Miércoles, 03 de Diciembre de 2025

El planeta Parisi

ChileEl Mercurio, Chile 2 de diciembre de 2025

De nuevo, nadie lo vio venir

De nuevo, nadie lo vio venir.
La votación de Franco Parisi y el Partido de la Gente (PDG) sorprendió a tirios y troyanos. Pero lo más sorprendente fue el asombro. Parisi ya había obtenido 10 por ciento en 2013, 12,8% en 2021 casi sin pisar suelo chileno, y ahora -con una campaña en forma- alcanzó un quinto de los electores. La reacción de la élite político-intelectual y mediática santiaguina recuerda a la presidenta de Estados Unidos en el filme Don't Look Up, interpretada magistralmente por Meryl Streep: negar o trivializar el cometa que amenaza al planeta antes que ajustar su manera de ver las cosas.
El cometa Parisi ya está aquí. Los analistas hacen bien en intentar comprenderlo. La explicación que gana fuerza es simple: su voto es el fruto de una modernización inconclusa -o, si se prefiere, de la "trampa del ingreso medio"- que ha producido una clase media semiindependiente que subió varios peldaños, pero no logra subir el siguiente y vive con el temor permanente de caer.
Combinan aspiración y resentimiento. Quieren prosperar, creen en el mérito, pero están convencidos de que "no los dejan": ni el Estado, ni los políticos, ni las élites económicas, un club cerrado que se reparte los privilegios. De ahí su individualismo feroz y su rechazo a gremios, sindicatos, programas sociales, subsidios y "tómbolas".
Su cosmovisión es eminentemente comercial. Su héroe es quien sabe hacer negocios y sacar provecho de las reglas. Repudian la colusión de los poderosos que les cierran el camino. Exigen mano dura frente a la delincuencia y la corrupción. Desconfían de una justicia que protege a los de "cuello y corbata". Se movilizan por propuestas de efecto inmediato en el bolsillo. Ven la política como un deal , no como un dogma. Por lo mismo, valoran el estilo transaccional, directo.
Aunque admitirlo no les guste -prefieren el inglés al acento peruano o venezolano-, el electorado Parisi replica un patrón extendido en la región. Es lo que el sociólogo Danilo Martuccelli llamó el "individualismo indómito latinoamericano": un mundo donde las reglas pesan menos que los lazos, y la supervivencia y el ascenso dependen de la astucia.
El "parisismo" se consolidó primero en el norte, en territorios antaño de Perú y Bolivia, donde esta cultura política tiene larga data. Ahora se extendió al centro sur y al sur. Esta expansión desde una periferia que se siente postergada por el centralismo santiaguino es algo recurrente en la historia de Chile. El Partido Radical (PR), en el segundo tercio del siglo XX, siguió un curso parecido, ofreciendo espacios a líderes locales ajenos al establishment .
"El centro ha muerto", se ha repetido con majadería estos días: primero en la izquierda, ahora en la derecha. No es cierto: lo que ha muerto es un cierto tipo de centro político, y ha hecho su aparición uno más antiguo, que al establishment le cuesta reconocer: el "parisismo".
Arturo Valenzuela, Tomás Moulian, Manuel Antonio Garretón, entre otros, han mostrado que la declinación del radicalismo y su reemplazo en los años sesenta por la Democracia Cristiana transformó la naturaleza del centro político chileno. Quedó atrás ese centro provinciano, laico, pragmático y antiintelectual que para alcanzar sus fines se aliaba indistintamente con izquierda o derecha. En su lugar emergió un centro santiaguino, de raíz católica y espíritu mesiánico, inspirado en doctrinas reformistas que buscaban cambios estructurales. Este "centro excéntrico" terminó con el papel de bisagra y de péndulo del viejo PR, lo que contribuyó a la polarización que culminó en 1973.
Ya nadie osa calificarlos de "siúticos" o "arribistas", "pequeño-burgueses" o "fachos pobres". Con todo, cuesta admitir que el centro del tablero ya no lo ocupan esas corrientes moderadas que se movieron con soltura en los salones de la transición. Fueron desplazadas por otro centro político, nacido no desde las instituciones, sino contra ellas. Eso es Parisi. No un cometa: un planeta.
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