El 2025 lo cambió con un partido bisagra y la influencia de Marcelo Bielsa y Jadson Viera en su explosión. Su hermano, con el que comparte un nuevo hobbie e inmortalizó en su piel, es su mayor orgullo
El 70 que eligió para jugar en Boston River de lejos parece un 10 y no es casualidad. Agustín Albarracín (20) necesitaba un cambio, lo consiguió y fue de los mejores jugadores de la temporada. Montevideo Wanderers siempre había sido su casa, pero también donde, sin darse cuenta, había empezado a olvidar algo fundamental.
"Había perdido un poco el tema como quien dice de la felicidad al no tener continuidad, el ser participativo, eso lo había perdido", reconoció. La propuesta del Sastre lo hizo dudar, pero terminó siendo un punto de inflexión. "Sinceramente, lo pensé mucho. Wanderers era mi casa, estaba cómodo ahí, pero salí de la zona de confort y con el diario del lunes fue una decisión acertada".
Su llegada coincidió con un equipo que potenciaba sus condiciones y un entrenador que supo revivir ese disfrute. "Desde que llegué a Boston encontré la felicidad de vuelta, las ganas de competir y en eso fue importante Jadson Viera que me inculcó eso". Ese impulso terminó reflejándose en la cancha y en su confianza, que se consolidó en un partido en especial: los dos goles a River Plate. "Estando en otro equipo igual era un clásico para mí. Con ese doblete enseguida pensé en los hinchas de Wanderers. Me sentí muy bien, con confianza y tuve tomas de decisiones espectaculares".
Para Agustín el grupo que se formó en el Sastre, y terminó el año con un gran asado, fue determinante. "Me recibieron como si fuera de la casa. Se notó en algunos partidos complicados que los sacamos con el grupo". También encontró futbolistas que lo sorprendieron y lo hicieron crecer. "No conocía a Baltasar Barcia, es espectacular como persona y un jugador de novela. A Agustín Anello tampoco lo conocía y también es espectacular".
Pero su motor más grande sigue estando en la familia. Fuera del fútbol su refugio es simple: "A lo que voy siempre es a estar con ellos, comer asados, disfrutar. Y ahora con mi hermano compramos unos caballos. Mi suegro está en el tema de los criollos y siempre nos gustó para tener de hobbie con la familia". Esa conexión con Nicolás, su hermano 12 años mayor, es una historia aparte. Lo inspira futbolísticamente y lo marcó para siempre en lo personal.
"Como hermano mayor, siempre llamándome después de los partidos, acompañándome y diciéndome las cosas que podía mejorar, es una ayuda espectacular". El vínculo se fortaleció en uno de los momentos más duros de su vida cuando falleció su madre. "Cuando pasó lo de mi mamá, él se había ido para Bolivia y enseguida pidió para venir a jugar en Wanderers, no pidió nada económico, solo quería venir a acompañarme y se lo voy a estar agradecido de por vida". Ese gesto lo lleva en la piel con una imagen de los dos de cara al Parque Viera. "Me hice el tatuaje el año pasado. También va por ese lado, el llevarme de la mano cuando más lo necesité". Por eso cuando piensa en un ejemplo a seguir, no duda: "Siempre nombro a mi hermano, que para mí es un ejemplo". El cambio de Agustín no fue solo emocional, también táctico y en algo tuvo que ver Marcelo Bielsa, que lo dirigió en el Preolímpico. "Cuando llegué a la selección jugaba de extremo en Wanderers y Bielsa me puso enseguida de mediapunta, atrás del 9, como jugué este año en Boston River. Él ya sabía que era zurdo, de qué estaba jugando y dónde me quería". Lo define con admiración: "Aprendí muchos conceptos que me dejaron huella. El tipo es un crack".
Hoy Albarracín se siente mediapunta pleno aunque puede jugar en todo el frente de ataque. "Ahí es donde creo que pueden sacar mi máximo. Me gusta tener un delantero adelante mío que me deje las pelotas sucias como quien dice", confesó. Tuvo un gran año: "Uno de mis objetivos era recuperar la confianza, volver a ser feliz y el otro era poder jugar muchos partidos de titular y creo que fueron 14 o 15".
El futuro está abierto. Sabe que Boston River es un club vendedor y que su buen rendimiento puede generar interés. "Cuando llegué, la idea era esa. Creo que hice las cosas muy bien y ahora toca esperar y ver qué pasa". Ya conoció a Israel Damonte, que dirigirá a Boston River la próxima temporada: "Es muy cercano y habla mucho con el jugador. Le tengo una fe bárbara para el año que viene. Me parece que le va a ir muy bien", manifestó. Pero al mismo tiempo tiene claro que, si lo llama Jadson Viera para ir a Nacional, escuchará. "Creo que el jugador de fútbol siempre tiene la esperanza de jugar en un equipo grande, pero de eso se encarga mi representante. Vamos a ver qué pasa".