El coreógrafo argentino Mauricio Wainrot regresa a Uruguay con "Carmina Burana", una de sus grandes creaciones, desde el jueves en el Auditorio Adela Reta a cargo del Ballet Nacional del Sodre.
Una pareja de polacos escapó de la invasión nazi a su tierra y encontró refugio en Bolivia, pero el asma del hombre los terminó llevando a Argentina. Vivieron en un conventillo donde tuvieron dos hijos. Uno de ellos, Mauricio Wainrot, se encuentra ahora en las oficinas delBallet Nacional del Sodre por Carmina Burana, el ballet que ideó y estrena este jueves el BNS, con funciones hasta el 21 de diciembre.
Se trata de una de las creaciones más populares del argentino, también responsable de El mesías, Un tranvía llamado Deseo y La consagración de la primavera (incluidas en antiguas temporadas del BNS) y que se encuentra en un año muy activo. Hizo reposiciones en el Royal Winnipeg Ballet de Canadá, donde fue primer bailarín por mucho tiempo. Además, el Ballet Contemporáneo del San Martín, del que ha sido parte fundamental, ganó un Martín Fierro por sus 45 años. Y además de traer Carmina Burana al Sodre, hoy en el auditorio Nelly Goitiño se proyecta el documental Wainrot: Tras bambalinas, de Teresa Constantini, sobre su vida.
"Hace rato debería haber parado y no paré", dice Wainrot, de 79 años, mientras merienda en la oficina luego de una jornada de ensayos. "La gente quiere jubilarse antes y yo me jubilé a los 72 porque me habían operado varias veces de cadera. Pensé que no iba a poder seguir trabajando, entonces hice los trámites. Pero seguí igual", agrega. Su última creación fue el Malambo con música de Alberto Ginastera, en Polonia. "No dejo de pensar y de trabajar", avisa.
Desde sus inicios, su camino en la danza, desde sus inicios ha seguido un patrón: la casualidad. Cuando tenía seis años, su padre lo llevó a audicionar a la escuela de danza del Teatro Colón porque le había visto una veta artística: pasaba cantando y bailando en el almacén de su madre, quien lo sacaba a escobazos cuando había clientes. En el Colón le dijeron que volviera al año, pero su padre enfermó de cáncer y falleció poco después, lo que cambió sus planes.
Mauricio Wainrot nació en un conventillo y creció rodeado de otras familias, compartiendo cocina y leyendo a Dostoyevski, Gogol, Pushkin y José Ingenieros. También viendo teatro y ballet cada vez que sus padres podían llevarlo. "Venía del teatro y escribía obras. Agarraba a los chicos de la vuelta y les decía 'vos hacés esto, vos aquello'. Seguramente era un insoportable. De ahí salió Mauricio Wainrot", comenta entre risas a El País.
Comenzó a estudiar teatro con 17 años, y al poco tiempo cambió esa búsqueda por la danza. Como jugaba al fútbol, tenía flexibilidad, y a los pocos meses su profesora le dijo que fuera a audicionar al Colón. Se presentaron 36 personas y entraron seis: Wainrot fue uno de ellos. "La directora del instituto vino y me dijo: 'Mirá Mauricio, vos entraste por lo que tenés, no por lo que sabés, así que no pierdas tiempo'. Y así lo hice".
Al tercer día lo seleccionó una compañía para un pequeño papel en una ópera. "Tenías que entrar, hacer un piqué con un estandarte y te ibas, eso era todo", dice. Su madre, que llegó a vivir 100 años, no se perdió el debut, aunque haya durado lo que un suspiro. Así comenzó una carrera que lo llevó a bailar por el mundo hasta convertirse en uno de los grandes coreógrafos de la actualidad. Hoy, con más de 50 creaciones montadas, dice que no tiene dudas de que el Ballet del Sodre es la mejor compañía de Sudamérica.
Su etapa de creador surgió con Ana Frank, ballet que montó en 17 compañías del planeta. "Fue la obra que me sacó de Argentina. En el 84 vino el director del Ballet de Gotemburgo porque quería buscar música de tango estaba de moda el tango y Piazzolla y un director amigo le dijo que fuera a Argentina. Yo había estrenado Ana Frank una semana antes. Él vino, la vio, y me invitó a montarla en Suecia. Yo tenía 39 años. No me imaginaba nada de eso", comenta.
https://www.youtube.com/watch?v=6hgbNW3ThmI Carmina Burana, creada en 1997 para el Ballet Real de Bélgica, toma la icónica música de Carl Orff para una creación contemporánea abstracta. Y si bien se ha convertido en una de las obras más conocidas de Wainrot, lo cierto es que el coreógrafo no estaba convencido al inicio.
Vivía entre Bruselas y Montreal cuando el Ballet Real de Bélgica lo convocó como coreógrafo residente. El primer pedido: Carmina Burana.
A Wainrot no le gustaba esa música; prefiere Mahler, Shostakovich y Stravinski, dice. "Carmina Burana me sonaba a deporte, a fútbol. Pero insistieron y me puse a escucharla una y otra vez. Yo escucho música manejando, porque ahí no atiendo el teléfono, no puedo ir a la heladera ni al baño: escucho. Así nacieron todas mis obras. Y empecé a imaginar. Porque no quería contar del 'pollo que se cocina en el caldero'. Eso ya está dicho en la música y en el texto. Tenía que hacer otra cosa", comenta.
Trabajó junto a Carlos Gallardo, quien fue su pareja por 32 años y es quien creó la escenografía y el vestuario fastuoso que utilizará el BNS desde este jueves. Las entradas se consiguen por Tickantel.
¿Encuentra nuevas capas cada vez que monta este ballet? Siempre. Acá trabajé con dos repartos y cada uno te da una emoción distinta. ¿Cuál me gusta más? Es como tener mellizos: te gustan los dos. La versión del 2019 fue excelente, con el coro en la sala que hacía temblar el teatro. No sabías qué mirar ni qué escuchar.
Usted vio la evolución del ballet del Sodre, ha venido desde que estaba Julio Bocca como director... Sí, porque ya había trabajado mucho con él. Me llamó y me dijo que quería hacer una obra mía, pero que no tenían plata. No me importó. Me importa trabajar en Uruguay. Tengo parientes acá y vengo desde los 11 años. En otro momento me pagarían mejor. Porque uno trabaja por placer. Ahora estoy esperando que María me diga qué hacemos el año que viene.
¿Siempre se guía así, por la intuición? Mirá, me ofrecieron montar un espectáculo en Broadway, pero no me interesó el tema ni la música que me obligaban a usar. No iba a salir bien. Siempre me guío por la intuición. Soy perro de fuego en el horóscopo chino; tengo olfato. Me equivoqué muchas veces, pero es parte de la aventura de vivir y aprender.