.

Pero el deseo no termina ahí: ahora quiere trabajar en el teatro uruguayo y montar Según Zicka, la pieza que escribió y que ganó premios, en el Solís.

A continuación, un resumen de la charla que El País mantuvo con la directora y actriz de Son de diez, Como pan caliente, Argentina, tierra de amor y venganza, y tantas más.


¿Qué recordás de tu niñez en Salinas?
La familia, las abuelas, las fiestas de Año Nuevo y Navidad. Salinas fue primero nuestra casa de veraneo y luego donde vivíamos. Me trae recuerdos de muchos juegos, poca tele; los médanos, pasar todo el tiempo en una calle que era nuestra porque los vecinos iban en verano.

Cuando volvés a Uruguay, ¿vas de visita?
Hace mucho que no voy. Me duele un poco. Soy muy nostálgica y la familia ya no está. Cuando vengo disfruto de compartir con mi hermano, mi sobrina y mi cuñada. También del Ricardito, la pizza y la fainá, que acá es superior (se ríe).

Tus padres se mudaron a Argentina cuando tenías un año, volvieron a Salinas entre tus 7 y tus 10, y luego regresaron a Buenos Aires, ¿Por qué tantas mudanzas? ¿Cuánto te influyó?
Mis papás tenían una vida económico - emocional inestable, y como hijos, bailábamos a sus ritmos. No tengo amigos de la niñez. Hasta los 17 años me mudé 17 veces. Hice cuatro primarias. En la secundaria todo se calmó un poco. Me dio mucha cintura y amplitud térmica. Hoy lo agradezco también.

¿Extrañás algo de Uruguay? ¿Te imaginás viviendo acá?
Sí, es un deseo. Hay algo de la idiosincrasia y la educación uruguaya que me es propio y amo. Allá [en Buenos Aires] es todo más citadino, apurado y un poco más hostil.

¿Recordás el momento exacto en que decidiste ser actriz?
Sí. Tenía seis años, salí del colegio y le dije a mi madre: "No voy a venir más, voy a ser actriz. Llevame a algún lugar". Me llevó a estudiar con Agustín Alezzo y no paré hasta lograrlo.

¿Por qué querías ser actriz?
No sé por qué lo decía. Pero es una vocación muy fuerte, como un llamado. Recuerdo que hice una improvisación donde me bajó mi bisabuela y fue un viaje: hablé, pensé y me moví como una persona de 70 cuando tenía 15. Fue espectacular.

¿Te volvió a pasar algo así?
Sí. En teatro lográs ser esa persona, vivir esa realidad. Es una especie de psicosis. En cine y tele sucede por instantes, pero es viajar.

Debutaste a los 10 en la película Evita, quien quiera oír que oiga. ¿Cómo llegaste?
Mi mamá me anotó en una agencia de publicidad y quedé para hacer prácticamente de extra. Eran dos días de filmación en Los Toldos. Disfruté desde que me dijeron "quedaste" hasta que me explicaron qué hacer. Me pusieron un vestido y un peinado que jamás hubiera elegido, y me deslumbró.

Te empecinaste en ser actriz y entregabas currículums en las productoras. ¿Tuviste otros trabajos?
Como uruguaya no teníamos red de contactos. Era yo solita: golpear puertas e insistir. Lo sigo haciendo si me interesa un proyecto. Cuando terminé la secundaria me fui a un estudio contable. Me equivocaba en todo. Estuve un par de meses e inmediatamente me salió La Peste, de Luis Puenzo.

Debutaste en TV con Brandoni en el unitario Estado Civil. ¿Sentiste presión?
Sentí alegría. Solo me preocupaba estudiarme las escenas, hacer bien el laburo y conectar con él.

¿Y cómo fue?
Bárbaro, es un genio. Me pasó lo mismo cuando trabajé con Mercedes Morán en Nueve lunas: conectás la vista y esa es la realidad. No es el actor, es mi papá.

¿Quién te dio el mejor consejo?
Carlos Rivas me dio muchos consejos actorales que siempre agradeceré. Mercedes Morán me dijo: "Siempre esforzate por mejorar. Si estás ocupada en eso, nunca vas para atrás".


¿Cómo fue trabajar con Ricardo Darín?
Hice una escena con él en El mismo amor, la misma lluvia. Dijo el texto con tanta naturalidad que pensé que improvisaba. Un crack. Es muy divertido.

Conociste la fama con Verano eterno. ¿Te marcó?
No me marcó. Fue mi momento de mayor popularidad: estuve un año en una tira diaria en prime time. Recuerdo que todo me llevaba más tiempo porque tenía que saludar, firmar. Y ligaba ropa gratis, que me encantó.

¿Te sentís más cómoda lejos de la fama?
Si fuera famosa accedería a papeles más interesantes. Es lo único que lamento. En teatro tengo la suerte de elegir, protagonizar, traer obras a mi país; en lo audiovisual me cuesta más.

¿Algún casting en el que no hayas quedado?
Miles. El Eternauta, Mi primer infarto, La sociedad de la nieve. La sigo peleando.

Francella te convocó para la obra Perfectos desconocidos. ¿Qué significó?
Fue hermoso que me llamara sin casting. No sabía que me ubicaba. Fui al primer ensayo pensando que se había equivocado. Pero no: me quería a mí. Me había visto en La forma de las cosas. Fue fabuloso. Es brillante, igual que Suar.

Y llegaste a El Encargado por él.
Sí, me sugirió. Nombró una lista de actores probables para los propietarios y me llamaron.

Está por salir la cuarta temporada. ¿Cómo es trabajar en plataformas?
Se filma como cine. Tiene gran calidad. [Los creadores] Cohn y Duprat son increíbles y los libros de Manuel Diez son espectaculares.

Volvés a Uruguay con La curva del tiempo, donde interpretás a una abogada que llega a una chacra escapando de algo. ¿Con qué conectaste?
Todos en algún momento pegamos una curva emocional importante: perder a alguien, divorciarse, mudarse. La obra habla de ese momento de la vida con humor y magia; es realismo mágico.

¿Qué proyectos tenés en mente?
Después de Uruguay vamos a Madrid y Barcelona con la obra y es un sueño: nunca había cruzado un charco tan grande. Quiero un personaje en cine con desarrollo. Y hacer en Uruguay Según Zicka, la obra que escribí. Presenté la propuesta en el Solís, pero no tuve novedades. Algún día llegará al cine. Ojalá pueda verlo.

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