El criterio como activo estratégico
El cierre de un año invita a balances
El cierre de un año invita a balances. En el mundo empresarial, sin embargo, más que revisar cifras, resulta clave observar cómo se están tomando decisiones. Las prioridades que fijan los directorios dicen mucho más sobre el futuro de las compañías que los resultados de corto plazo.
El estudio La Voz del Mercado 2025 confirma un cambio relevante en la agenda del gobierno corporativo. La transformación digital se consolida como una de las principales prioridades, reflejando que la tecnología dejó de ser un asunto operativo para convertirse en un factor estructural de competitividad. Ya no se trata solo de invertir en sistemas, sino también de comprender cómo los datos, la automatización y la inteligencia artificial impactan la estrategia, la gestión de riesgos y la creación de valor de largo plazo.
Este fenómeno no es exclusivo del contexto local. En economías desarrolladas, los directorios enfrentan presiones similares: decidir en entornos cada vez más complejos, con abundancia de información e incertidumbre creciente. En ese escenario, la calidad del gobierno corporativo no depende únicamente de la experiencia acumulada, sino además de la capacidad de integrar nuevas variables sin renunciar al criterio.
El estudio entrega aquí una señal clave: el principal riesgo asociado al uso de inteligencia artificial en el gobierno corporativo no es tecnológico, sino decisional. Cuando los sistemas pasan de apoyar a sustituir el juicio humano en decisiones críticas, el riesgo se vuelve estratégico. Delegar sin comprender o confiar ciegamente en modelos opacos puede erosionar el rol esencial del directorio como último responsable.
A ello se suman desafíos como la ciberseguridad, la protección de datos y el desconocimiento tecnológico de muchos directorios. La pregunta de fondo es evidente: ¿están preparados para supervisar decisiones que no siempre son plenamente humanas, pero cuya responsabilidad sigue siendo indelegable?
El estudio también muestra que, mientras la transformación digital gana terreno, la sostenibilidad pierde posiciones relativas en la agenda. Aunque sigue siendo relevante, su desplazamiento es preocupante. Separar digitalización, crecimiento y sostenibilidad debilita la coherencia estratégica, más aún en un contexto de mayores exigencias regulatorias y de transparencia.
Mirando hacia 2026, el desafío no será sumar más temas, sino profundizar la calidad de las deliberaciones. En tiempos de cambio acelerado, el rol del directorio se vuelve más exigente. No basta con cumplir. Se requiere criterio, visión y responsabilidad para gobernar organizaciones donde la tecnología avanza rápido, pero donde las decisiones críticas deben seguir siendo, en esencia, humanas.