Viernes, 05 de Diciembre de 2025

Daño reputacional a Hacienda

ChileEl Mercurio, Chile 5 de diciembre de 2025

La pasividad del Gobierno frente a los sucesivos incumplimientos fiscales representa un retroceso institucional preocupante.

Aunque todas las democracias liberales han conformado sus propias estructuras organizacionales, es posible identificar una pieza común clave dentro de sus ordenamientos económicos: el principio de que la hacienda pública debe ser manejada siempre, aun bajo las más apremiantes circunstancias, con el mayor rigor y responsabilidad posibles.
En la historia económica reciente, las desviaciones de este principio han traído costos importantes, y desequilibrios o errores fiscales han sido los causantes de graves crisis. Así, las experiencias de varios países europeos ilustran las negativas consecuencias macroeconómicas de déficits gigantescos provocados por políticas públicas sin el financiamiento adecuado (la crisis previsional griega fue un caso). Por su parte, América Latina ha ofrecido numerosos ejemplos de debacles sociales producidas por la imposibilidad de contener las presiones de gasto. E incluso Estados Unidos está realizando hoy relevantes ajustes para intentar controlar una espiral de gasto que ha elevado la deuda del Gobierno por sobre el 120% del PIB.
En este sentido, la pasividad, y aun complacencia, con que la administración del Presidente Boric ha reaccionado frente a la secuencia de incumplimientos de nuestra principal normativa fiscal, la regla de balance estructural, representa un retroceso institucional preocupante.
Una comparación entre las metas autoimpuestas por el Ministerio de Hacienda y el resultado final de cada año fiscal permite dimensionar el tamaño de los incumplimientos. Las primeras son usualmente presentadas en el Informe de Finanzas Públicas (IFP) del tercer trimestre del año anterior, que preparan los equipos de la Dirección de Presupuestos (Dipres) con el apoyo de los asesores de Hacienda y sirve de base para el diseño del presupuesto siguiente.
Este análisis muestra cómo en 2022 se anticipó un déficit estructural para 2023 de -2,1% del PIB, pero el resultado final de dicho año fue -2,7%. Por su parte, en el tercer trimestre de 2023, Hacienda estimó un déficit estructural de -1,9% del PIB para 2024. Finalmente, la cifra alcanzó el -3,3%, lo que desencadenó fuertes críticas por la aparente incapacidad de los equipos técnicos para realizar predicciones precisas de los ingresos estructurales de la nación. Finalmente, en el tercer trimestre de 2024, Hacienda proyectó un déficit estructural de -1,1% para 2025. Considerando los datos más recientes de la ejecución presupuestaria, es posible anticipar que la cifra efectiva se ubicará por sobre el -2,2%, pudiendo elevarse hasta el -2,5%.
De esta forma, en un espacio de solo tres años, el incumplimiento acumulado suma varios puntos porcentuales del PIB. Esta magnitud, lejos de considerarse como un desvío en algunos decimales, debería llevar a reflexionar profundamente respecto de los errores cometidos, los controles no implementados y la insuficiencia de cualquier mejoramiento realizado. Más aún cuando a esto se agrega una reducción significativa en los montos acumulados en nuestros fondos soberanos.
Frente a esta situación, el Consejo Fiscal Autónomo, distintos especialistas e incluso el Fondo Monetario Internacional han realizado en múltiples oportunidades severos reparos. Estos se han referido a los cálculos asociados a las estimaciones de ingresos, a la contabilidad de algunas partidas de gastos bajo la línea (deberían estar por sobre) y a la incapacidad de contener el gasto.
Sin embargo, las alertas no parecen haber hecho mella en un Ministerio de Hacienda que, primero bajo la conducción del exministro Mario Marcel y actualmente bajo la de Nicolás Grau, ha sido incapaz de cumplir objetivos autoimpuestos. Es una señal de deterioro institucional significativa, que deberá ser atendida con urgencia por la siguiente administración y que probablemente demandará modificaciones legislativas. Y es que suponer que solo el costo reputacional de equivocarse repetidamente sería suficiente para asegurar un manejo responsable de las cuentas fiscales se ha demostrado equivocado. El país requerirá nuevos mecanismos y reglas fiscales para evitar irresponsabilidades, sumados a equipos de la mayor calidad y reputación.
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